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Ana Benavides Directora general de Fundación Lealtad
OPINIÓN

La solidaridad como motor fundamental de la sociedad

Dos personas, una con discapacidad, de la mano
Dos personas, una con discapacidad, de la mano
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Dos personas, una con discapacidad, de la mano

No todos hemos tenido la suerte de nacer en un país desarrollado, en paz, en una localidad con oportunidades. No todos pertenecemos a una familia estructurada, con una economía saneada. No todos hemos podido ir a la universidad, ni siquiera cursar los estudios básicos. No todos tenemos salud, ni trabajo, ni hogar, ni una red de familiares y amigos que nos dé apoyo. No todos somos iguales, ni desde luego, tenemos las mismas circunstancias de vida.

Aunque, sobre el papel, todos tenemos –o deberíamos tener– los mismos derechos, los recogidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de Naciones Unidas. El derecho a “un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios”, como recoge el Artículo 25. O el derecho a la educación (Art. 26), o a un trabajo digno (Art. 23).

Pero en la práctica, hay millones de personas en todo el mundo que carecen de lo más básico, que están desplazadas a causa de conflictos bélicos o desastres naturales, que están excluidas de la sociedad y sin posibilidades de integrarse en el sistema…

Podemos mirar hacia fuera, y pensar en las guerras de Ucrania y de Gaza, o en los terremotos de Turquía y Marruecos, o en la pobreza extrema de países como Mali, Níger o Chad, o incluso en la situación de las mujeres en Afganistán. Y también podemos mirar “dentro de casa”, a los 3,65 millones de personas que en España tiene carencias materiales y sociales severas, según el último informe sobre El estado de la pobreza de la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social (EAPN). O a los 4,38 millones de españoles que padecen algún tipo de discapacidad, o a las más de 850.000 personas mayores de 80 años que viven solas, según los últimos datos del INE.

En el caso de la discapacidad, los grandes avances que se han conseguido en los últimos años no habrían sido posibles sin la increíble labor llevada a cabo por las asociaciones y fundaciones.

No podemos imaginar qué sería de todas esas personas si no existieran las organizaciones solidarias, las entidades no lucrativas que movilizan la generosidad de la sociedad para tratar de equilibrar un poco la balanza de quienes tuvimos la suerte de ser quien somos y nacer donde nacimos, y quienes no la tuvieron. En el caso concreto de la discapacidad, los grandes avances que se han conseguido en los últimos años en el ámbito de la inserción social y laboral, en investigación y desarrollo de nuevas terapias y ayudas técnicas y tecnológicas, y en la disponibilidad de subvenciones y ayudas para este colectivo, no habrían sido posibles sin la increíble labor llevada a cabo por las asociaciones y fundaciones. 

Cada 20 de diciembre se celebra el Día Internacional de la Solidaridad Humana, aprobado por la Asamblea General de Naciones Unidas con el objetivo de promover este valor universal fundamental para la cooperación y el bienestar de los pueblos, que debemos esforzarnos por inculcar a las nuevas generaciones desde la base para construir la esperanza de un futuro mejor para la humanidad.

Formas de ser solidario

Solidaridad es hacer algo de forma desinteresada por otras personas. Puede hacerse de forma particular, espontánea, por ese vecino que sabes que no lo está pasando bien, o esa persona que te cruzas por la calle y es evidente que necesita ayuda. Y también puede canalizarse a través de las organizaciones del Tercer Sector. Gracias a su estructura es más fácil enviar ayuda humanitaria a los lugares en conflicto, o distribuir alimentos a familias necesitadas en las ciudades de nuestro propio país.

Existen dos formas fundamentales de colaborar de forma solidaria con las ONG: ofreciendo una parte de tu tiempo –y también tu conocimiento– o de tu dinero a una causa por el bien común.

Pocas cosas hay en la vida más valiosas que el tiempo. Por eso, decidir hacerse voluntario es la máxima expresión de la generosidad. Según el ‘Informe sobre el estado del voluntariado en el mundo 2022’ de la ONU, hay más de 862 millones de mayores de 15 años en todo el mundo que mensualmente actúan como voluntarios. Y si atendemos a los datos de la Plataforma del Voluntariado de España, en nuestro país la cifra alcanza los 3,3 millones de personas mayores de 14 años (el 8,2% de la población). Existe voluntariado de verano, realizado durante todo el año, en acciones o campañas puntuales, dirigido a todo tipo de colectivos… La clave es encontrar una causa con la que te sientas identificado y que se ajuste a lo que puedes aportar y a tu disponibilidad temporal.

A la hora de donar, es fundamental hacerlo de forma responsable, informándose previamente sobre la entidad con la que se va a colaborar para asegurarse de que es seria y confiable

El voluntariado en España está regulado desde 1996, aunque en 2015, en vista del aumento de las dimensiones de la actividad voluntaria, el marco jurídico se actualizó con la aprobación de una nueva Ley de Voluntariado, donde se recogen los requisitos que hay que reunir para ser considerado voluntario y también los derechos que les asisten. Que, a su vez, representan una serie de obligaciones a cumplir por parte de las ONG, como formalizar un acuerdo de incorporación en el que se indica derechos y deberes de ambas partes, descripción de funciones y tiempo de dedicación, formación requerida y duración del compromiso. Además, hay que protegerles con un seguro frente a posibles accidentes o enfermedades y cobertura de responsabilidad civil.

La otra forma de practicar la solidaridad es realizando donaciones, y estas pueden ser puntuales o periódicas. En los casos en los que una ONG realiza un llamamiento de captación de fondos para enviar ayuda a una catástrofe humanitaria es más fácil remover las conciencias y convertir la llamada en acción. Algo más que necesario. Pero lo es incluso más el apoyo continuado, mes a mes, para contribuir a que la entidad elegida pueda seguir cumpliendo su misión. Según los últimos datos de la Asociación Española de Fundraising (AEFr), la aportación media anual de los españoles a ONG es de 149 euros.

A la hora de donar, es fundamental hacerlo de forma responsable, informándose previamente sobre la entidad con la que se va a colaborar para asegurarse de que es seria y confiable. Existen unos indicios básicos que, a través de su web, pueden darnos la clave en este sentido: si informa de los proyectos que lleva a cabo, si publica su memoria financiera… Y si cuenta con el sello Dona con Confianza de Fundación Lealtad querrá decir que se ha acreditado formalmente el cumplimiento de los principios de transparencia y buenas prácticas, y esto garantiza que el dinero donado irá a parar al lugar adecuado, y también que cumplirá con su parte del trato en su relación con los voluntarios.

Porque la confianza y la generosidad son los dos combustibles que activan la solidaridad, y ésta es un motor fundamental para la sociedad.

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