Xavier Domínguez Consultor y experto en comunicación política
OPINIÓN

No me gusta

Fotografía de la calle Preciados, una de las principales arterias comerciales del centro de Madrid, repleta de gente.
Fotografía de la calle Preciados.
JORGE PARÍS
Fotografía de la calle Preciados, una de las principales arterias comerciales del centro de Madrid, repleta de gente.

En la historia de nuestro país, hay muchos momentos que no han sido los mejores. En estos casi 50 años que uno tiene, hay cosas que no me han gustado, no pasa nada, al fin y al cabo, uno no es nadie, o sea yo, para que no quede duda, pero este nadie, hay cosas que no le gustan, como a ti que me lees, en algunas coincidiremos, en otras no, pero esta España que nos está quedando no me gusta.

No me gusta que me digan que ETA mataba porque España lo necesitaba, permitía o lo que fuere, no me gusta que para subir el salario mínimo interprofesional (absolutamente necesario y justo) les digan a los empresarios que hay que revisar sus salarios en lugar de vamos a aflojar con los impuestos, no me gusta. No me gusta que entre ellos se llamen gordos, calvos o con gafas, no me gusta. No me gusta que en política el adversario pase a ser enemigo, no me gusta que unos pocos amenacen a unos muchos solo porque no suman, no me gustan los “colorín colorado”, que suena a “u obedeces o estás perdido”, y no me gusta porque colorín colorado anticipaba en mi infancia un final feliz de un cuento, no una amenaza vil y villana, no me gusta que lo que se decía en julio en octubre no sirva, es más, no me gusta que lo que se decía en julio que era malo, es bueno en octubre.

Créanme que a mí en todos estos años de trabajar con políticos ya hay pocas cosas que me sorprendan, pero no me gustan los tiempos de amenazar a gobiernos débiles porque nos hace débiles a todos, y no os dais cuenta, no me gusta que la venganza sea el camino porque la concordia ya está rota, no me gusta que se amenace empresarios porque hay que entender que generan empleo, no me gusta que se llame a algunos catalanes xenófobos porque la gente no distingue entre ellos y los otros, no me gusta.

No me gusta que todo el Barça sea Negreira, ni que todo el Madrid siempre robe. Los maximalismos siempre han sido lo mínimos de la inteligencia. No me gusta pensar solo que ser de izquierdas es moderno y ser de derechas es retrógrado, no me gusta. No me gusta que movilizarse es de quejicas y llorones y no dialogar e imponer es de fuertes, no me gusta. No me gusta que niegues la verdad en base a titulares en contra de tus periodistas amigos, no me gusta que pensar sea deporte de riesgo, criticar a un gobierno cosa de traidores, y llamar a los chantajistas, eso, chantajistas, sea cosa de fascistas, no me gusta.

No me gusta que a los 12 años puedas elegir tu sexualidad, pero no puedas conducir o votar, que tampoco me gusta a los 12 años, pero ni uno ni otro, no me gusta que se diga que inmigrante es delincuencia, pero tampoco el aquí caben todos, porque daros cuenta, no se cabe, aunque nos duela, no se cabe, no me gusta que hablemos del modelo estadounidense, pero cuando aplicamos su inmigración (expulsión) o defensa de los símbolos patrios (quemar banderas o tirar pasaportes) seas un facha, no me gusta. No me gusta ver gente pidiendo en las calles, pero no me gusta ver políticos amenazando empresarios. Amenazar empresarios no retira indigentes de la calle, entendedlo de una vez por todas.

Esos no me gusta, desde luego tienen nombre y apellido, y todos lo sabemos, aunque tú que me lees, no te atrevas a decir no me gusta, aunque lo pienses.

No me gusta que para ser feminista haya que hablar mal de los hombres, no me gusta que por ser de izquierdas ya eres comunista y de derechas un fascista, no me gusta. No me gusta que la prensa pegue y después pregunte, no me gusta. No me gusta que haya hombres que se sienten culpables solo por ser hombres ni mujeres que se sientan amenazadas por ser mujeres y menos que nos hagan creer que para que no se sientan amenazadas la solución sea culpar a los hombres, no me gusta.

No me gusta que por ser catalán ya sea un chantajista, ni por ser de Madrid un fascista, ni por ser andaluz un señorito, no me gusta. No me gusta que hayamos cambiado el encuentro por la provocación, que el político que triunfa sea el que se atreve a todo, sin importar lo que dijo ayer, no me gusta.

No me gusta que estudiar en la privada sea de pijos insensibles ni estudiar en la pública cosa de pobres de familia mal, no me gusta. No me gusta que por tener dinero seas un ladrón, ni por no tenerlo un desgraciado, no me gusta a donde nos están llevando, no me gusta.

Y esos no me gusta, desde luego tienen nombre y apellido, y todos lo sabemos, aunque tú que me lees, no te atrevas a decir no me gusta, aunque lo pienses.

No me gusta que en la intimidad digas no me gusta y en público, me gusta.

Lo siento chicos y chicas, pero a mí, todo esto, no me gusta.

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