El Gobierno afronta el reto de colocar 260.000 millones de deuda con el apoyo menguante del BCE

El ministro de Economía, Carlos Cuerpo, tras su primera rueda de prensa en el cargo.
El ministro de Economía, Carlos Cuerpo, tras su primera rueda de prensa en el cargo.
RODRIGO JIMÉNEZ / EFE
El ministro de Economía, Carlos Cuerpo, tras su primera rueda de prensa en el cargo.

El Gobierno tendrá que colocar 260.000 millones de deuda pública en 2024 si quiere cumplir con los objetivos que se ha marcado para este año. En 2023 el Tesoro —el organismo público encargado de gestionar las emisiones de deuda pública— ya logró alcanzar una cifra similar. Pero este 2024 el reto será más complicado. El Estado se enfrenta a un contexto internacional incierto, con una economía europea estancada y unos tipos de interés todavía muy elevados que hacen que endeudarse resulte más caro. Un coctel que habrá que afrontar con un Banco Central Europeo (BCE) en retirada tras ocho años en los que el organismo ha comprado deuda española por un valor total de casi medio millón de euros.

De los 260.000 millones de pasivo que el Gobierno tiene que captar, un 80% se irá a sustituir la deuda que irá venciendo a lo largo del año. Es decir, se irán a cubrir el dinero prestado que toca devolver este año con nuevas emisiones de deuda. El 20% restante (unos 55.000 millones de euros) corresponden a deuda nueva. Es decir, se emitirán para financiar el déficit presupuestario y préstamos del Estado para otras finalidades. Este pasivo nuevo se colocará con tipos de interés elevados en comparación con lo que ha sido la última década, lo que provocará que el coste de la deuda -el dinero que se gasta el Estado cada año en intereses- vaya aumentando, aunque lo hará progresivamente.

Desde que en 2015 el BCE empezó a comprar deuda pública europea como si no hubiese mañana, España no ha tenido problemas para financiarse. Es más, los distintos gobiernos han aprovechado estos años de tipos de interés cercano a cero para colocar mucha deuda a buen precio. Sin embargo, la función de muleta que ha ejercido el BCE todos estos años va a ir desapareciendo. 

El año pasado, el banco central del euro puso fin al primero de sus dos programas de compra de deuda pública: el APP. Desde julio de 2023 ha empezado a desprenderse de los tres billones de euros en bonos europeos que acumula en sus balances. Y en 2024, empezará a hacer lo mismo con el pasivo que compró durante la pandemia para evitar una nueva crisis de deuda. 

En consecuencia, España no podrá contar con el BCE para colocar su deuda en 2024, lo que deja al país más expuestos a los mercados. No obstante, el banco central ya dejó de ser una ayuda el año pasado. Entre octubre y enero de 2023, la deuda en manos del BCE —que actúa a través del Banco de España—se ha reducido en 5.819 millones, la primera vez que esto ocurre desde 2019. Sin embargo, este año la reducción será, previsiblemente, mucho mayor. Para tener una idea de la importancia que tiene el BCE, es importante recordar que la institución tiene en su poder todavía un 30,6% de la deuda española en circulación.

El año pasado el Estado no tuvo problemas para cubrir el hueco que dejó el BCE. Entre octubre y enero el pasivo en manos de inversores extranjeros aumentó en 47.839 millones. Además, la fiebre por las letras del Tesoro atrajo a miles de inversores minoristas y los fondos de inversión también incrementaron sus copras de títulos de deuda española.

Todo esto se refleja en la prima de riesgo española, un indicador que refleja la capacidad que tiene el Gobierno de colocar deuda a un precio razonable en los mercados. La prima de riesgo se sitúa ahora en el entorno de los 100 puntos, seis veces por debajo del máximo alcanzado durante lo peor de la crisis del euro.

Las dificultades

La retirada del BCE y el contexto de tipos de interés elevados e incertidumbre en Europa suponen todo un reto para la economía española. Si el banco central deja de comprar deuda, España tendrá que colocar cada vez más pasivo a inversores privados. Los compradores privados —inversores extranjeros, bancos, fondos de inversión o de pensiones— son más exigentes y miran con lupa la sostenibilidad de las finanzas públicas. Además, el país queda más expuesto a los vaivenes del mercado y la especulación.

En este apartado, la estabilidad de la eurozona juega un papel fundamental. La retirada del BCE afecta también al resto de países con fuerte endeudamiento del área del euro, que quedan más expuestos a los mercados. Si los inversores pierden la confianza en un país, el miedo puede contagiarse con rapidez a otros.

Igualmente, hay que tener en cuenta que los tipos de interés oficiales seguirán siendo altos. Aunque se espera que empiecen a bajar a mediados de año, unos tipos elevados obligan a los Gobiernos a ofrecer rentabilidades más grandes en su deuda. Cuanto antes comiencen a bajar y se sitúen en un nivel más bajo, más bajarán los costes de la deuda española.

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