Sánchez y Feijóo trasladan la campaña a Bruselas y chocan en su visión europea un día antes de que España asuma la presidencia

Sánchez y Feijóo en Bruselas.
Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo, en Bruselas.
EP / EFE
Sánchez y Feijóo en Bruselas.

España asume desde este sábado la presidencia rotatoria del Consejo de la UE, y ocupará ese cargo de 'arbitraje' entre los 27 hasta el próximo 31 de diciembre. Pero hay una particularidad —que no es novedosa pero sí relevante— y es que el país celebra elecciones generales el 23-J, con esta presidencia ya en marcha y con posibilidades de que haya un cambio en el Gobierno. En ese contexto, de hecho, Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo coincidieron este jueves en Bruselas y trasladaron a la capital belga sus choques en campaña, además de discrepar sobre su visión europea.

A su llegada a la cumbre del Consejo Europeo, Sánchez habló de los peligros de que el PP "derogue" si llega al Gobierno sus medidas económicas, al tiempo que celebró el dato de la inflación, que se moderó en junio al 1,9%, su nivel más bajo desde abril de 2021. El presidente del Gobierno avisó de que si se cambia de rumbo económico es posible que España "eche el freno" en este sentido. 

"Lo sensato, lo que nos aporta el sentido común es no derogar lo que funciona", continuó el jefe del Ejecutivo, antes de reiterar que la economía española "va a como una moto" incluso en un contexto muy complicado por la invasión rusa de Ucrania. "La economía española es la principal economía que más crece de la UE, estamos creando empleo como nunca y estamos rebajando y controlando los precios como nadie".

Pero Feijóo discrepa, y de hecho en la reunión de líderes del PPE defendió su modelo para después asegurar en rueda de prensa que pretende cambiar el plan de recuperación pactado por el Gobierno con Bruselas. "Es una moto que no funciona", aseguró el presidente del PP para referirse a la "mala ejecución" de las ayudas que está haciendo, a su juicio, el Ejecutivo de Sánchez. El mensaje económico de hecho siempre ha sido un pilar importante para los populares, y aunque la presidencia del Consejo sea un elemento corsé, que no da espacio para grandes giros, a nivel de discurso sí se podría dar ese cambio.

A la vez, el dirigente gallego acusó al Gobierno de "utilizar las instituciones" europeas para criticar al PP y para "esparcir bulos" en plena campaña electoral. Se quejó además de la falta de información por parte de Moncloa hacia el principal partido de la oposición sobre el devenir de la presidencia del Consejo. "Lamento profundamente la actitud del Gobierno, que es injustificable. Ni una sola llamada del presidente en relación a la presidencia, no tengo un solo documento con este evento de extraordinaria importancia, ni reuniones ni contactos permanentes con Moncloa o Exteriores", concluyó.

En lo que se refiere a la agenda de la presidencia, no tendría por qué cambiar en exceso porque, además, Moncloa insiste en que la hoja de ruta ya está marcada. No obstante, el PP y el PSOE no ven la UE de la misma manera, aunque en este caso el peso de España es de coordinación dentro de la presidencia de turno, que asume por quinta vez desde su entrada, en 1986, en lo que hoy es la Unión Europea.

"La política europea es una política de Estado", aseguró el propio Pedro Sánchez este jueves a su llegada a la cumbre del Consejo Europeo en Bruselas. En eso coincide Feijóo y en esa línea usó su estancia en la capital belga para presentar a su equipo de la presidencia del Consejo si gobierna después del 23-J. En él se encuentran, entre otros, los exministros Ana Palacio, José Manuel García Margallo, Iñigo Méndez de Vigo o Miguel Arias Cañete, que también fue comisario de Agricultura durante la legislatura europea que fue del 2014 al 2019.

Pedro Sánchez, por su parte, presentó hace ya unos días las prioridades de la presidencia, y hay de hecho varios temas clave en ella: la energía, la autonomía estratégica, la migración y las relaciones con América Latina. Además, se suma el reto de 'apadrinar' la reforma de las reglas fiscales, un debate liderado de facto por Nadia Calviño pero que todavía se encuentra en una fase muy embrionaria precisamente en el seno de los ministros de Economía.

Otra de las obsesiones de Moncloa ahora mismo es la reforma del mercado energético, que genera importantes divisiones todavía entre los Estados miembros, con un grupo liderado por España que quiere un cambio profundo, frente a otros, entre los que está Alemania, que pretenden aplicar medidas más concretas basándose en lo que se ha hecho hasta ahora desde el inicio de la invasión rusa de Ucrania. En este sentido, los socialistas quieren impulsar la autonomía estratégica; este es un pilar descrito como clave para el futuro de la UE y además se trata de algo transversal.

Desde el PP la mirada es diferente y además se quejan de forma insistente de la falta de comunicación por parte del Gobierno en un tema tan relevante como la presidencia del Consejo. Creen que el Ejecutivo de Sánchez "no ha estado a la altura". Desde la formación reconocen que no tienen demasiado margen para alterar la agenda que ha marcado el Gobierno de coalición, aunque sí podrían virar hacia un sentido más económico, heredando precisamente la cuestión de las reglas fiscales y dando menos peso a la parte de la transición energética.

Sí que tendrán que coincidir PSOE y PP en otra de las prioridades: el pacto de migración y asilo. Aunque su enfoque sea diferente, el reto es que la legislatura europea termine con un acuerdo en este sentido y los 27 ya han fijado su posición, con cuotas de acogida o compensaciones económicas importantes en el caso de que no se acepte recibir a refugiados. Hungría y Polonia siguen tensando la cuerda y durante la presidencia española la gestión de este asunto marcará el paso de la UE en un tema que hasta hace nada ha sido tabú.

Las relaciones con América Latina es algo inalterable esté quien esté en Moncloa, porque se trata de un debe de la UE para el medio y el largo plazo y que, a nivel nacional, juega una función capital para España no solo por una cuestión estratégica, sino también cultural. "La UE necesita aliados", ha reiterado en los pasillos de las instituciones comunitarias durante las últimas semanas. Y al otro lado del Atlántico se ve a un socio fiable, con el que además queda pendiente cerrar el acuerdo UE-Mercosur que ya va por las dos décadas de negociaciones.

El hecho de que haya elecciones en plena presidencia del Consejo no es algo extraño y de hecho hay precedentes cercanos. Francia celebró sus presidenciales en abril de 2022, justo en la mitad de su paso por el asiento de 'mando' del Consejo de la UE. En ese escenario no hubo cambio de color político, pues Emmanuel Macron revalidó su estancia en el Elíseo. Suecia, por otra parte, sí giró hacia la derecha el pasado septiembre, justo antes de iniciar su turno pasando de un gabinete socialdemócrata a otro conservador. Ya en 2009 pasó algo similar con la República Checa, y desde Bruselas insisten en que aquella "también fue una presidencia exitosa". Asimismo, el siguiente semestre, tras España, será para Bélgica, que tiene previstos comicios en esas fechas.

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