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Los gatos también son grandes compañeros de terapia: "Nos pueden enseñar mucho sobre los límites como aprendizaje social"

El gato Txikilin durante una sesión de terapia.
El gato Txikilin durante una sesión de terapia.
BIAK BAT
El gato Txikilin durante una sesión de terapia.

Los animales se han convertido en nuestros grandes compañeros de vida, especialmente los perros y los gatos, quienes llevan siglos a nuestro lado, en nuestros hogares, aprendiendo de nosotros, y nosotros de ellos. De hecho, cada vez es más evidente los beneficios que nos aportan tanto a nuestra salud física, como a la mental.

Es por este motivo que cada vez hay más estudios sobre cómo estos peludos pueden ayudarnos a la hora de tratar enfermedades como los trastornos del espectro autista (TEA), o problemas de depresión, ansiedad o los problemas motrices, entre otros, gracias a las terapias asistidas con animales.

No obstante, en este tipo de intervenciones, es más común ver a perros como los Golden retriever o los Labradores, sin embargo, poco se habla de lo que nuestros pequeños felinos pueden aportar en este sentido. ¿Sabes cómo son las terapias asistidas con gatos?

En Biak Bat, llevan desde 2011 trabajando con perros y, en 2016, decidieron incluir también a los gatos en las terapias, que hasta entonces solo se paseaban por la consulta. "A raíz de ver a los gatos y ver la respuesta de las personas que venían a terapia, decidimos incluirlos de una forma más consciente y estructurada".

Biak Bat, enfocados en las terapias con animales

"Somos una asociación sin ánimo de lucro que nos creamos en el año 2011 con el objetivo de trasladar a otras personas lo que hemos vivido a nivel personal en relación al contacto  y convivencia con animales", explica Josune Azpiroz, coordinadora y psicóloga en Biak Bat.

No fue hasta que Azpiroz empezó a trabajar con animales cuando vio el potencial que éstos tenían a la hora de trabajar con niños. "Mi compañero nació con esa conexión con los animales y él ya me lo decía, pero yo no lo veía, hasta ese momento", cuenta. 

Los gatos Oreo y Txikilin en la consulta.
Los gatos Oreo y Txikilin en la consulta.
BIAK BAT

Tras colaborar con un centro, en 2011 decidieron crear Biak Bat, un centro dedicado exclusivamente a las intervenciones asistidas con perros y gatos. "Nos gustaría tener más animales pero nos hemos centrado en perros y, desde 2016, también trabajamos con gatos, tras adoptar a Oreo, una gata salvaje de esas camadas no deseadas; y al año siguiente, adoptamos a Txikilin", añade la coordinadora.

"Ellos estaban por la consulta siempre y, a raíz de ver la respuesta de las personas que venían a la terapia, decidimos incluirlos de una forma estructurada, realizando las intervenciones asistidas", explica Azpiroz. "Especialmente Txikilin se adapta muy bien a los cambios, le gusta estar cerca de la gente".

¿Qué hace un gato de terapia?

Las terapias asistidas con gatos son "un proceso totalmente distinto al de los perros". "Ellos tienen total libertad de entrar y salir en la sesión, una decisión que tanto los profesionales como las personas que acuden a nostros, debemos aceptar", afirma la coordinadora del centro.

"Hay que convertir el local en un lugar seguro para el gato", explica Azpiroz. "En el antiguo, como vivían allí, pues era su casa, ahora que hemos cambiado de sitio (y ya no viven ahí), hay que habituarles a los elementos como las colchonetas, el mobiliario...".

Te permite trabajar muchas cosas: la tolerancia, la frustración, el aceptar las decisiones de los demás... 

La psicóloga también asegura que es importantísimo el vínculo entre el gato y la persona que acude a la terapia. "Tienen que sentirse cómodos en su presencia, conocerlos, al igual que con los profesionales del centro", añade.

"Cada terapia es diferente con cada gato", afirma Azpiroz. "Se trabaja el vínculo con el animal, el generar confianza en él para que se ponga en tu regazo, por ejemplo, o para que se acerque y se deje tocar... Y mientras, se trabaja precisamente el que la persona entienda que, si el gato ha decidido que no le tocas, pues ya está. Nos pueden enseñar mucho sobre los límites como aprendizaje social".

La psicóloga explica que también ayuda mucho a trabajar el control de impulsos. "Con Txikilin tienen que controlar el no cogerlo en brazos; con Orea era que, si se acercaban a él de forma brusca, se iba; por lo tanto, tienen que controlarse para lograr ese acercamiento del gato y, con ello, aprenden a acercarse a las personas de manera pausada", detalla.

Txikilin durante una sesión de terapia asistida.
Txikilin durante una sesión de terapia asistida.
BIAK BAT

Otro ejemplo de actividades que realizan en las terapias asistidas con los gatos son aquellas más pensadas para la estimulación y necesidades que los gatos pueden tener, trabajando la cognición de los niños: "Podemos elaborar juguetes como cañas con plumas, en las que pasamos por un proceso de buscar un tutorial, elaborar una lista de materiales que necesitamos y, por supuesto, el crearlo".

"Es emocionante hacer todo eso y descubrir después si el gato quiere jugar con ello o no, aprovechando para trabajar la tolerancia, la frustración, el aceptar las decisiones de los demás... Te permite trabajar muchas cosas", asegura Azpiroz.

Beneficios y precauciones de las terapias con gatos

En cuanto a beneficios, la coordinadora de Biak Bat destaca algunos tanto a nivel emocional, como a nivel conductual. "El hecho de que el gato se acerque y te elija puede aportar autoestima, valía, confianza... Te enseña a respetar las decisiones de los demás (e incluso a valorar las nuestras) y los límites", detalla.

"A nivel conductual los gatos pueden facilitar la autorregulación, el autocontrol, que tengas que inhibir los impulsos o deseos frente a los de otros, y también aprender mucho sobre la relación con los animales", añade.

Es importante que la persona que esté dirigiendo la terapia conozca mucho al gato

No obstante, no debemos olvidar que la naturaleza felina puede resultar en ocasiones peligrosa, por lo que hay también una serie de precauciones que debemos tomar antes de realizar cualquier terapia junto a estos pequeños felinos.

"Tienes que estar mucho más pendientes de sus señales de estrés, por eso es importante que la persona que esté dirigiendo la terapia conozca mucho al gato", explica Azpiroz. "Todo tiene que ser positivo para ellos, ayudándonos de la comida para positivizar". 

En este sentido también hay que "gatificar" los espacios donde van a trabajar los mininos, ya que es importante que tengan "lugares seguros a los que retirarse si así lo desean, además de tener la opción de irse de la sala", concluye la coordinadora del centro.

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