Borja Terán Periodista
OPINIÓN

Frustración, soledad y mentira en tiempos de la dictadura de la felicidad de Instagram

Instagram lanza un nuevo logo para su app.
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INSTAGRAM
Instagram lanza un nuevo logo para su app.

"¿Por qué si estamos tan conectados sentimos tanta soledad?" Me pregunta una alumna en una charla con estudiantes en Tenerife. En ese instante en el encuentro, este jueves, estábamos hablando de medios de comunicación y redes sociales como Instagram y, con este interrogante, la estudiante daba en la diana del daño colateral que provoca una plataforma donde se vincula la vida a una trepidante felicidad sin tregua. Porque en Instagram el usuario se ha ido convirtiendo en el guionista de su propia vida. Y si hay que ficcionarla, se ficciona un poco. O un mucho. Porque en Instagram la realidad es más impostada de lo que pretende ser.  Todo con tal de generar envidia en quien lo ve. 

Porque de eso se trata, de que los demás aspiren a tu vida. Aunque no sea tan perfecta como se proyecta. Y, además, el emisor sabe de inmediato si lo que publica gusta (o no) según el número de like que recibe. A más 'corazones', más éxito, más triunfo, más cariño de cartón-piedra. Pero para lograr 'likes', no vale caer en la repetición. O el interés pierde fuelle. Como consecuencia, el propio usuario intenta evolucionar sus tramas de cara a la galería para no dejar de fardar e interesar.  Se ha convertido en el 'showrunner' de su existencia. Como en las series.

De ahí que, por ejemplo, las vacaciones se planeen en busca del destino más 'instagrameable' posible, donde puedas posar de manera más espectacular y conseguir los retoques de luz y color más arrebatadores. Dando sólo la información que te conviene, claro. Si un domingo te has acoplado en el yate de un amigo de un amigo, ese dato no hay ni que mentarlo: posa en el yate como si fuera tuyo o al menos para que tus seguidores especulen sobre ello. Si en tus vacaciones estás alojado en el albergue más feo, cochambroso y barato que encontraste a muchos kilómetros del centro, eso jamás se muestra ni de pasada en stories. 

En Instagram el usuario se ha ido convirtiendo en el guionista de su propia vida. Y si hay que ficcionarla, se ficciona un poco. O un mucho."

Es la clave del éxito de Instagram, que te permite encuadrar y contar sólo aquello que te interesa para construir el relato que quieres. Lo que hay fuera de plano no importa, no aporta si no es cool.  Son los tiempos que vivimos, en medio de esa ansiedad latente por compartir imágenes de momentos especiales, por forzados que resulten.

Hemos sido testigos de la evolución de Instagram durante esta última década. Tras unos comienzos ingenuos, en los que fotografiábamos cualquier cosa y daba igual tener tres 'likes', la red explotó con la llegada de las celebrities y los influencers, que provocó que cualquiera aspirara a hacerse "famoso" en Instagram, imitando las fotos de sus ídolos, teniendo el mayor número de seguidores posibles y por consiguiente la mayor cantidad de 'megustas' como medida de aceptación social o hasta como forma de ganar dinero si las marcas te pagan por posar con bolsas de patatas, perfumes o lo que sea. La saturación, el estrés y el desasosiego que produce esta competición por el like probablemente cambie en el futuro próximo y la tendencia sea que la gente se piense más lo que publica e intente proteger de nuevo su intimidad, tras una época regalando demasiada información y generándose una ansiedad innecesaria en busca del like.  Pero, mientras tanto, deberíamos aprender a mirar las redes sociales con más espíritu crítico para frenar esa frustración de asistir a vidas prefabricadas de ensueño mientras tú estás atrapado en casa. Siempre al consumir las redes sociales deberíamos recordar una premisa, que quizá suene a tópico, pero es un hecho que cuando estás tan bien contigo mismo y pasándotelo genial de verdad no tienes necesidad de subir ninguna story o foto a Instagram para que los demás vean lo bien que te lo estás pasando.

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