Juan Luis Saldaña Periodista y escritor
OPINIÓN

Oda a la palabra pitorro

Este recipiente de barro cocido que sirve para almacenar el agua y mantenerla fresca es un objeto típico de la cultura española, siendo habitual en Castilla, Aragón y el tercio sur de la Península. El ejemplar más antiguo pertenece a la cultura argárica.
Este recipiente de barro cocido que sirve para almacenar el agua y mantenerla fresca es un objeto típico de la cultura española, siendo habitual en Castilla, Aragón y el tercio sur de la Península. El ejemplar más antiguo pertenece a la cultura argárica.
EUROPA PRESS
Este recipiente de barro cocido que sirve para almacenar el agua y mantenerla fresca es un objeto típico de la cultura española, siendo habitual en Castilla, Aragón y el tercio sur de la Península. El ejemplar más antiguo pertenece a la cultura argárica.

Amado pitorro, nadie se acuerda de ti. Todos hablan de lo mismo, de lo que toca, de la investidura y del beso, del incendio y la violencia, del juicio sin juez, del dinero y la guerra. Tú, pitorro, eres una palabra bella, armónica, encierras en tu sonoridad parte de tu significado, eres, sin serlo, onomatopeya, eres historia, cultura, memoria, belleza, sonido, reverberación. Pitorro, eres la vida. En agosto debería haber un espacio para hablar de ti. Nos estamos enfadando demasiado para ser agosto. Hay que hacerte un hueco entre tanto griterío.

Hace años trabajé en una radio. Venía la crisis como una borrasca y el dueño quiso que los presentadores aprendiéramos a manejar los mandos. Aquello se llamaba hacer autocontrol y era, sin duda, más difícil que el autocontrol emocional. Un técnico paciente nos daba clases antes de comer. Estábamos cansados y algo despistados. En una de las primeras sesiones, un compañero levantó la mano y dijo lo siguiente al profesor mientras señalaba a una mesa con cientos de botones giratorios: “No he entendido para qué sirve ese pitorro”.

Tú, pitorro, eres una palabra bella, armónica, encierras en tu sonoridad parte de tu significado, eres, sin serlo, onomatopeya, eres historia, cultura, memoria, belleza, sonido, reverberación.

Cuando el técnico paciente concluyó la explicación a la pregunta, levanté la mano y dije: "Solo quiero que dediquemos un momento a reflexionar sobre la belleza de la palabra pitorro". La clase terminó ahí. A todos les dio la risa floja. No hubo nada que hacer. Perdimos el autocontrol en todos los sentidos. Pero yo te amaba ya, pitorro, y te sigo amando. Te busco en la RAE y en otros diccionarios y encuentro definiciones incompletas que hablan de botijos y porrones y de que a través de ti entran y salen fluidos. Ay, pitorro.

Veo, pitorro, las llamadas pausas de hidratación de los partidos de fútbol y pienso en ti, en el botijo en la puerta del vestuario, de la enfermería o de algunas casas de bien, en el agua siempre fresca, en el mecanismo mágico y en la forma que transmites al sanador chorro de agua. Me acuerdo de aquel porrón con el pitorro roto -qué festival de erres- que en lugar de ser desheredado, subió en el escalafón porque ofrecía un chorro de vino más generoso. No hay mal que por bien no venga, pitorro.

Y recuerdo también el pitorro de la boina y aquellas historias que contaba mi padre sobre su colegio. Existía la costumbre de capar la boina ajena, dejarla sin pitorro, sin remate, sin gracia, ni belleza. Mantener el pitorro en la boina era en aquellos tiempos una muestra de estatus, la lucha por la permanencia de la especie en mitad de la escuela. Tantos pitorros capados, tantos sacrificios innecesarios no deben caer en el olvido. No te olvidamos, pitorro. Estás presente. 

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