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Jordi Bascuñana es ciego y correrá la maratón de Londres para ayudar a otros como él: "Para mí correr es terapia, la manera de relajarme"

Jordi y John entrenando en Madrid Río antes de la maratón de Londres.
Jordi (de azul) y John (de rojo) entrenando en Madrid Río antes de la maratón de Londres.
Cedida Jorge Villa
Jordi y John entrenando en Madrid Río antes de la maratón de Londres.

“Para mí correr es terapia, es la manera de relajarme, de quitarme tensiones, pero no solo en una maratón, sino cualquier día que entrene”, dice Jordi Bascuñana, que el próximo 23 de abril correrá la maratón de Londres. Jordi es ciego y correrá junto a su guía, John Kayan.

Jordi tiene 46 años y es de Terrassa pero vive en Madrid desde hace más de veinte años. Londres será su primera carrera en el extranjero y su cuarta maratón: empezó en Sevilla en 2015, Valencia en 2018 y Madrid en 2022. Recuerda que hacía gimnasia en el colegio y después de eso nada más. Todo cambió cuando hace más de diez años empezó a correr y se enganchó. No es deportista profesional, sino periodista.

La idea de correr en Londres surgió de John, que es londinense. Él llevaba años intentando participar a través del sorteo que organiza la carrera pero nunca le tocaba. Cuando el año pasado terminaron la maratón de Madrid comenzaron a hablar de intentar Londres. “Al final es una de las maratones más importantes del mundo y es un viaje cómodo, no te tienes que desplazar a otro continente”, cuenta Jordi. “Hay distintas maneras de correrla: está la del sorteo, pero cuesta mucho que te toque es casi como la lotería, también hay agencias de viajes que pagas un pack de hotel, dorsal y alguna cosa más, pero cuesta muy caro, hacen un buen negocio… Una tercería vía es que la organización de la maratón da dorsales a distintas ONG, que te los dan a cambio de que recaudes dinero para ellos y esta es la opción que hemos hecho”, explica Jordi.

Teniendo en cuenta que Jordi es ciego, buscaron una ONG relacionada con la discapacidad visual y encontraron la Royal Society for Blind Children. Tenían que recaudar 2.500 libras, como mínimo, para poder tener acceso a los dorsales y a la maratón. “Creamos dos páginas, una John y otra mía. La de John era para recaudar en Reino Unido y la mía aquí. Nos pusimos a darle el coñazo a la gente e hicimos también un par de eventos en Madrid: una fiesta en un bar y carreras y picnic en la Casa de Campo. De los eventos sacamos como un 30 o 40% de la recaudación”. Consiguieron su objetivo monetario y ya tienen sus dorsales. “Ahora solo es pensar en correr y en el viaje, aun así si todavía hay gente que nos quiere dar dinero puede hacerlo y será también para la ONG”.

Jordi explica que esta organización inglesa se encarga principalmente de apoyar a niños ciegos a nivel educativo y de formación. Al corredor le hubiera gustado que le tocara el sorteo porque así “no te complicas la vida, pero prefiero que el dinero vaya a una causa así que a una empresa como lo de la agencia de viajes. Además está mi implicación con la ONG al ser yo una persona ciega”.

La maratón, los 42,195 kilómetros

Jordi está convencido de que habrá más corredores ciegos y con otras discapacidades, pero no sabe las cifras. La maratón de Londres es multitudinaria, calcula que la corren unas 50.000 personas. “Al ser ciego y correr con guía hemos pedido permiso para que nos dejen salir antes. En una maratón se sale por velocidad: los primeros son los más rápidos y los últimos los más lentos”. Salir antes es porque para Jordi y John, al ser dos personas, es más difícil adelantar que si fuera uno solo. “Entiendo que nos han tenido en cuenta por el mensaje que he recibido de nuestro horario de salida, pero no lo sabremos seguro hasta que lleguemos allí”.

