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Carolina, Magaly y Natalia, tres voluntarias entregadas a las personas con discapacidad: "Tengo la sensación de haber aportado algo"

  • Estudiante, jubilada y consultora, ejemplifican los valores del Día de la Solidaridad que se celebra este jueves.
Carolina, Magaly y Natalia, tres voluntarias entregadas a las personas con discapacidad.
Natalia, Magaly y Carolina, tres voluntarias entregadas a las personas con discapacidad.
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Carolina, Magaly y Natalia, tres voluntarias entregadas a las personas con discapacidad.

El 31 de agosto tiene lugar el día Internacional de la Solidaridad, una fecha para promover y fortalecer los ideales solidarios y para recordar a todas aquellas personas que dedican su tiempo a ayudar altruistamente a aquellos que lo necesitan. En nuestro país, según datos de 2022, más de 3,3 millones de personas llevan a cabo algún de voluntariado y miles de ellas lo hacen dentro de asociaciones relacionadas con el mundo de la discapacidad.

Ayudar y apoyar a quienes lo necesitan es su principal objetivo, pero quienes deciden regalar su tiempo a los demás también aseguran que se llevan mucho, especialmente en forma de cariño, aprendizaje y agradecimiento. Este es el caso de Carolina, Magaly y Natalia tres mujeres que decidieron hace unos años ayudar a que personas con discapacidad disfruten de su tiempo libre. Hoy el voluntariado es una parte imprescindible de su vida.

Carolina de Miguel: "Me ha ayudado mucho a crecer como persona, a salir de mi zona de confort"

Carolina de Miguel tiene 28 años, y desde que, hace 10 años, descubrió el mundo del voluntariado, decidió que formaría parte de su vida para siempre. Al principio, según nos cuenta, lo hizo por necesidad, pero la experiencia le enriqueció más de lo que pensaba, "cuando acabó el colegio, teníamos que hacer un programa de voluntariado. Podíamos elegir entre dos y uno de ellos era en Sevilla, en una casa en la que vivían personas con discapacidad. Fue mi primera experiencia, estuve 10 días y me encantó, fue increíble". Fue entonces cuando tuvo claro que quería seguir ayudando. No allí, porque le pillaba un poco lejos de casa, pero más tarde, ya en Madrid, decidió buscar otras alternativas, todas relacionadas con la discapacidad.

Carolina de Miguel apoya a personas con grandes discapacidades en sus actividades de ocio.
Carolina de Miguel apoya a personas con grandes discapacidades en sus actividades de ocio.
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Finalmente dio con la Fundación Mas Natur, una asociación que se dedica a organizar ocio para personas con discapacidad con grandes necesidades de apoyo, "la mayoría tienen discapacidad física, van en silla de ruedas, pero algunos también algún grado de discapacidad intelectual. Lo que hacemos es acompañarlos en sus salidas de ocio. Cada voluntario va con una persona y les echamos en una mano en los que necesiten. Lo mismo les echamos una mano para comer, en el aseo... Aunque cada uno de nosotros va con uno, para que tengan una persona de referencia, en realidad, nos ayudamos unos a otros, lo hacemos todo entre todos. Yo intento siempre acompañarlos al menos una vez al mes", explica.

El objetivo de Mas Natur es que las personas con discapacidad puedan disfrutar del tiempo de ocio como cualquier otra persona, algo que sería impensable sin la ayuda de voluntarios como Carolina, "más allá de ayudarles en las necesidades básicas, también intentamos que disfruten de la actividad, que se lo pasen bien, que disfruten. Para eso, organizamos actividades todos los fines de semana, o sábado o domingo, y una vez al mes pasamos la noche fuera. Organizamos salidas, paseos, vamos a la bolera, actividades en el local… al final ese es su ocio, así que lo que quieres es que disfruten fuera de su casa o del centro de día. Y también para dar un respiro a la familia", cuenta. Un ocio, que también ella disfruta "lo hago porque quiero".

Carolina de Miguel junto a una de las niñas a las que ayuda en la Fundación, que ha preferido no mostrar su cara.
Carolina de Miguel junto a una de las niñas a las que ayuda en la Fundación, que ha preferido no mostrar su cara.
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Todo un ‘nuevo mundo’ abierto a sus ojos

Carolina reconoce que, además de ayudar a los demás, le mueve la voluntad de mejorar como persona y aprender, "antes de ser voluntaria, yo no tenía ninguna relación con la discapacidad y tenía mucho desconocimiento, como creo que hay todavía en la sociedad".

