Sánchez afronta su última cumbre de la UE antes del 23-J y de iniciar su mandato europeo con el foco en Ucrania y los lazos latinos

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, con el del Consejo Europeo, Charles Michel.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, con el del Consejo Europeo, Charles Michel.
EFE
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, con el del Consejo Europeo, Charles Michel.

El verano ya llegó pero en Bruselas la actividad sigue unas semanas más y lo hace este jueves y viernes con una cumbre del Consejo Europeo que presenta una agenda llena, densa, con temas importantes a tratar por parte de los líderes y con una buena parte del foco puesta en el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, por dos motivos fundamentales: el primero es que se trata del último cónclave a este nivel antes de las elecciones generales del 23 de julio, y el segundo es que se produce a solo unas horas de que España asuma la presidencia rotatoria del Consejo de la UE, un 'mandato' que estrena este sábado (y hasta el 31 de diciembre).

El orden de los asuntos no está todavía claro, pero Ucrania ocupará una parte muy importante, sobre todo después de que la Comisión Europea haya puesto sobre la mesa la opción de crear un fondo de 50.000 millones de euros entre 2024 y 2027 para ayudar a Kiev y también los 27 hayan acordado hace solo unos días el undécimo paquete de sanciones contra Rusia. Asimismo, justo antes de la cumbre el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, se volvió a salir del redil mostrando su desacuerdo con que se aumente el apoyo económico a Ucrania y asegurando que para él Vladimir Putin "no es un criminal de guerra".

El asunto de la invasión rusa es transversal y los líderes intercambiarán opiniones sobre cómo se puede seguir respaldando al Gobierno de Volodimir Zelenski, pero en este sentido también se pondrá sobre la mesa el plan que Bruselas ha impulsado para mejorar la seguridad económica de la Unión, precisamente frente a actores como Rusia o China. "La UE está firmemente con Ucrania y su pueblo, y seguirá apoyando firmemente la economía, la sociedad, las fuerzas armadas y la futura reconstrucción", insisten desde Bruselas.

Dos temas en los que España quiere tener una voz relevante son la reforma de las reglas fiscales y los avances hacia un pacto migratorio. El cónclave de estos días servirá para trabajar en ambos, aunque el primero de ellos todavía se encuentra en una fase inferior de debate entre los ministros de Economía de los Estados miembros. La parte de la migración es mucho más espinosa, y de hecho algunos socios como Hungría o Polonia pidieron precisamente elevarlo al Consejo Europeo. La presidencia española del Consejo tendrá ahí durante los próximos meses una piedra que esquivar (o, mejor dicho, que gestionar).

Los 27, en teoría, ya han marcado su posición para las negociaciones con el Parlamento, no sin reticencias de Budapest y Varsovia. Lo más relevante es que se da un compromiso de acoger un mínimo de 30.000 migrantes cada año, una cifra baja si se tiene en cuenta que han llegado por ejemplo unos 4 millones de ucranianos desde el inicio de la invasión rusa. A esto se añade una contribución financiera de al menos 600 millones de euros anuales a la reserva de solidaridad de aquellos gobiernos que no acepten dar asilo a la parte que les corresponda. En total, se daría una compensación de 20.000 euros por cada traslado rechazado. Se da eso sí la alternativa de que los países miembros que rechacen acoger a personas puedan dar apoyo logístico para los traslados.

España acogió de buen grado este paso, pero reconoce que hay muchos deberes por hacer, igual que en las relaciones con América Latina. Y es que otro de los puntos del encuentro en Bruselas será la preparación de la cumbre UE-CELAC que se celebrará el 17 y el 18 de julio, y en el que Moncloa quiere jugar un papel importante -además se celebra solo una semana antes de las elecciones- aunque en la Unión casi todos reconocen que ese encuentro será un primer paso solamente en una nueva fase de los vínculos con el otro lado del Atlántico.

En el día y medio aproximadamente que ser prevé que dure la reunión también se tocará el asunto de la Defensa. Según el Consejo Europeo, los jefes de Estado y de Gobierno harán balance de los progresos realizados en la aplicación de conclusiones anteriores, como la Declaración de Versalles, en la que los dirigentes esbozaron medidas para reforzar las capacidades de defensa de la UE, y la Brújula Estratégica, que define un conjunto coherente de medidas para contribuir a asegurar los intereses de la UE y proteger a los ciudadanos europeos. 

Se espera además que de la cumbre salgan nuevas orientaciones sobre la capacidad de seguridad y defensa de la UE, especialmente en materia de adquisiciones, inversión y producción. Con vistas a la próxima cumbre de la OTAN, que se celebrará en Vilna los días 11 y 12 de julio, los dirigentes también debatirán la cooperación entre la UE y la OTAN.

Muchos temas, poco tiempo y España en primera plana porque tendrá seis meses por delante desde el sábado para ser el árbitro de los 27, por mucho que un ojo se pose en el 23-J y Sánchez ahora quiera busque alternar su posición en Bruselas con una campaña electoral que, ya desde la precampaña, se prevé tensa. En la UE el ritmo no para.

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