Borja Terán Periodista
OPINIÓN

'Motivos Personales': la paradoja de aplaudir su llegada a Netflix cuando ya estaba gratis en Mitele de Mediaset

Lydia Bosch en una imagen de la serie 'Motivos Personales'.
Lydia Bosch en una imagen de la serie 'Motivos Personales'.
20 minutos
Lydia Bosch en una imagen de la serie 'Motivos Personales'.

Muchos de los mismos que decían que se iban a dar de baja de Netflix por el cambio de reglas a la hora de compartir las cuentas y la progresiva subida de las tarifas, ahora celebran su suscripción. El motivo: la plataforma incorpora a su catálogo Motivos Personales.

Somos de labia compulsiva. Y el poder de la nostalgia provoca hipnóticos entusiasmos. Pero la paradoja es que Motivos Personales lleva años accesible para todos a sólo un clic y absolutamente gratis en la plataforma Mitele de Telecinco, la cadena en la que vimos el serial de intriga, suspense y delirio en 2005.

La diferencia es que Telecinco cuenta con la mochila de prejuicios sociales de más de treinta años de emisión en España, mientras que Netflix despierta esa entrañable simpatía de todavía ser joven y hábil en el marketing de parecer moderno. Aunque cada vez le cueste más disimular que no es tan vanguardista. O, al menos, tan novedoso como nos animó a pensar saciando nuestras impaciencias con su buena dosis de maratón de series.

Y con esa habilidad de forzar corrientes de opinión y ovación, Netflix ha comunicado que se hace con los derechos de Motivos Personales. Los fans que nunca ni intentaron ver la serie en la plataforma Mitele correrán a deglutirla en Netflix, aunque sea un ratico. 

Tenemos la sensación de poder acceder a tantas series que nos cuesta elegir. Incluso nos cuesta dedicar tiempo a descubrir. Así nos perdemos grandes historias, que se quedan en el ostracismo al no tener medios para acceder a las principales ventanas de emisión y de marketing. En tiempos en los que vivimos tan rápido y la vida está tan en el aire, como diría el personaje de Natalia Nadal, no sólo basta con contar bien una ficción o un documental, especialmente hay que comunicarlo bien.

El paraguas de la melancolía sirve como atajo para atraer a un público cada vez más disperso y que, cada vez, es más complicado de engatusar con el lanzamiento de un programa o serie completamente nuevo. De hecho, entre tanta oferta en la que indagar y en la que es fácil sentirse defraudado, agradecemos lugares seguros, que ya conocemos, que nos regresan a épocas más despreocupadas, idolatradas en los emotivos motivos personales de nuestra memoria.

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