Prohibir el porno a menores de 18 para frenar las agresiones sexuales, un debate abierto en Europa que España todavía no contempla

Adolescente mirando su teléfono móvil en la habitación.
Adolescente mirando su teléfono móvil en la habitación.
Pedro Armestre / Save the Children
Adolescente mirando su teléfono móvil en la habitación.

No hace falta gran cosa. Con un móvil y acceso a internet, hoy en día cualquiera puede consumir pornografía. Incluso los menores de edad. Allí se encontrarán contenido de todo tipo, también conductas violentas y degradantes que muchos pueden percibir como cotidianas y reproducir en la vida real. El porno es, según los expertos, una de las principales causas que explica el alarmante aumento de agresiones sexuales entre jóvenes de los últimos años. En Europa ya hay países que están impulsando medidas para bloquear el acceso a estas páginas web a los menores de 18 años. En España, por ahora, no es algo que esté encima de la mesa y se opta más bien por fortalecer la educación sexual y enseñar a los adolescentes a diferenciar entre la ficción y la realidad. 

Siete de cada diez adolescentes consumen pornografía de manera frecuente, según un informe de Save the Children. Para el 30% es, de hecho, su única fuente de información sobre sexualidad, más de la mitad cree que el porno da ideas para sus propias experiencias sexuales y al 55% le gustaría poner en práctica lo que ha visto (el 47% lo ha hecho). 

¿Y qué ven? Un estudio publicado en 2020 por el Consell Audiovisual de Cataluña revela que la mitad de vídeos pornográficos incluyen representaciones de actos sexuales sin consentimiento de las mujeres, con términos como "violación", "violación en grupo", "abusada" o "forzada". Y en prácticamente todos los portales hay expresiones como "guarra", "petarda", "puta" o "tonta".

Por otro lado, los abusos y agresiones sexuales cometidos por menores de 18 años crecieron en 2021 un 58% (un 35,7% respecto a 2019), según la última Memoria de la Fiscalía, que alertó hace unos meses de "comportamientos altamente sexualizados a edades muy tempranas" y muy vinculados con el acceso precoz a la pornografía. Ante esta tendencia, hay países como Francia o Reino Unido que ya están impulsando medidas para restringir el acceso a estas páginas a los menores de edad y penalizar a las webs que no aseguren esta limitación. 

En España, por ahora, la estrategia va más dirigida a fomentar la educación sexual en todas las etapas educativas —como contempla la ley del 'sí es sí' y la reforma de la ley del aborto— para dar una respuesta "que no se sustente únicamente sobre el Código Penal", subrayan fuentes del Ministerio de Igualdad. "La educación sexual de niños y adolescentes es la medida más eficaz para prevenir y desincentivar el consumo de pornografía", añaden. 

Dentro de las instituciones europeas es un asunto que también está sobre la mesa, aunque de forma menos específica. En un informe de 2021, el Parlamento Europeo instó a la Comisión a combatir la ciberviolencia de género, también la pornografía. En uno de los puntos, pide a los Estados miembros "que pongan fin a la industria de la pornografía basada en el tráfico sexual, las violaciones y otras formas de agresión y abuso de mujeres y niños". Pero todavía no hay una directiva clara y específica al respecto. 

"El marco normativo actual está pensado en los ochenta y los noventa, para una pornografía que se vendía en revistas de quioscos y que se emitía en canales de televisión codificados. Si un menor quería acceder a ese contenido, se lo tenía que comprar un amigo o conseguir las claves de su padre. No era imposible, pero era complicado. Mientras que hoy en día la accesibilidad a internet es absoluta", explica a 20minutos Juan Martínez Otero, doctor en Derecho Administrativo de la Universidad de Valencia, especializado en la protección de menores en el entorno audiovisual. 

Un "peaje" por consumir pornografía

Martínez Otero va más lejos todavía, y asegura que el marco actual es incluso inconstitucional. Según defiende, hay un "conflicto de intereses constitucionales", entre los de la industria de la pornografía y la protección de los menores. No podría abolirse tampoco la pornografía, porque de nuevo sería algo inconstitucional al primar el valor de la protección de los niños de forma absoluta, pero el profesor de Derecho defiende que lo que hay que haces es "buscar un equilibrio", porque, subraya, "las restricciones de ahora son nominales, casi decorativas". 

