La "boca del Infierno" existe, y se localiza en el valle de Napa, California, aunque solamente puede verse en algunas ocasiones. Pero lejos de ser un fenómeno sobrenatural, este agujero en el lago Berryssea tiene una explicación: se trata de un gran desagüe. 

Su construcción tuvo lugar en la década de los 50, cuando un grupo de ingenieros lo ideó para controlar el nivel de agua del embalse, como alternativa al conducto lateral que se usa en la mayoría de las presas, ya que la cantidad de piedras del lugar dificultaban el levantamiento de un canal tradicional. 

Veintidós metros de diámetro que solamente se ponen en funcionamiento cuando el agua del embalse supera los 134 metros de altura, algo que sucede, sobretodo, durante los períodos de lluvias extremas, y que contribuye a evitar inundaciones.  

En el siglo XXI solamente se ha podido ver en tres ocasiones: la primera en 2006, la segunda más de una década después, en 2017, y la tercera y última en 2019.

Tras la caída inicial del agua en el hoyo, entra en una tubería más estrecha que luego desemboca en el cercano Putah Creek, tras más de medio kilómetro de viaje horizontal.

Peligro de succión

Actualmente, el agujero se encuentra acordonado y se prohíbe la navegación y el baño a sus alrededores, pero no siempre fue así. En 1997 se produjo la primera y única muerte registrada en el 'Glory Hole' cuando una mujer nadó hasta la estructura de cemento. Allí, logró aferrarse durante veinte minutos, pero el rescaté tardó demasiado en llegar y su cuerpo fue arrastrado y encontrado varias horas después. 

El año pasado se hacía viral un vídeo en el que un cormorán era succionado por el tobogán, sin embargo, y muy a pesar del pobre animal, él ha sido la única víctima del agujero (desde aquella desafortunada nadadora).