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Conseguir un asistente personal es todavía más complicado para las personas con discapacidad intelectual

La asistencia personal es una herramienta clave para garantizar la autonomía.
La asistencia personal es una herramienta clave para garantizar la autonomía.
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La asistencia personal es una herramienta clave para garantizar la autonomía.

Solo el 0,56% de prestaciones concedidas por el Sistema para la Autonomía y Ayuda a la Dependencia se destinan a la asistencia personal. Y de ese pírrico 0’56% las personas con discapacidad intelectual prácticamente no tienen acceso a un asistente personal.

La asistencia personal es una herramienta clave para garantizar la autonomía y la vida en comunidad de cualquier persona con discapacidad, incluyendo las que tienen discapacidad intelectual y del desarrollo. Plena Inclusión trabaja con este colectivo y exige un plan estatal que extienda la asistencia personal a las personas con discapacidad intelectual y más necesidades de apoyo. “Por más necesidades de apoyo entendemos que dentro de este tipo de discapacidades hay personas que pueden tener otras además de la intelectual, como trastornos de salud mental, lo que agrava su condición de tener una discapacidad intelectual o del desarrollo”, explica Silvia Muñoz, coordinadora del proyecto de asistencia personal de Plena Inclusión España.

“La asistencia personal es una prestación económica incluida en la Ley de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las Personas en Situación de Dependencia de 2006”, explica Silvia. “En esta ley se regula que cualquier persona con cualquier tipo de discapacidad tiene acceso a la asistencia personal, pero el desarrollo de esta prestación es desigual en las distintas comunidades autónomas”. De ahí que desde Plena Inclusión pidan un plan estatal para regularizar este tema. “Un plan que diga a las comunidades cómo se tiene que desarrollar la asistencia personal”, añade Silvia.

Hay comunidades autónomas que ni tienen plan desarrollado para la asistencia personal y otras lo tienen pero muy precariamente. También sucede que “en algunas comunidades autónomas la asistencia personal es incompatible con otros recursos. Por ejemplo, si estás en un centro ocupacional, que es frecuente en las personas con discapacidad intelectual y del desarrollo, es poco probable que te den la asistencia personal. Pero en un centro estás unas horas, de nueve a cinco, por ejemplo, y el resto de horas del día estás sin apoyos salvo que te los dé tu familia. Dependiendo del sitio donde hayas nacido puedes tener acceso a un recurso o no y eso es injusto”.

En general todas las personas con discapacidad lo tienen complicado con el tema de la asistencia personal, pero según la comunidad autónoma done estén todavía lo tienen peor. Silvia rescata un dato: solo el 0’7% de las personas con discapacidad tienen asistencia personal. En ese 0’7 vuelven a estar incluidas las personas con discapacidad intelectual y del desarrollo. “La realidad es que muy poquitas personas de este colectivo tienen asistencia personal”, cuenta Silvia.

La asistencia personal se ha promovido muy poco para las personas con discapacidad intelectual y del desarrollo. Se ha promovido más para discapacidades físicas y fuera de eso casi nada. Normalmente se quedan fuera por las barreras burocráticas, la incompatibilidad entre servicios. Te pueden decir, vas a tener asistente personal pero no el resto de cosas que ya tienes y a la gente le cuesta hacer el cambio porque además suelen ser muy pocas horas de asistencia personal, normalmente menos que las que pasan en el centro, por ejemplo”, explica Silvia.

A estas dificultades se suma el desconocimiento. La figura del asistente personal se conoce poco entre las personas con discapacidad intelectual y del desarrollo, sus familias e incluso las propias entidades que trabajan con ellas.

Así pues, la ley recoge la figura del asistente personal, pero la realidad es que “a la hora de llevarla a la realidad se tienden a ofrecer los servicios más tradicionales”, explica Silvia. “Creo que tenemos la creencia de que la institucionalización puede resolver mejor las necesidades, incluso que es más barato, pero ya hay estudios que afirman que los apoyos personalizados con asistencia personal no son más caros. Hay una serie de creencias y hay que luchar contra ellas, la teoría está, lo que tarda es en calar”.

El apoyo individualizado mejora la calidad de vida de la persona, defiende Silvia. Es un apoyo que siempre va a ser de mayor calidad “porque tú puedes elegir todo”. En Europa se está promoviendo la desinstitucionalización. Plena Inclusión, que atiende a ciento cincuenta mil personas con discapacidad intelectual y del desarrollo en España, tiene como modelos a países europeos como Escocia y Finlandia. “Las poquitas personas con discapacidad intelectual y del desarrollo que tienen asistente personal en España nos dicen que por fin pueden vivir su vida como quieren vivirla. Antes no podían hacer todas las cosas que querían: actividades o elegir dónde vivir o con quién vivir. Les cambia la vida, los hay que han podido salir de una residencia gracias a la asistencia personal”.

Silvia pide que las comunidades autónomas alcancen un acuerdo en esta materia y que haya voluntad política y financiación. “Estamos hablando de cumplimiento de derechos. España firmó también la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, que recoge la asistencia personal en su artículo 19”. Hay que hacerlo, no hay que darle más vueltas.

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