Se abre el telón y aparece un político actuando. Se cierra el telón, ¿cómo se llama la película? Les doy una pista porque este film tiene momentos de tensión, tintes de thriller, tragicomedia e incluso podría catalogarse de terror por momentos. La película se llama Año electoral y es más un chiste que un largometraje. 

En el reparto encontramos números musicales como el del señor Revilla cantando sin pudor, y sin mascarilla, en un hospital. Hay gag de humor a lo Benny Hill cayéndose de una bici, protagonizado por el alcalde de Bilbao. No podía faltar un espectáculo de baile a cargo del líder de los populares, Feijóo, a ritmo de El Tiburón. En el otro espectro, más contenido, pero igual de sobreactuado, el presidente Sánchez reuniéndose con jóvenes, pensionistas, libreros y cualquier sector susceptible de un voto que ayude a la dividida izquierda a formar equipo.

Una película donde no ha faltado la cuota de diversidad con Villacís vestida de trapera en un acto con la comunidad latina o la interpretación de la independentista Ponsatí siendo detenida por un amable mosso. Y todo esto trufado de la jocosa actuación del polifacético alcalde de Madrid, Almeida, interpretando a un saltador de colchoneta, un chutador de balones o un descubridor de placas.

Y no se olviden del cameo de Obregón saliendo del hospital en silla de ruedas con una niña en brazos o el del rey Felipe VI tocando el cajón. Pero ya saben que por mucho que queramos, en esto del cine de acción y la interpretación, América siempre nos gana. Así que un Trump con escena con toque porno incluida se lleva la palma. Estarán conmigo en que, con este guion y este reparto, lo del final feliz, pura ciencia ficción.