Los gatos también sufren ansiedad por separación: "Pueden establecer fuertes vínculos de apego con las personas"

Una persona acaricia un gato en un centro de acogida de animales, en Bruselas (Bélgica).
Una persona acaricia un gato.
Stephanie Lecocq / EFE
Una persona acaricia un gato en un centro de acogida de animales, en Bruselas (Bélgica).

Los gatos son animales conocidos por su independencia y su capacidad para adaptarse a diferentes situaciones. A diferencia de los perros, en los que es común encontrar casos de ansiedad por separación, los gatos parecen más autosuficientes y menos propensos a experimentar este tipo de angustia. Sin embargo, eso no significa que los gatos sean inmunes a este tipo de problemas.

La veterinaria Rosana Álvarez, acreditada AVEPA en Medicina del comportamiento y Máster en Etología clínica y bienestar animal, explica que los trastornos relacionados con la separación "son un conjunto de alteraciones o signos que se manifiestan cuando el animal se separa de los individuos que le producen bienestar y seguridad".

"Hasta ahora se había pensado que el gato, como especie no social, como lo es el perro, y de naturaleza independiente, no mostraría problemas al separarse de su familia humana", detalla. "Sin embargo, hoy en día se está viendo que los gatos pueden establecer fuertes vínculos de apego con las personas".

Al establecerse estas relaciones tan estrechas, sí que pueden aparecer "signos similares a los que se presentan en el caso de los perros cuando se separan de sus individuos de apego". "Aunque no hay mucha evidencia científica aún al respecto", aclara.

Cómo son estos trastornos en nuestros pequeños felinos

Según uno los estudios más recientes, que pretendía desarrollar un cuestionario para los tutores de mininos que identificara comportamientos que puedan indicar trastornos relacionados con la separación y en el que participaron 130 familias y un total de 223 gatos, "las conductas más frecuentes y sus porcentajes fueron: conducta destructiva (66,67 por ciento), vocalización excesiva (63,33 por ciento), micción inadecuada (60,00 por ciento), depresión-apatía (53,33 por ciento), agresividad (36,67 por ciento), agitación-ansiedad (36,67 por ciento) y defecación inadecuada (23,33 por ciento)", expresa Álvarez.

Además, la experta apunta a que, en el mismo estudio, "la ocurrencia de estos trastornos se asoció con el número de mujeres viviendo en la casa, la falta de enriquecimiento ambiental, la ausencia de otros gatos en casa y el número de horas que el animal pasaba solo".

"La ansiedad por separación es un trastorno más propio de animales sociales, por eso no se esperaba del gato el hecho de presentar este problema", comenta. "Sin embargo, un estudio retrospectivo en más de 700 gatos arrojó conclusiones positivas a este respecto, encontrando que un 20 por ciento de los gatos lo sufrían, siendo más frecuente en machos entre uno y siete años, y en hembras de más de once".

La creación de un vínculo de apego seguro es muy importante para prevenir el estrés en la separación

En resumen, Álvarez explica que los factores que influyen en la presentación de la ansiedad pueden ser varios, pero que el principal es "la ruptura de la unión entre el animal y la persona con la que tiene un vínculo social establecido, además del tipo de apego existente".

"La creación de un vínculo de apego seguro es muy importante para prevenir el estrés en la separación, así como la crianza llevada a cabo en las condiciones y tiempos adecuados, constituyendo la separación temprana de la madre un factor predisponente", detalla la experta en comportamiento animal.

Demostrado que los gatos pueden también sufrir ansiedad por separación, ¿qué podemos hacer los tutores para tratarla? "Sobre el tratamiento de este problema en la especie felina no hay muchas fuentes de información certera", expresa Álvarez. "Es de esperar que aplicar las técnicas de tratamiento que funcionan en los perros sería correcto".

Una persona acariciando un gato.
Una persona acariciando un gato.
Bennett / FLICKR

"Así, una rutina segura, previsible y consistente de interacción con la familia, un enriquecimiento ambiental correcto, evitar o reducir los factores estresantes y amenazantes, las técnicas de desensibilización a la salida del tutor o tutora y, en los casos necesarios, el tratamiento con nutracéuticos, feromonas o psicofármacos, serían los posibles tratamientos", detalla la especialista.

Además, cabe destacar que si no tratamos este problema, el animal se verá sometido a un estrés que se tornará crónico con la consiguiente merma del bienestar animal y de la familia. "Hay que recordar que el estrés crónico puede conducir a otros trastornos conductuales y patologías como la agresividad, conductas compulsivas, miedos, una eliminación inadecuada, la disminución de la inmunidad y a problemas dermatológicos, urinarios o gastrointestinales", concluye Álvarez.

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