Borja Terán Periodista
OPINIÓN

Gloria Fuertes, soledad e inspiración para los vacíos del verano

Gloria Fuertes
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"La Soledad, atroz pelotillera, te invita a trabajar —mientras te mata— y te invita a llorar —mientras te seca—. La Soledad nos limpia, sí, nos limpia, —hasta dejarnos mondos y lirondos—; nos acompaña, sí, nos acompaña, pero se cobra bien la compañía—. La Soledad es ese mal criado que está solo esperando el testamento, atisbando, poniéndose nerviosa si mejoras, si por fin llega carta o llega cita... Qué asco de soledad", escribía Gloria Fuertes. Y lo leía en 1977 en TVE, desde el piso en el que vivió gran parte de su vida en la madrileña avenida de Alberto de Alcocer. 

Desde aquella luminosa sala en la que tantas veces se sintió sola. Sola con sus papeles y su emoción hecha poemas, sola con sus muñecos que no tuvo de niña, sola con sus dos teles. Una al lado de la otra, para ver a la vez La 1 y La 2, que antes llamaban UHF, sin necesidad de levantarse a cambiar de canal. Porque en los años setenta no había mando a distancia.

"La televisión me ayuda. Como vivo en la sala sola, los que padecemos o disfrutamos de soledad, la televisión, que tiene tan mala prensa, es como una amiga. No falla. Siempre está". Ahí, al entornar "siempre está", se dibujaba una sonrisa en su cara. Una sonrisa que, en cambio, transmitía la desazón de las ausencias.

Cuando la cultura miraba con desdén a la tele. Gloria Fuertes la entendía. Comprendía su compañía. Como, también, se percataba del valor de visibilizar la soledad en una época en la que se escondía detrás de la mirilla para que no te llamaran loco, para no defraudar expectativas sociales. Verbalizando, al final, ablandó los 'echar de menos' y, a la vez, advirtió los afectos que rodeaban su vida.

Cinco décadas después la tele sigue acompañando. Aunque las imágenes se han multiplicado en distintas y frenéticas ventanas. También en las redes sociales, que nos insisten en los pasos que dar para sentirte realizado. O no.

Las redes sociales no sueltan literalmente nuestra mano. Y tienen un superpoder: nos permiten estar con gente hasta cuando estamos solos gracias a la virtualidad que es realidad. Porque la virtualidad también la hacemos las personas. Pero, en el disfrute viral, se puede magnificar la soledad. Más aún cuando llegan las vacaciones. Porque plataformas como Instagram te llevan a idílicos viajes, fiestas, conciertos y chapuzones. Te llevan a todo lo que te estás perdiendo. Lo que puede acrecentar ese sentimiento de estar solo, aunque tal vez estés más acompañado que muchos de los que ves en las redes posando rodeados de gente.

Gloria Fuertes no sabía lo que iban a ser las redes sociales, aunque ya avanzaba a los niños de su tiempo esa sensación del vacío cuando, por ejemplo, narraba en la tele infantil el cuento de La gata Chundarata. De nuevo, la soledad planeaba. Y los pequeños atendían concentrados. Porque Gloria afrontaba la vida real a través de la poesía que desconfía de las intensidades del fustigarse, prefiere entenderse jugando con la festiva creatividad de un niño en el patio del colegio. 

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