El reto deportivo de Jordi es bajar de las 3 horas y 45 minutos que hicieron en Madrid. “Londres es más fácil porque es más llano, aunque hay mucha aglomeración de gente, así que ya veremos”. Entre sus objetivos también está disfrutar de la carrera y no sufrir mucho. “Una maratón tiene parte de reto, de forzar el cuerpo, de entrenarte, también está la leyenda de la carrera. Digamos que correrlo no es sano, que tiene un punto de masoquismo”, dice sonriendo, “pero terminas muy satisfecho, aunque para mí la distancia en que me siento más cómodo es la media maratón. Soy de correr con música flojita porque hay kilómetros que ni te das cuenta gracias a la música”.

“La maratón también tiene esa parte más mística porque son muchas horas corriendo y se te pasan mil cosas por la cabeza, te da tiempo a pensar: haces balance de tu vida, de lo que te ha pasado, te vas también a la última vez que corriste una maratón… También es alegría, emoción, nervios los días previos por saber cómo te vas a encontrar y algo de orgullo, son varias sensaciones”.

La preparación de una maratón es dura. Jordi entrena con John, con otros guías si no está él, y solo alrededor de cinco días a la semana. Jordi y John forman parte del club de corredores Runners Madrid Río. Cuando Jordi entrena solo hace ejercicios con las piernas o corre en una cinta que tiene en casa. “Es la única manera que tengo de correr solo, pero es muy aburrido”.

Jordi y John unidos por la cuerda que utilizan para correr.
Jordi y John unidos por la cuerda que utilizan para correr.
Cedida Jorge Villa

Jordi y John corren unidos por una cuerda. Cada uno la agarra con la mano por un extremo. “Tiene que haber mucha comunicación, hablar: viene un escalón, un bordillo, aceleramos que viene mucha gente… Hablar, hablar, hablar.

–¿Pero se puede hablar en una maratón? –le pregunto desconcertada.

–Sí, ¡es más fácil hablar en una maratón que una carrera de cien metros! El ritmo es más pausado, aunque si hablas mucho te quita energía. También hay ratos que estás más introvertido.

Además de hablar hay toda una conversación gestual, John puede servirse del codo para indicarle a Jordi que hay que girar, también puede usar su cuerpo en determinadas ocasiones o cuando da un tirón en la cuerda quiere decir que hay que girar rápido, “porque viene un perro o vete a saber”. El ideal es que el guía vaya “sobrado de ritmo” en relación a Jordi porque en una carrera así “el desgaste que tiene se nota, es un sobrecansancio guiarme, tiene que estar atento a todo”. En cuanto a ritmo de carrera, al final va a ser siempre lo que Jordi pueda dar de sí. Recuerda la primera vez que corrió con alguien, “lo de ir con la misma brazada es antinatural, pero luego te acostumbras. Ahora cuando lo noto mucho es cuando corro con alguien más alto o bajo que yo”.

Lo que no puede soportar es que la gente se cruce en las carreras. “En general mal, pero cuando va un ciego corriendo, algún sustillo hemos tenido…”.

Somos personas como los demás

Al final se establece un vínculo entre corredor y guía. “Son muchas horas y no solo de carrera, también de preparaciones. El guía tiene sus problemas, yo los míos y hablamos un poco de todo. Cuando hacemos tiradas largas al final nos tomamos una caña para celebrar y comentarlo todo”.

A Jordi le han dicho que en Londres hay muchísima gente en la calle animando y tiene ganas de disfrutarlo, “la ONG tiene también un par de puntos de animación”. Está contento de pensar que en la maratón estará Mo Farah. “Es un atleta que admiro y aunque sé que no coincidiremos en nada porque él sale de los primeros, me gusta saber que corre la misma maratón que yo. Es un tío además que tiene una historia… llegó a Reino Unido dentro de una red de trata de personas y acabó ganando en las olimpiadas de Londres”.

El deporte es una parte esencial de la vida de Jordi: practicarlo y seguirlo. Le gusta seguir el fútbol y también el baloncesto. No comparte la etiqueta de superhéroe que mucha gente pone a las personas con discapacidad, tampoco la de superación. “Somos personas como los demás. Hacemos cosas que nos cuestan, pero a los demás también les cuestan. Hay mucha gente que se supera corriendo. Yo es algo que disfruto y lo hago porque quiero”, concluye. 

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