Borja Terán Periodista
OPINIÓN

La manía con infravalorar la mirada infantil y lo que delata de nosotros mismos

Pipi Calzaslargas, histórica representante de la mirada desprejuiciada desde la tele infantil.
Pipi Calzaslargas, histórica representante de la mirada desprejuiciada desde la tele infantil.
RTVE
Pipi Calzaslargas, histórica representante de la mirada desprejuiciada desde la tele infantil.

Si alguien te dice que eres "infantil", ¿te lo tomas como piropo o como ofensa? La edad adulta nos empuja a desvirtuar el significado profundo de las palabras. Crecer nos hace más reticentes y puede provocar una peligrosa superioridad moral que frena cierta amplitud mental.

Y sí, infantil tiene un componente peyorativo asumido por todos. Pero no para todos. Nada más recibir el encargo de dirigir La bola de cristal por parte de la dirección de TVE, Lolo Rico tuvo claro que no iba a hacer un programa que tutelara la mirada de los niños y apostó por crear un espacio "infantil" que fuera un entretenido punto de encuentro para las familias. Fueran como fueran, a los pequeños y a los grandes se les hablaba con la inteligencia que merecían. Sin diminutivos, sin complacencias, con motivadora creatividad y mucho espíritu crítico, que es un superpoder para la vida.

Este invento televisivo caló emocionalmente, pues el show era tan libre como la travesura e imaginación de la niñez. Esa ingenuidad que ni siquiera tiene miedo a equivocarse. En las canciones de La bola de cristal hasta se llegó a cantar a las "vacaciones infernales" por los atascos que provoca el verano en la carretera y la suciedad que impregna en las playas. También Alaska se metió en la piel de una niña desmotivada con los estudios, que estaba sentada en el pupitre de atrás de la clase. 

La bola de cristal removía lo que se entendía por televisión infantil porque no caía en un falso buenismo que malentiende a los pequeños y los trata como si fueran pazguatos o 'seres de luz'. Al contrario, confiaba en su cristalina curiosidad. De hecho, esa ingenuidad de la niñez nunca deja de ser un aprendizaje para los adultos. Porque representa la curiosidad de cuando aún no se han adquirido los complejos de la edad. Sin embargo, lo fácil es tratar con desdén al ingenio infantil. A veces, da la sensación que incluso la pasión de los niños molesta. Lo que nos hace más pequeños: no físicamente, sino en el talento a la hora de relacionarnos, escuchar a todo nuestro entorno y comprendernos como sociedad.

Porque siendo niños también tenemos una visión del mundo y es tan verdadera como la de los mayores. La mirada infantil es la traviesa y motivadora ilusión de que todo está por descubrir. Seamos más infantiles y menos pueriles, pues. No es lo mismo. Y nos vendrá bien.

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