Cómo reducir el estrés en solo seis minutos sin costes ni complicaciones

Un anciano cansado y estresado con la mano en la cabeza.
Es estrés persistente es ya una de las primeras causas de muerte en el mundo actual
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Un anciano cansado y estresado con la mano en la cabeza.

La Organización Mundial de la Salud define el estrés como un estado de preocupación o tensión mental generado por una situación de afrontamiento difícil y que nos causa cierta presión psicológica y desemboca en un significativo malestar físico. 

Todas las personas tenemos un cierto grado de estrés diario, ya que se trata de una respuesta natural a las amenazas del medio y a otros estímulos. Una dosis justa de estrés es muy beneficiosa para obtener la energía diaria, nos ayuda a mantenernos alerta, concentrarnos, focalizar nuestra atención en lo urgente, tomar decisiones o resolver problemas. De hecho, la clave del problema no es el estrés en sí, sino una nefasta 'gestión del estrés', realmente la forma en la que reaccionamos al estrés es lo que marcará el modo y la medida en la que afecta a nuestro bienestar y salud mental.

Desde hace muchos años son conocidas ya ciertas pautas o recomendaciones que nos ayudan a disminuir el estrés, elementos sencillos pero que, a veces, su práctica o constancia se nos hace cuesta arriba por las exigencias de la rutina diaria: practicar ejercicio, mantener un contacto social diario, una buena higiene del sueño, no excedernos en el uso de las pantallas o seguir una dieta saludable.

Pero además de lo anterior, el neuropsicólogo cognitivo David Lewis nos revela una forma bien sencilla de disminuir el estrés diario. Tras sus estudios publicados por la Universidad de Sussex, este prestigioso doctor descubrió que tan solo 6 minutos diarios de lectura son suficientes para reducir el estrés en un 68%, ya que disminuye la tensión, la frecuencia cardiaca y la producción de cortisol (la hormona que 'fabrica' el estrés).

No solo eso, al comparar la lectura con otras estrategias constataron que leer reduce el estrés más que cualquier otro método de relajación. Funcionaba mejor que escuchar música o podcast, meditar, tomarse una bebida caliente (café, té, leche) o dar un agradable paseo. A diferencia de estas otras actividades, cuando leemos un libro conseguimos de forma más efectiva distraer la mente de las preocupaciones o las rumiaciones (pensamientos en bucle). Entramos más fácilmente en una especie de estado alternativo en el que todo fluye sin interferencias. Nuestra mente desconecta y descansa, se reinicia.

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