50 aniversario del golpe

'El día que desaparecí': Chile se enfrenta al tabú de los bebés robados en la dictadura de Pinochet

Chile se enfrenta al tabú de los bebés robados durante la dictadura de Pinochet.
Chile se enfrenta al tabú de los bebés robados durante la dictadura de Pinochet.
Carlos Gámez
Chile se enfrenta al tabú de los bebés robados durante la dictadura de Pinochet.

"Horas después de que yo naciera la matrona llevó a mi madre a una sala. Fue ahí donde trató de engañarle para que firmara un documento de adopción. Ella no podía cuidarme, pero quería que lo hicieran mis abuelos. No firmó. Pero igualmente desaparecí". 

María Dimar tiene hoy 48 años, pero desde que era niña supo que era diferente. En Suecia, donde llegó en septiembre de 1975 con apenas diez semanas de vida, había pocas niñas con sus rasgos. Desde pequeña quiso saber por qué se sentía así y en su casa nunca le ocultaron que en algún lugar al otro lado del charco estaba su madre biológica. Sus padres adoptivos le aseguraron que le apoyarían si en un futuro quería encontrar sus raíces. Lo que no imaginaba era que en el camino se tendría que enfrentar a la herencia de un país marcado por la dictadura. 

María fue uno de los miles de bebés robados bajo la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), cuyo golpe de Estado contra el Gobierno de Salvador Allende cumple este lunes cincuenta años. Aunque no existen cifras exactas porque los documentos se eliminaban, las organizaciones no gubernamentales cifran en más de 20.000 los bebés sustraídos. Algunas aumentan hasta los 50.000. Suecia, Estados Unidos, Bélgica, Alemania, AustraliaFrancia, Italia, España... muchos son los países de destino de estos niños que, ahora como adultos, buscan justicia. Y en el mejor de los casos, poder reencontrase con sus familias.

El Estado contra los pobres

Los casos registrados de bebés robados en Chile se remontan a antes de la dictadura, pero fue en ese periodo cuando las instituciones perfeccionaron aquel sistema. Los casos dejan de ser esporádicos y se convierten en una política de Estado que tenía un perfil de víctima concreto: mujeres pobres.

Así lo explica a 20minutos Karen Alfaro, historiadora y académica de la Universidad Austral de Chile: "Durante la dictadura se implementó una política de infancia que promovía aumentar las adopciones, facilitando y flexibilizando los procesos para la salida de niños chilenos al extranjero". Funcionarios, jueces, médicos y trabajadores en materia de infancia crearon una red que facilitó la captación de niñas y niños pobres. 

La historiadora reconoce que entre los motivos de esta práctica está la búsqueda del Gobierno de Pinochet de mejorar las relaciones con otros países, pero sobre todo consolidar un Estado neoliberal que reduzca las políticas públicas, "fundamentales en la población más pobre". "En el fondo era un ahorro para el fisco, que no se tenía que hacer responsable de estos niños en situación de extrema pobreza", dice Alfaro. "Era un mecanismo para ahorrar y reubicar a niños en familias consideradas aptas".

La mayoría de estos bebés provenían de madres solteras, jóvenes, de zonas rurales y muchas de ellas analfabetas. Durante el proceso de búsqueda entraban en juego las llamadas captadoras, que analizaban durante el embarazo si eran un perfil apto para sustraer. Aunque el robo se producía tras decirle a la madre que su hijo había nacido muerto, no siempre fue así. El caso de María, como el de muchos otros, se basaba en tratar de forzar a la madre a dar el bebé en adopción o llevárselo a hogares infantiles y luego decirles que el bebé había sido adoptado y que no podrían volver a verlo. En ese momento los jueces y juezas implicados hacían los trámites para quitarle la tutela a la familia y que pudieran sacarlos del país, dándole un poder a un tutor.

"Cuando llegué a Suecia traía conmigo un pasaporte y una tarjeta de identidad, además del registro civil con el que me habían inscrito en Chile (antes incluso de que se realizara la adopción) con el apellido de mis padres suecos", recuerda en una entrevista a este medio María Diemar. En Suecia el proceso de adopción pasa obligatoriamente por una agencia no estatal que, en su caso, contaba con una trabajadora sueca en Chile que ayudaba a buscar los bebés.

