OPINIÓN

Afecto

Vista del la pintura del presidente español y candidato del PSOE a la reelección Pedro Sánchez y al expresidente de la Generalitat y eurodiputado de Junts, Carles Puigdemont, dándose un beso en el mural del artista urbano TVBoy, en la plaza de las Glòries, Barcelona.
Mural del artista urbano TVBoy, en la plaza de las Glòries, Barcelona.
David Oller / Europa Press
Vista del la pintura del presidente español y candidato del PSOE a la reelección Pedro Sánchez y al expresidente de la Generalitat y eurodiputado de Junts, Carles Puigdemont, dándose un beso en el mural del artista urbano TVBoy, en la plaza de las Glòries, Barcelona.

"España no puede tener una mayor muestra de afecto a Cataluña y a los catalanes que hacer esta apuesta por reconstruir" la convivencia a través de la amnistía. Así lo ve Salvador Illa, el líder del PSC y hombre de confianza de Pedro Sánchez.

Es decir, el PSOE, que por lo que se ve es España, lo mismo que cuando los socialistas afeaban a Pujol que confundiera Convergència con Catalunya, son tan magnánimos, tan seguidores del evangelio, que se sacrifican por el bien de todos los españoles.

Illa, como otros socialistas, que yo sepa, no fueron a ver a los independentistas cuando cumplían prisión. Seguro que todavía no se les había aparecido ningún ángel anunciador en forma de resultados electorales. Empezaron a intuir que para volver a la Moncloa debían apartarse del grupo del 155 y así lo hicieron. Por esto concedieron los indultos.

Los independentistas no tuvieron la fuerza, entonces, de conseguir la amnistía, que, sobre todo, pidió ERC. Waterloo estaba todavía en retóricas y soflamas de adolescentes para ver cómo podía conservar el poder y acusaba a todos los que discrepaban del cuanto peor, mejor de traidores. Bueno, esto ya es historia. Y les aseguro que sus protagonistas no lo han contado todo.

Ahora vivimos otros tiempos, y hay que celebrar que el universo postconvergente vuelva, de la mano de un “militante de base”, a querer converger con otros o, si lo prefieren así, a querer ser traidores como en su día ellos mismos bautizaron a los republicanos.

Sinceramente, me gustaría que la amnistía se concediera sin estar vinculada a ninguna necesidad como, por ejemplo, la de conservar el poder. Así es que, señores socialistas, dejen de considerarnos unos bobos, por favor. Ni afecto, ni reencuentro, ni convivencia, ni monsergas: poder.

Ahora, será muy interesante ver cómo Waterloo cambia de lenguaje, aunque me temo que continuará en la épica de lo que nunca fue.

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