Este desconocimiento viene, según su criterio, porque tenemos miedo a conocer otras realidades, "muchos evitan, por desconocimiento o miedo, relacionarse con ellos. No saben cómo hacerlo, pero para saber, tienes que acercarte a ellos. A mí, a raíz de relacionarme con ellos, me ha cambiado mucho la mentalidad, lo normalizo más. He descubierto nuevas formas de comunicar. Personas que no tienen lenguaje oral, te enseñan que se puede comunicar dándote la mano, con una sonrisa, con una mirada…".

He descubierto nuevas formas de comunicar: darse la mano, una sonrisa, una mirada…".

Estos años colaborando, Carolina reconoce que lo que le aporta regalar su tiempo a personas con discapacidad es mucho, "me ha ayudado a crecer como persona, a salir de mi zona de confort y conocer personas que de otra manera no hubiera conocido y que son totalmente diferentes a mí, tanto las propias personas con discapacidad como otros voluntarios. Y, al final, quieras o no, se crean vínculos, tienes algunas afinidades especiales con algunos de ellos… También me ha ayudado a conocer cosas de mí que no sabía que estaban. Al final, si te dejas llevar, aprendes a ver a la persona más allá de la silla de ruedas y los ves a ellos igual que ellos te ven a ti".

Siempre que sus estudios se lo permitan -estudió terapia ocupacional y ahora está estudiando enfermería- su intención, sin duda, es seguir, sobre todo, porque le apetece y disfruta "es algo que te tiene que salir, que no se puede hacer por obligación". 

Magaly Villarroel: "Esta experiencia me ha ayudado a abrir los ojos"

Magaly Villarroel es una mujer con una gran vitalidad que quiere aprovechar para ayudar a los demás.
Magaly Villarroel es una mujer con una gran vitalidad que quiere aprovechar para ayudar a los demás.
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Cuando Magaly Villarroel se jubiló hace casi 10 años, tenía claro que quería hacer algo más que a la vida contemplativa. Su hijo, voluntario de la Cruz Roja desde que era estudiante, fue su inspiración, "empecé en el voluntariado gracias a él. Cuando me jubilé, pensé que podía dedicar mi tiempo a algo así, él me inspiró y me hizo ver que el voluntariado era la mejor opción", recuerda.

Después de buscar en varias asociaciones, se decidió por Avante 3, una entidad de Leganés (Madrid) que ayuda a las personas con discapacidad intelectual y sus familias para que lleven una vida más independiente. Ella vive en Madrid, pero no duda es desplazarse allí cuando hace falta para apoyar a un grupo de personas de la asociación en su tiempo de ocio, "me llegaron noticias de esta asociación y decidí empezar a colaborar porque hacen una labor increíble. Como buscaba algo que me diera cierta libertad, que no tuviera que ajustarme a un horario, elegí el ocio acompañado, para apoyarles en actividades que hacemos los fines de semana".

En esas salidas, que organizan entre unos 10 voluntarios y que deciden junto las personas participantes, hacen de todo, "desde salidas a exposiciones, museos, al cine, excursiones… y de vez en cuando hacemos salidas fuera, viajes… Se intenta que sean baratas para que el usuario tenga que poner lo mínimo posible", explica.

Magaly Villarroel en Toulouse, durante una de sus salidas con Avante como voluntaria.
Magaly Villarroel en Toulouse, durante una de sus salidas con Avante 3 como voluntaria.
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Un mundo desconocido… y maravilloso

Al igual que Carolina, tampoco había tenido antes ninguna relación con la discapacidad, pero gracias a este voluntariado, ha aprendido a conocerlos mejor, y lo que ha conocido le ha encantado, "son las personas más francas, más reales, más nobles que existen, son muy cariñosos, agradecidos… Era un mundo que no conocía y esta experiencia me ha ayudado a abrir los ojos. Entre ellos mismos se ayudan y se cuidan mucho, hay una solidaridad enorme". 

La visión que tiene la gente de las personas con discapacidad intelectual, según afirma Magaly, ha cambiado gracias a Campeones y a que uno de los actores (Jesús Lago) está en su grupo de ocio, "ahora lo saludan, lo reconocen… pero aún seguimos encontrando discriminación. La visión que tiene la gente de las personas con discapacidad aún es muy equivocada, se siguen apartando en un autobús, notas el rechazo…", dice con pena.

Yo puedo tener muchos problemas, pero el tiempo que paso con ellos, se me olvidan

A ella, sin embargo, asegura que le aportan muchísimo, "yo puedo tener muchos problemas, pero el tiempo que paso con ellos, se me olvidan…, me he hecho muy amiga de varios, y eso me llena de satisfacción. Pienso seguir, pues a pesar de mi edad, tengo mucha vitalidad, estoy ágil, sobre todo después de ponerme una prótesis en la rodilla", dice riendo.