Certificado de nacimiento con el apellido de los padres suecos de María Diemar.
Certificado de nacimiento con el apellido de los padres suecos de María Diemar.
Cedida María Diemar

"Les pedían a los padres que no viajaran a Chile y que ya se encontrarían con los bebés en el aeropuerto", dice María, que reconoce no tener claro si esta agencia sabía que eran niños robados. Aunque sí asegura que en investigaciones posteriores han podido encontrar documentos de aquella época entre las autoridades suecas y esta agencia donde "afirmaban no saber de dónde venían esos niños, pero aún así eran felices por poder enviárselos a familias de Suecia".

Por su parte, la historiadora chilena apunta que esta cadena de robos coincide con la existencia de muchas agencias internacionales de adopción que colaboraban directamente con los funcionarios o incluso se creaban expresamente por trabajadores chilenos. "En 24 horas se podían realizar los trámites para sacar a un niño del país. Muchos de ellos fueron enviados incluso con las auxiliares de vuelo a las que se les entregaba la tutela", manifiesta Alfaro. "Se cobraba entre 6.500 y 15.000 dólares por gestionar los trámites y los pagaban o las familias adoptivas o las propias agencias internacionales que luego recibían subsidios públicos", añade.

La odisea de encontrarse

El robo era el proceso inicial de una vida marcada por las escasas respuestas. Tanto en el caso de los bebés como de las madres. "Cuando tenía 10 años pregunté a mis padres y me mostraron unos documentos. En ellos había una pequeña frase que explicaba que mi madre era pobre, que no sabía leer y escribir y que trabajaba como empleada doméstica. También decía que ella deseaba un futuro mejor para mí y pude ver por primera vez su nombre (aunque luego descubrí que estaba mal escrito para que fuera más complicado encontrarla). ¡Y tenía un hermano mayor! Ahí todo fue más real", cuenta María. 

No fue hasta que cumplió los 20 años cuando decidió que quería viajar a Chile. Desde la agencia de adopción sueca le recomendaron emprender la búsqueda en persona, en vista de la negativa de las autoridades chilenas a darle información telemáticamente. Durante su primer viaje, en 1998, todo fueron problemas. "Ni en el hogar de menores, ni en el hospital, ni en el juzgado de menores me dijeron nada. Era como si nunca hubiera existido en ese país", explica.

Imagen del pasaporte usado para llevar al bebé robado desde Chile hasta Suecia.
Imagen del pasaporte usado para llevar a María Diemar a Suecia.
CEDIDA

Tras meses de intentos, la suerte comenzó a sonreírle cuando una trabajadora del Registro Civil Central de Santiago de Chile escuchó su historia y a escondidas le ayudó a buscar información sobre su madre. "Me dijo que estaba viva y que tenía más hijos. Aunque no pudo darme la dirección, por primera vez sentí que mi mamá estaba ahí". Tres años después, la agencia de adopción sueca consiguió la dirección y tras mucho presionar se la dieron. En el año 2003 se puso en contacto con una estudiante de periodismo chilena que ayudaba a jóvenes adoptados y encontrar a su madre se hizo más real.

"Le di la información y ella empezó a buscar. Envió a un familiar que vivía en Concepción a ver a mi madre. Fue a la casa y me envió un email donde me contaba todo. Me decía que el lugar era muy humilde y también que mi madre le dijo que ella nunca me había dado en adopción. Que fue su matrona la que hizo los trámites y que ella no podía hacer nada", cuenta María, que añade que su madre se había casado con un hombre que no sabía que ella existía, por lo que el reencuentro era complicado. La única persona que conocía de la existencia de María era la hija menor, con la que rápidamente se puso en contacto y a la que fue a visitar en varias ocasiones a Chile. Por primera vez su familia biológica se hacía un hueco en su vida. 