Para este experto, la solución pasa por exigir a los portales de pornografía que cuenten con un "control verificado" de que quien accede es mayor de edad. "Lo exigimos para vender tabaco, alcohol, para comprar cosas en las aplicaciones, para alquilar una moto o un patinete, etc.", defiende. El proceso, según García Otero, es simple: pedir cualquier documento que acredite la mayoría de edad, ya sea una tarjeta de crédito o una foto del DNI. 

"Hay cientos de servicios online que tienen nuestros datos y no pasa nada. Lo que hay es una falta de voluntad política"

La disyuntiva aquí reside también en una posible vulneración de la intimidad de quien quiere consumir este tipo de contenidos, algo que, de nuevo, a juicio del profesor de la Universidad de Valencia, debe rebajarse en pro del interés superior del menor. "Si queremos proteger a los niños, hay que establecer algún tipo de barrera; un pequeño peaje para quien quiera consumir pornografía"

La fórmula ya quedaría en manos de cada empresa, que tendría que decidir cómo garantizar esa restricción en el acceso a sus páginas web, haciendo los datos anónimos o permitiendo que un usuario pueda registrarse cada vez que entra para que no quede archivado. "Hay cientos de servicios online que tienen nuestros datos y no pasa nada. Lo que hay, en el fondo, es una falta de voluntad política, aunque cada vez hay más gente de todas las ideologías que consideran que esto no puede ser", sostiene. 

Una conducta que "permea" en los jóvenes

Para Raquel Hurtado, psicóloga y sexóloga, esta es una cuestión compleja que no tiene una sola respuesta. Asegura que sí que hay una mayor sensibilidad entre los jóvenes respecto a la violencia de género, y que ya es más fácil para ellos identificarla e incluso denunciarla. "Son más conscientes de cosas que quizás antes estaban normalizadas", incide. 

Sin embargo, al hablar de violencia sexual, sí que coincide en que el porno juega un "papel importante", en el sentido de que "está permeando en las actitudes de los jóvenes, en sus vivencias y en la imagen de lo que es la sexualidad". "Si yo he visto en 200 vídeos que las mujeres sienten placer cuando sufren violencia o cuando la relación se mantiene por la fuerza, mientras duerme…, lo más probable es que acabe entendiendo que eso es lo que les gusta", añade. 

Es algo que ella constata cuando acude a las aulas a formar a los jóvenes en educación sexual. "Vemos que todo eso se pone en juego y que incluso las mujeres sienten que ese papel es el que les corresponde. No solo que el otro lo espere de mí, sino que me tendría que gustar". Eso, alerta, al final establece un "juego peligroso" porque implica que hay chicos y chicas que hacen cosas que no les apetece y que no les gusta, pero que no expresan. 

Ahora bien, si supuestamente son más conscientes de las violencias machistas, ¿por qué no les saltan las alarmas cuando visualizan contenidos degradantes o violentos? "Hay una diferencia entre la forma en la que la gente se relaciona en pareja; y con sus relaciones sexuales, el espacio de lo íntimo, donde además tienen muy pocos referentes", responde la psicóloga. "Ahí sí que es más complicado que expresen aquellas cosas que no les hagan sentir bien, porque la sexualidad no está en el discurso público", subraya. 

Educación sexual para diferenciar la ficción

Restringir el acceso a las páginas web de pornografía no es, para Hurtado, una solución eficaz, ni mucho menos fácil. "Hay una forma mucho más fácil, y menos costosa, de resolver el asunto que pasa por la educación sexual", asevera. Formando a los niños y adolescentes en este aspecto, en ningún caso supondrá que no vayan a consumir porno, "pero sí que, cuando lo vean, puedan acercarse a ese contenido de una forma crítica, haciendo diferencia entre realidad-ficción", así como que "la erótica tiene que ver con los deseos y que es diferente para cada uno".

La educación sexual, según la sexóloga, es igualmente útil para potenciar las habilidades de los jóvenes, y que sean capaces de conocer sus límites y poder comunicárselos a la otra persona. "Ahí tenemos muchísimo camino, y no empieza en Secundaria, sino en primaria, que es un escenario fantástico para aprender a no sobrepasar los límites", defiende. 

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