Las relaciones de Feijóo con Vox: un ejercicio de funambulismo entre la aritmética electoral y la necesidad de marcar distancias

Los líderes de PP y Vox, AlbertoNúñez Feijóo y Santiago Abascal
Los líderes de PP y Vox, Alberto Núñez Feijóo y Santiago Abascal
Carlos Gámez
Los líderes de PP y Vox, AlbertoNúñez Feijóo y Santiago Abascal

Desde la llegada de Alberto Núñez Feijóo a la presidencia del Partido Popular, la relación de los populares con Vox se ha caracterizado por un ejercicio de funambulismo. A nivel autonómico, el PP gobierna comunidades autónomas con el apoyo de la formación liderada por Santiago Abascal, pero mantiene distancias a nivel nacional.

La sesión constitutiva del Congreso sumó otro nuevo desencuentro al historial entre los partidos liderados por Feijóo y Abascal. El hecho de que los de Abascal se quedaran sin representación en la Mesa y de que los populares se enteraran en directo de que los diputados de Vox no iban a votar a la candidata popular, Cuca Gamarra, como presidenta, sino a su propio candidato, dio una nueva muestra de falta de sintonía entre los partidos de derechas.

Según fuentes del PP, nada de lo acontecido en el Congreso esta semana cambia el apoyo de Vox a la investidura de Feijóo. De hecho, los populares agradecen que el secretario general de Vox, Ignacio Garriga, insistiera este viernes en que secundarían al líder popular, lo que consideran un "gesto de responsabilidad", y afirman que el apoyo es "firme". De hecho, fuentes consultadas por este periódico al partido liderado por Abascal advierten de que se mantendrá el respaldo, "pero que no cuenten con que sea gratis". En teoría, todo sigue como antes.

Pero a pesar de que ambos traten de mitigar este desencuentro, lo ocurrido esta semana ha provocado malestar en las filas de Vox. Abascal afirmó sentirse "perplejo" por su exclusión de la Mesa del Congreso y el vicepresidente de la Comunidad Valenciana, Vicente Barrera, fue un paso más y acusó a Feijóo de "escupir" a su partido. La realidad es que no es la primera desavenencia que se hace notable entre ambos partidos. 

El presidente de los populares insistió durante la campaña de las últimas generales en que su intención era la configuración de un gobierno en solitario. De ahí a que aspirase a una horquilla que lo situase por encima de los 150 diputados, para que tuviera la fuerza suficiente para emprender una legislatura sin el apoyo imprescindible de Vox y pudiera mantenerse en el centro del espectro político, negociando a izquierda y derecha. Pero la aritmética es tozuda y, tras el 28-M, en pocos escenarios autonómicos le salvó de depender de Vox para formar gobierno en solitario —sólo en Madrid y La Rioja alcanzó la mayoría absoluta—.

Extremadura protagonizó el pacto más controvertido. La actual presidenta, María Guardiola, entonó un bronco discurso rechazando cualquier gobierno con Vox: "No puedo dejar entrar en el Gobierno a quienes niegan la violencia machista, a quienes deshumanizan a los inmigrantes, a quienes tiran a una papelera la bandera LGTBI". Posteriormente, accedió a conformar un gobierno en coalición con Vox. 

Por otro lado, donde se hace más ostensible la falta de acuerdo entre PP y Vox es en la Región de Murcia. El candidato popular, Fernando López Miras, ya vio el primer intento de investidura frustrado por la falta de acuerdo con la formación liderada por Abascal. López Miras se quedó a tan sólo 2 escaños de la mayoría absoluta y reclama su "legitimidad" para gobernar en solitario. En cambio, Vox obtuvo sus mejores resultados autonómicos —un 18% del voto—, y reivindica su intención de entrar a formar parte del Ejecutivo. Por el momento, las negociaciones están rotas y la comunidad parece abocada a una repetición electoral.

A nivel nacional, y con unos resultados electorales que obligan a las formaciones de la derecha al entendimiento, el PNV parece ser el motivo del último choque, puesto que los populares también necesitarían a los jeltzales, que se niegan a negociar su apoyo por los pactos autonómicos del PP con Vox. La estrategia se basaría en una aparente "ruptura" con los de Abascal, con el objetivo de tratar de agasajar al PNV, para que ceda en su negativa y termine apoyando al candidato popular. Por tanto, al hacer visible esta fractura durante este jueves en la Cámara Baja, Feijóo podría acercar a los nacionalistas vascos al 'sí' a su investidura como presidente del Gobierno.

Ambos partidos no tienen más remedio que entenderse si quieren conservar alguna posibilidad de evitar la investidura de Pedro Sánchez. Pero los juegos de equilibrismo de Feijóo disgustan cada vez más a Vox, que ya ha avisado esta misma semana de que el PP no puede pretender apoyos a "cambio de ofensas".

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