Juan Luis Saldaña Periodista y escritor
OPINIÓN

El arte del tragasables

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en el desfile militar del día de la Hispanidad.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, rodeado de sables en el desfile militar del día de la Hispanidad.
EUROPA PRESS
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en el desfile militar del día de la Hispanidad.

En su famoso libro Factfulness, Hans Rosling dedica un par de páginas del prólogo a explicar por qué se hizo tragasables. Siempre había amado el circo y el mundo del espectáculo, pero terminó dedicándose a la medicina. Después de mucho tiempo, se encontró con un paciente que tenía una tos persistente. Era un tragasables. Le pidió algunos consejos y se puso a practicar para cumplir su sueño.

Comenzó con un cucharón para servir la sopa y después con una bayoneta del ejército sueco de 1809. Cuando lo logró se sintió orgulloso y, según dice él, algo arrogante por haber descubierto una forma tan original de reciclar armas. Al terminar muchas de sus conferencias se quitaba la chaqueta y dejaba al descubierto un chaleco de lentejuelas brillantes. Después, se subía a una mesa y se tragaba la bayoneta mientras abría los brazos como un sacacorchos. Todo es ponerse, venía a decir.

El capricho de las urnas ha llevado a España a un momento complicado. Hemos visto ya tragar sapos, carros y carretas, tragar las propias palabras y tragar con casi todo, pero todavía nos falta lo más duro. Según lo escuchado en los últimos días, Puigdemont pretende que Sánchez se trague hasta el puño y la cazoleta la espada de Felipe V. Un cuadro de Hyacinthe Rigaud de 1701 retrata certeramente al monarca en traje español y con el arma. Felipe V viene a cuento porque fue el responsable de los Decretos de Nueva Planta que invoca ahora Puigdemont.

El llamado bloque progresista no es bloque y no es progresista. 

El llamado bloque progresista no es bloque y no es progresista. Anda muy lejos de ser un bloque por motivos evidentes y está también muy lejos de lo que entendemos por progresista, ya que tiene en sus presuntas filas a rancios representantes de la derecha heredera del Carlismo -Dios y ley vieja- y a firmes defensores de la dura derecha burguesa con sus desigualdades que no logran quitarse de encima la fama histórica de xenófobos que todavía puede justificarse en unos textos fundacionales que nadie, sorprendentemente, mira.

El sable se traga con un movimiento del mentón. hay que echarlo hacia adelante y de este modo se puede evitar la obturación. Conviene tener muy presente al rival político y el horror que supondría que llegara al gobierno. Esto funciona como un lubricante que ayuda a que el filo cortante de la espada deslice mejor por la garganta. Es el mejor argumento. Se repite fácil y se canta a coro. La ayuda del Tribunal Constitucional como comisariado político de parte en última instancia puede ser importante para que el sable no dañe los tejidos. Y, por supuesto, el aparato de propaganda, los boletines oficiales disfrazados de prensa, los tontos útiles del Twitter, los paniaguados enfadados en tertulias y algún monologuista gracioso con americana de cuadros y zapatillas que pasaba por ahí ayudarán a que el sable entre hasta el estómago y que a todos les parezca bien mientras debaten muy enfadados sobre la tontería irrelevante del momento.

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