OPINIÓN

La oposición y la piñata de Ferraz

El portavoz del PP reitera que "estamos en contra de toda la violencia y siempre y le pedimos al PSOE que deje de dar lecciones"
Piñata de Pedro Sánchez.
ARCHIVO
El portavoz del PP reitera que "estamos en contra de toda la violencia y siempre y le pedimos al PSOE que deje de dar lecciones"

Sí. La piñata de Ferraz es condenable por muchas razones. Lo es por sí misma; porque introduce una imagen indeseable de violencia en la vida política y social del país, que, no por quedarse en meramente simbólica, resulta menos repulsiva. Lo es desde un punto de vista ético y estético, como también político: contribuye a hacer verosímil el imaginario sanchista de que toda oposición ciudadana a él es de naturaleza incivil y antidemocrática. Creo que ante ese hecho no vale el argumento justificatorio de las veces en que el secesionismo catalán o la extrema izquierda han quemado efigies del Rey o proferido injurias a éste que ahora Sánchez pretende despenalizar. Creo que no vale el "y tú más" como recurso exculpatorio. Como creo también que no es de recibo la burda táctica adoptada por el sanchismo de hacer extensible la responsabilidad de ese linchamiento figurado a toda la derecha de este país.

Y es que la inmensa mayoría de la derecha política, como de la sociológica, es pacífica, educada y reacia a ese tipo de estridencias y escenificaciones macabras. Uno piensa en las grandes manifestaciones contra la amnistía de Puigdemont que ha habido alrededor de la estatua de Cibeles o frente a la Real Casa de Correos y repara en que esa derecha que por fin se animaba a salir a la calle pecaba más bien de lo contrario. Su grito más memorable ha sido "me gusta la fruta"

Es esa misma derecha social y paisana a la que se le ha reprochado su pereza, su incapacidad para movilizarse o hacerlo tardíamente y con demasiada prisa por correr a tomarse el aperitivo. ¿De verdad Sánchez ve una resurrección del "fascismo redentor" en esas familias tranquilas que han llenado la Puerta del Sol y la Castellana llevando a sus niños de la mano o en cochecito y hasta a las propias mascotas domésticas? Recuerdo que en una de esas concentraciones una amiga mía bromeaba sobre la invención del "perro patriota", el "caniche democrático", "el chihuahua constitucionalista" que recorría las calles con su collar rojigualda sin emitir un solo ladrido y mostrando un admirable estilo cívico.

No. No cabe responsabilizar de la piñata de Ferraz a la derecha española genéricamente y cabe aún menos el torpe truco retórico de mala sofística que ha intentado hacer Patxi López al identificar el muñeco apaleado como un efecto inevitable de "esos discursos en los que se dice que el presidente del Gobierno es un traidor; que pacta con terroristas; que está acabando con el Estado de Derecho; con la democracia; que rompe España..." Decir que Sánchez pacta con terroristas no es una hipérbole. Es aludir a un hecho obvio. Como decir que ha traicionado a la palabra dada mintiendo una y otra vez o que está intentando acabar con el Estado de Derecho y la democracia al saltarse la división de poderes y crear comisiones parlamentarias que puedan cuestionar las sentencias de los jueces. Como decir que sus pactos con los secesionistas vascos y catalanes son una grave amenaza para la unidad nacional. Patxi López ha intentado pescar en río revuelto y hacer pasar un diagnóstico de lo evidente por una inconcebible incitación al odio. Lo que está diciendo Patxi López es que la oposición no tiene derecho a denunciar los abusos del poder, o sea, a hacer oposición. Pues no, Patxi, yo suscribo esa denuncia de las tropelías de Sánchez, pero no me verás nunca apalear muñecos en Ferraz.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento