Las expresiones “nos van a dar las uvas” y “estar hasta en la sopa” se emulsionan en una receta bizarra gracias al cruel ensañamiento de alguna mente perturbada. La propuesta es terrible: la famosa futbolista víctima va a estar presente en la retransmisión de las campanadas de Año Nuevo junto al hijo pródigo Ramón García, su capa y Ana Mena. No sé qué hemos hecho los españoles para merecer esto. No sé hacia dónde vamos. No sé si hay nadie al volante.
Hemos dicho ya cien mil veces, siguiendo el pensamiento brillante de Daniele Giglioli, que la víctima es el nuevo héroe de la sociedad. Nos hemos hartado de contemplar esto y de ver excesos como la ascensión de un futbolista al palco investido con el superpoder que confiere ser víctima. Pero todos sabemos que la víctima es solo una víctima y, en principio, nada más. Merece respeto, atención, cuidado y también reposo y silencio. No hace falta recordar que la futbolista no va a estar en las uvas por ser campeona del mundo. Nadie se cree eso. No somos idiotas. Hay una compañera que ha ganado, además, el balón de oro y no la han invitado.
No hace falta recordar que la futbolista no va a estar en las uvas por ser campeona del mundo. Nadie se cree eso. No somos idiotas.
Por desgracia para el deporte español, hay mucha gente que está harta de la Selección Femenina de Fútbol. Es evidente que algo pasa ahí dentro y que los puñales siguen volando en cuanto surge algún problema. Es un hecho que el equipo nacional, más allá de los resultados deportivos, aún anda lejos de ser ejemplar y, mucho menos, transparente. El hartazgo de ver a la jugadora en las uvas puede ser contraproducente porque ni su trabajo, ni su trayectoria justifican que ocupe el puesto que debería tener una profesional de la comunicación.
En Las uvas de la ira, Steinbeck refleja la frustración de un personaje que vuelve a casa después de estar en la cárcel, pero que, nada más llegar, comprueba cómo su familia es expulsada de su tierra y tiene que comenzar un largo viaje para asentarse en otro lugar. John Ford contó la historia y reflejó la frustración, la injusticia y el dolor de forma eficaz. Hay un parlamento muy famoso del protagonista de la película que comienza con la frase “Estaré en todas partes”. Qué cosas.
De un modo parecido, las uvas del día 31 de diciembre del año 2023 van a ser las uvas de la turra. Miles de familias que se unen después de un tiempo comprueban como les sirven de postre una historia que fue inflamada, politizada, manipulada, alargada y manoseada para que, como Tom Joad, el personaje de la novela, el regreso a casa y el trance de las uvas se convierta en una experiencia sorprendentemente agridulce. Nos queda cambiar de canal, que los jóvenes pongan a Ibai o esperar a leer los rótulos de Cachitos.
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