Iñaki Ortega Doctor en economía en la Universidad en internet UNIR y LLYC
OPINIÓN

Leonor

La princesa de Asturias, Leonor y el rey Felipe VI, este jueves durante el izado de la bandera
La princesa de Asturias, Leonor y el rey Felipe VI, este jueves durante el izado de la bandera
Chema Moya
La princesa de Asturias, Leonor y el rey Felipe VI, este jueves durante el izado de la bandera

Todo son malas noticias. Menos mal que la princesa Leonor ha salido a la palestra para ser la excepción. La guerra de Ucrania se cronifica con los aliados mostrando claros síntomas de agotamiento. Los precios de la gasolina han vuelto a subir y los alimentos acumulan año y medio de alzas todos los meses a doble dígito. La gobernabilidad en España se acerca al precipicio. Miles de migrantes llegan cada día a nuestras playas jugándose la vida mientras las mafias se enriquecen a su costa. Mueren periodistas de raza en la radio y los judíos viven otra vez la pesadilla de ser masacrados. En esas estábamos cuando la princesa de Asturias juró bandera el 7 de octubre en la Academia General Militar de Zaragoza junto a algo más de cuatrocientos jóvenes adiestrados para defender nuestro país de amenazas como las que acabamos de citar.

Como una más, a pesar de su condición, ha seguido la dura instrucción dando un ejemplo de que el liderazgo ha de estar basado en la humildad, la discreción y el servicio. El pasado 12 de octubre le tocó de nuevo examinarse en el desfile y en el besamanos del día de la Fiesta Nacional. Leonor volvió a demostrar que se puede ser el centro de todas las miradas sin arrogancia y soberbia. Virtudes que no todos practican a pesar de las altas magistraturas que ostentan. En la Grecia de hace veinticinco siglos la palestra era el lugar donde se combatía, derivado del verbo palaíein (luchar). Los griegos y romanos llamaban así a los gimnasios porque se practicaba la lucha clásica. No se sabe por qué, pero los antiguos pasaron a denominar con la misma palabra también el sitio de ejercicios literarios y debates públicos, quizás porque era una lucha intelectual. A partir de esta acepción, se formó la expresión salir a la palestra o saltar a la palestra, que significa "tomar parte activa en una competencia pública" o bien "aparecer públicamente".

Leonor ha salido a la palestra, y con su mayoría de edad y la jura de la Constitución en el Congreso el 31 de octubre le tocará participar en la vida pública de nuestro país, cada vez más emponzoñada por la política, pero también por una economía que no mejora desde la gran crisis del 2008, que la pandemia del 2020 terminó de rematar y que todos los analistas anuncian que empeorará en el 2024.

Leonor necesitará los mejores recursos para esa lucha intelectual. Sin duda, le ayudarán su formación militar y el ejemplo de sus padres, que atesoran un reinado impecable repleto de momentos que, la verdad, han superado con nota. Pero lo que ha quedado ya en nuestra retina de estos días de octubre es una joven con los mejores valores que reclamamos a las nuevas generaciones: trabajo, alegría y abnegación. Le viene en el ADN, pero también desde que fue bautizada con el nombre Leonor. Un clásico de las reinas europeas, pero qué casualidad que también de origen griego, como su abuela, porque proviene de Leocadia, que significa "la que todo lo ilumina con su blancura". Así nos hemos sentido muchos españoles al verla. Que dure mucho.

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