Borja Terán Periodista
OPINIÓN

Carmen Martínez-Bordiú y cómo delata la manera en la que ha cambiado la fama

Carmen Martínez-Bordiú, en una imagen de archivo.
Carmen Martínez-Bordiú, en una imagen de archivo.
Efe
Carmen Martínez-Bordiú, en una imagen de archivo.

"Me gustaría seguir con lo que siempre me ha gustado, que son mis proyectos de viajes. Pero qué quieres, ahora con la crisis, los viajes que a mí me gustan son muy caros y no hay ninguna revista que quiera esos gastos". El día que Carmen Martínez-Bordiú respondió así a la pregunta de una reportera de la tele del corazón estaba, sin saberlo, definiendo el cambio que se avecinaba en el mundo del cuore.

"¿Qué estás haciendo?", le asaltó la informadora asfáltica. Y su contestación fue contundente, sin eufemismos. La declaración pasó desapercibida en los titulares de entonces, pero delataba cómo iba a cambiar el mundo de las celebrities.

Se van quedando atrás, muy atrás, las famosas de pedigrí que necesitaban una gran producción fotográfica en el hotel más caro de una glamourosa ciudad extranjera para dar envidia al mundo desde el papel couché. Aquellos reportajes eran una oda al elitismo artificial. 

Ahora, en cambio, las raíces de la fama crecen en las redes sociales. Las personas populares comparten su vida con sólo un clic desde su propio móvil. Ellos son sus propios fotógrafos y cuelgan en tiempo real su existencia a Instagram. Al igual que el resto de los mortales. Hasta pueden mostrar cómo se levantan con la legaña puesta. 

Esa naturalidad fomenta unos vínculos especiales con los seguidores, que sienten al personaje popular como un amigo al que hablar de tú a tú y no como un superior al que envidiar.

La rentabilidad de las celebrities se ha dado la vuelta, casi cual calcetín. Son sus fotos, las que se hacen y publican ellos mismos con su móvil, las que pueden generar grandes ingresos. Lo que deja fuera de juego a los famosos de antaño que ni siquiera saben cómo se hace una foto favorecedora. Y todavía menos cómo publicarla con el filtro perfecto para enamorar y a la hora ideal para sumar miles de likes en Instagram.

Las celebrities son más autosuficientes que nunca. Ellas manejan lo que se ve y lo que no quieren que se vea sin apenas pelear con nadie. Los negocios con la imagen se realizan de otra manera. Y, mientras tanto, algunos se quedan sin vacaciones caras. Porque quizá se acostumbraron a que ir de vacaciones era como trabajar en una superpeli de Hollywood. Con mucho presupuesto, mucho vestuario, mucha peluquería, mucho maquillaje, mucha primera clase y muchos pelotas alrededor.

Y sin necesidad de saber interpretar un guion, sólo posar como te colocaran entre unas pomposas cortinas y un suntuoso busto de mármol. Demasiada inversión en artificio para épocas de popularidad más democrática en las que cualquiera puede ser una estrella de la que enamorarse con quitarse una espinilla en un vídeo improvisado en TikTok. 

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