¿Te refugias en el trabajo cuando estás mal emocionalmente? Mejor prueba con este otro método

Mujer trabajando delante de varias pantallas de ordenador.
Mujer trabajando delante de varias pantallas de ordenador.
Pixabay.
Mujer trabajando delante de varias pantallas de ordenador.

Afrontar el dolor, transitarlo de forma consciente, resulta muy duro, es muy incómodo. Nuestro cerebro nos pide a gritos escapar, acabar con ese malestar rápido, de la forma que sea. Y una opción bastante común es la de evadirnos manteniendo la mente ocupada en nuestro trabajo. Este hecho no es malo en sí mismo, depende de muchas cosas, por ejemplo, de si es una actividad que realmente nos llena o por el contrario odiamos pero nos hace no pensar, de si somos conscientes de esta evasión o no, de si lo hacemos porque es lo que sentimos y nos lo pide el cuerpo o trabajamos sin quererlo porque nos lo han recomendado familiares y amigos para acabar con nuestro sufrimiento cuanto antes.

Sea como fuere, hay que entender que no todo lo que nos hace sentir mal es negativo. Es importante. Experimentar tristeza es importante, sentir la rabia es importante. Sin embargo, no nos suelen enseñar a aceptar y atravesar por esas emociones, solo a poner parches rápidos para revertir la situación cuanto antes y volver a un estado más placentero o al menos neutral. Nos molesta estar mal, nos molesta que alguien a quien queremos esté mal, pero existen formas más adaptativas para gestionar el dolor emocional.

¿La estrategia más sana y efectiva de todas? Escribir. Existe bastante investigación científica al respecto y las conclusiones son claras: la escritura expresiva nos ayuda a canalizar y paliar el sufrimiento, bloquea el proceso de rumiación constante de pensamientos negativos, hacemos un vaciado exteriorizando lo que nos afecta (sacamos lo que nos 'come' por dentro) y escribir nos ayuda a identificar y definir con palabras lo que nos preocupa o nos duele.

La psicoterapeuta María Ángeles Muñoz aclara qué diferencia hay entre redactar y hablar: “Verbalizar el sufrimiento también es valioso, pero normalmente hay un interlocutor que va a intentar aconsejarnos o consolarnos. Eso no pasa cuando escribimos. En un papel, que sabemos que nadie va leer, solemos ser más sinceros y resultará más terapéutico. Cuando uno menciona aquello que no puede ser nombrado, se libera”. 

Así lo corroboran los prestigiosos estudios de James W. Pennebaker. Este psicólogo se interesó en cómo las personas que tienen poderosos secretos son más propensas a sufrir problemas de salud (a nivel físico y mental). Así, centró su investigación en encontrar una manera para que la gente compartiera esos secretos. Y descubrió que cuando le das a las personas la oportunidad de escribir sobre los trastornos emocionales que a menudo experimentan, mejora su salud.

El proceso cognitivo de organizar lo que uno piensa para escribirlo tiene un efecto calmante. Puede producir relajación física, bajada de la presión arterial, caída del ritmo de respiración y mejora del sueño, según los estudios de otra experta, Nancy P. Morgan. 

En mi opinión, es bastante más sano refugiarse en esta estrategia como actividad y en otras similares que te puedan causar placer pero que te mantengan conectado con tus sentimientos (leer, viajar, pasear, nadar). Entregarse al trabajo te desconecta, acalla el ruido en tu cabeza pero no borra el dolor y éste se acumula, se enquista, puede crecer y, a la larga, reaparecer, dando la cara de muchas formas aun peores.

Rodéate de aquello que te haga bien, solo o en compañía, allí donde encuentres comprensión, compasión y amor

Mostrar comentarios

Códigos Descuento