Magaly se atreve incluso a acompañarlos en sus salidas al extranjero, "hacemos 'erasmus', que consiste en intercambios con otras asociaciones, hemos ido a Francia, Portugal… y he conocido personas con discapacidad y asociaciones de otros países". 

Y le gusta tanto la experiencia que la recomienda a todo el mundo, "ser voluntario en asociaciones relacionadas con la discapacidad te hace aprender muchísimo de ellos, te sientes superútil, y el tiempo con ellos pasa volando", asegura. 

Natalia Antón: "Los que somos más afortunados tenemos que contribuir"

Natalia Antón es consultora en temas de privacidad y de protección de datos, y dedica parte de sus ratos libres a ayudar a que personas con discapacidad y grandes necesidades de apoyo puedan disfrutar de su tiempo libre. Lo hace a través de una fundación, perteneciente a ASPACE, y la mayoría de las personas a las que ayuda tienen parálisis cerebral, con grandes problemas de movilidad y en muchos casos también discapacidad intelectual, "otros caminan, pero la mayoría van en silla y muchos de ellos necesitan mucha asistencia, para comer, ir al baño…, pero aparte de este apoyo, fomentamos que sea entretenido y divertido para ellos", explica.

Natalia, que acaba de cumplir 50 años, decidió entregar su tiempo a estas personas hace más de 20 años, a pesar de no tener ninguna relación con la discapacidad, "empecé a colaborar con una asociación con personas sólo con discapacidad intelectual con los que salíamos a pasear, quedábamos de manera informal y salíamos con ellos, los acompañábamos. Luego vi que eso se me quedaba un poco corto. Cuando me cambie fue muy fuerte, porque son personas con muchas necesidades de apoyo, pero no me costó. Quieras que no, te enfrentas a realidades a las que mucha gente no está preparada para ver o prefiere que lo afronten otras personas. Y es perfectamente razonable, porque no todos estamos hechos de la misma pasta", asegura.

Natalia Natalia Antón es voluntaria desde hace 20 años.
Natalia Natalia Antón es voluntaria desde hace 20 años.
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Desde entonces, intenta, al menos, acudir dos veces al mes a las actividades de ocio que organizan, "mi objetivo es ese, pero, como mínimo, mínimo, sí intento que sea una vez al mes". 

Con el tiempo, su voluntariado ha cambiado, pero no deja de estar al pie del cañón, "lo que ya no hago, por cuestiones físicas, es irme con ellos fuera de casa, los fines de semana, porque para mí ya es muy cansado. Para estar con ellos más tiempo tenemos voluntarios más jóvenes que están más preparados, tienen más fuerza… que la última vez que fui con ellos al parque de atracciones estuve varios días con dolor de espalda, jajaja", recuerda riendo, "ahora, muchas veces estoy más coordinando, organizando…".

Te enfrentas a realidades a las que mucha gente no está preparada para ver o prefiere que lo afronten otras personas

Lo que no ha cambiado desde hace 20 años es el objetivo por el que empezó, "tenía tiempo libre y quería utilizarlo, y quería que parte de ese tiempo libre fuera para los demás, para ayudar a otros".

Ese 'ayudar a otros' le hace sentirse tan bien que hasta se siente un poco egoísta, "tengo la sensación de haber aportado, de haber dado algo, haber ayudado a que unos padres se puedan ir a tomar una cerveza, a que dediquen tiempo a otros hijos que no tienen discapacidad y, sobre todo, a que estas personas con discapacidad salgan de la rutina y disfruten de su tiempo libre… y a mí todo eso me hace sentir muy bien, así que tengo que reconocer que lo que hago también tienen un puntito de egoísmo".

Natalia asegura que, además de la satisfacción personal de ayudar, el aprendizaje vital también ha sido grande en estos 20 años, "me ha servido para darme cuenta de que existen otras realidades y que todas pueden convivir, pero que para que esas realidades puedan convivir, todos tenemos que aportar. Esto enriquece y cambia tu sentido de ver las cosas. Y en cierto modo, te hace sentirse afortunada, porque ves realidades muy duras, realidades a las que precisamente porque eres afortunada, tienes que contribuir". 

Y también precisamente por eso, nunca dejará de poner su granito en esta o en otras montañas de arena, "si algún día no puedo colaborar con esta asociación, porque requiere de un gran esfuerzo físico, intentaré buscar otro tipo de voluntariado, pero no quiero dejarlo. A lo mejor termino acompañando a ancianos en residencias, pero algo haré", dice segura. 

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