Represión emocional: si evitas el conflicto para mantener la paz, inicias la guerra en tu interior

Una mujer con dolor en el vientre.
Reprimir las emociones te puede enfermar.
Fotografía de archivo - JOSEP SURIA
Una mujer con dolor en el vientre.

Lo que no decimos, lo que no expresamos hacia el exterior, se acumula en nuestro organismo y adopta la forma del insomnio, de la náusea, del nudo en la garganta, de la migraña e incluso de enfermedades crónicas. Somatizamos, lo que sentimos nos envenena lentamente.

Las emociones que experimentamos conllevan un proceso fisiológico, reprimirlas constantemente significa frenar al propio cuerpo, pudiendo llegar a generar alteraciones físicas importantes.

De forma puntual todos lo hacemos. Dejamos pasar las cosas para no liarla, para no empeorar una situación complicada, para no ofender a los demás. Sin embargo, hay tipologías de personalidad, normalmente formadas por la combinación: introversión-emocional-neuroticismo, esto es, personas más reservadas, muy sensibles, con alta preocupación, inseguras emocionalmente hablando y con tendencia a la culpabilidad, que temen perder el vínculo o la relación con los demás al expresar sus pensamientos y emociones de forma auténtica.

Un coctel de rasgos que pueden fomentar el miedo al conflicto y suelen optar por la pasividad, por ceder siempre, por el silencio y por las actuaciones evasivas e invalidan, ignoran o disimulan sus propios sentimientos con tal de mantener la armonía a su alrededor, a pesar de que internamente atraviesan un caos que les genera mucho sufrimiento.

Recordemos que el conflicto puede surgir en casi cualquier contexto: con nuestra pareja, padres e hijos, en el trabajo o en la cola del supermercado, por eso, es muy importante reconocerse en esta manera de afrontar la vida. Refugiarse en la inmovilidad ante las injusticias no es adaptativo. Merma nuestra salud, nuestra autoestima y nos limita muchísimo en la vida diaria. Tener la capacidad de reaccionar ante lo que nos disgusta y defender nuestros derechos es un principio básico de bienestar y salud. 

Si crees que por más que lo intentas no consigues afrontar los problemas y te afecta o te supera sobremanera, es fundamental recurrir a la ayuda profesional. Tú siempre serás más importante que la posible desaprobación de los demás. 

Y es cierto, es difícil luchar con la esencia de uno mismo, más cuando estamos acostumbrados a reaccionar así desde hace muchos años, nos convertimos en expertos en tragar lo que no podemos digerir, ya sea por nuestra personalidad, o porque hayamos tenido una mala educación emocional o por traumas del pasado. Con trabajo y constancia se pueden adquirir habilidades más saludables que mejoren nuestro autoconocimiento, nuestra asertividad en la comunicación, gestión emocional y habilidades sociales.

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