En busca de justicia

Todo este complicado proceso de búsqueda es el que tratan de evitar desde organizaciones como Hijos y Madres del Silencio, donde Marisol Rodríguez cuenta por teléfono que ayudar a las familias a reencontrarse no es la única vía para hacer justicia. Para Rodríguez es importante poner en marcha una comisión por la verdad y que "se pueda juzgar a las personas involucradas", ya que muchas de ellas están muriendo en el proceso. 

Es la misma solicitud que hace Constanza del Río, de la ONG Nos Buscamos. "Estamos pidiendo desde hace 9 años que el Estado de Chile reconozca a los niños y los bebés que robaron en dictadura. Sobre todo ahora que se cumplen 50 años del golpe de Estado, ya que la mayoría de traficantes eran funcionarios de este país. Esto va a ser una batalla eterna si nuestro presidente no levanta la voz". Además, recuerda la importancia de fomentar los bancos de ADN globales, como es el caso del banco mundial MyHeritage, a través del cual han conseguido encontrar decenas de familiares directos de muchos niños robados.  

Aunque el robo de bebés ha sido durante décadas un secreto a voces en Chile, no fue hasta 2018 cuando se comenzó a investigar. Cientos de personas han testificado ya ante la Fiscalía en este vasto caso en el que solamente el informe de María tiene 442 páginas. "Cuando vi que Mario Carroza estaba investigando y casi no mencionaba casos en Suecia les llamé. Yo sabía que por lo menos éramos 50. Ahora la investigación tiene solo de Suecia cerca de 200 casos", afirma María.

Paradójicamente fue la investigación la que aceleró el proceso de reencuentro entre María y su madre. "Después de dar toda la información me dijeron que para seguir investigando mi caso tenían que hablar con mi madre", lo que provocó que su marido se enterara. "No sabía qué hacer con la información de mi madre y pensaba que tal vez no quería tener contacto conmigo, algo que fue muy duro durante mucho tiempo. Sin embargo, tras la investigación me dijeron que mi madre quería que le llamara", explica María, que reconoce que el proceso por el que ha pasado de búsqueda y encuentro tanto ella como su madre ha sido psicológicamente muy complicado. 

Una vida esperando

En octubre de 2022, María y su madre se vieron en persona por primera vez. "Hizo un almuerzo para mí y hablamos durante horas. Vernos fue muy bonito pero a la vez muy difícil. Me contó que no sabía lo que me había pasado, si estaba muerta o estaba viva en esa ciudad o en otro lugar. No supo nada durante 28 años, pero me contó que siempre miraba a la gente pensando que tal vez esa niña era su hija", cuenta pausadamente María tratando de recordar todo lo que se habló bajo aquel techo de Lautaro. "Sé que ha tenido una vida difícil, pero fue algo bonito saber que había pensado en mí".

Imagen reciente de María Diemar.
Imagen reciente de María Diemar.
CEDIDA

Aquella experiencia removió los cimientos de una persona que durante más de cuatro décadas había removido cielo y tierra por tratar de encontrar respuestas. "Aquello fue importante para ambas, pero todavía estoy tratando de recomponer el trauma de todo esto. Fueron cuatro horas bonitas de mi vida. Pero son cuatro horas de una vida de 48 años", explica.

"Sé que ella también tiene su trauma. Yo por mi parte estoy tratando de ser una mamá de tres hijos, una esposa, una buena profesora, de tener mi vida ahora en Estados Unidos.... pero a la vez tengo lo de mi mamá ahí. Es difícil".  El reencuentro para María y su madre, como para tantas otras familias que han pasado por esta situación, no es ni mucho menos la meta a una sanación psicológica que lleva tiempo. En su caso, la terapia le ha ayudado a tratar de recomponer las piezas de un puzle personal al que ha dedicado una vida entera.

"Curiosamente mi terapeuta me contó que él nunca había visto a su madre porque murió, pero que tenía una foto suya en su escritorio. Desde entonces yo también tengo una foto de mi madre al lado del ordenador donde trabajo. Ahora la veo cada día y es como si la estuviera conociendo poco a poco. Esto es un proceso largo pero, por supuesto, la próxima vez que vaya a Chile iré a visitarla".

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