OPINIÓN

Investir al menos malo

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, y el presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, en sendos actos celebrados en Galicia a diez días de la investidura.
El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, y el presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, en sendos actos celebrados en Galicia a diez días de la investidura.
PP / PSOE
El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, y el presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, en sendos actos celebrados en Galicia a diez días de la investidura.

Arranca el debate de investidura de Feijóo con pinta de ser el epic fail político del año. Ni tiene los votos que necesita, ni los va a conseguir por mucho que alguno sueñe con tránsfugas antidemócratas. Por eso me sorprende que el líder del PP se haya empeñado en pasar por un trámite del que va a salir tocado. Igual pensaba que podía convencer al PNV, pese a que siempre han tenido claro que con Vox ni a la vuelta de la esquina, no sé si por buenos o por si luego como castigo les adelanta Bildu.

El caso es que Feijóo insiste en agarrarse al relato de ganador de las elecciones –chupito cada vez que lo repita en el debate– hasta el punto de escenificar el espejismo de su victoria. Al final, va a conseguir cambiarlo porque el viernes 29, cuando se repita la votación y tenga más noes que síes, será oficialmente el perdedor del 23-J. El titular no conjuga bien con el de candidato en caso de repetición electoral, pero Feijóo sabrá cómo llevar su carrera política. O igual ya va a por todas porque teme que no le quede tanta de esa, que al salir al balcón de Génova corearon a Ayuso...

Al que le queda carrete es a Sánchez, que ha tenido tiempo para llegar a acuerdos con sus socios de investidura independentistas habituales –lo son, por mucho que se olvide en campaña–. Lo ha hecho "rectificando" posiciones, que ya se sabe que lo suyo no es mentir, sino cambiar de idea sin permiso de los que le votaron creyendo que defendía otra cosa. También ha jugado un punto del programa que se le pasó contar en La pija y la quinqui: la amnistía. Sánchez se guarda para el final la sorpresa de si Puigdemont dejará de ser igual que el resto de españoles ante la ley, rectificando lo que su Ministerio de Justicia firmó en un informe de 2021 en el que se recogía que la amnistía para los condenados por el procés era claramente anticonstitucional.

Parece que sus votantes dicen en voz baja que amnistía no, pero tampoco Vox, así que eligen el mal menor. La pregunta es cuál es ese en realidad. El perdón a Puigdemont demostraría que el independentismo favorece a las élites. Por eso me sorprende que las voces críticas vengan solo desde la derecha, mientras en la izquierda más izquierda hablan de "cerrar heridas del procés". Lo realmente hiriente es que la igualdad ante la ley sea de rojos o azules, y no de demócratas como se supone que somos todos.

Lo que está claro es que llevamos desde 2016 que no hay manera de formar un gobierno que no sea en minoría o Frankenstein. Se hace campaña desde el mensaje de que el otro es peor, y no desde el verdadero valor de cada candidato. Al final, sientes que acabas votando al menos malo. También que votas desde el miedo porque viene el sanchismo o el lobo de Vox, una estrategia que sirve para mover votos, aunque luego no funciona para investir gobiernos. Lo que es seguro es que no vale para gobernar. Pero que será culpa del otro que era el malo.

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