Borja Terán Periodista
OPINIÓN

¿Vetar o crecer? El cambio de Telecinco en la búsqueda de nuevos personajes protagonistas

El hijo de Isabel Pantoja es un asiduo a los programas de Telecinco. No solo ha participado en realities como 'Supervivientes' o 'GH Dúo', sino que también ha acudido como entrevistado al 'Deluxe' en varias ocasiones.
El hijo de Isabel Pantoja es un asiduo a los programas de Telecinco. No solo ha participado en realities como 'Supervivientes' o 'GH Dúo', sino que también ha acudido como entrevistado al 'Deluxe' en varias ocasiones.
TELECINCO
El hijo de Isabel Pantoja es un asiduo a los programas de Telecinco. No solo ha participado en realities como 'Supervivientes' o 'GH Dúo', sino que también ha acudido como entrevistado al 'Deluxe' en varias ocasiones.

La palabra 'veto' vende. Crea sensación de conspiración, de mano negra, de planes urdidos desde la oscuridad. Estos días, ha saltado la noticia de la existencia de una circular en Mediaset para que se eviten determinados personajes en sus programas. Los nombres van de Antonio David Flores a Kiko Rivera y todos sus personajes secundarios. Se salva Isabel Pantoja, que para eso es la artista titular. Rápidamente, han saltado las alarmas y hay informaciones que hablan de censura y de prohibición.

Aunque quizá todo sea más fácil de explicar y, simplemente, la cadena asista a una evolución de su línea editorial. Telecinco vive una crisis de audiencia fruto del desgaste de los contenidos que nutrían sus extensos programas del reality show de los personajes del corazón. Incluso abusado de determinados protagonistas, que terminan siendo tan de nicho que han terminado expulsando al público transversal. El motivo: la sociedad ha evolucionado y ya no entiende la motivación de determinados conflictos. Y si no se entiende la motivación, no existe conflicto posible. En general, el espectador no se los cree, no los comprende y huye donde estén personas con un discurso que transmita verdad y que no vivan de vender pelea eterna para lograr una fama fácil.

No obstante, el cambio de una cadena no se puede realizar de la noche a la mañana. Es cuestión de tiempo, de ir probando y equivocándose, de apostar por nuevas historias con una mirada más actual y menos del reality show de 2002. Ya el público no está ahí, ya el corazón está superando la batalla campal de la moralina nociva y ni siquiera existe la generación Ni-Ni que tanto alimentó a Mediaset desde formatos que eran una factoría de crear famosos de bolo de discoteca poligonera, como Mujeres y hombres y viceversa. El amor ya no se acepta como una disputa para seducir al privilegio de un trono. 

Entonces, más que veto quizá sea evolucionar los contenidos para intentar acudir a otro tipo de perfiles de popularidad menos explotados y más representativos del lado aspiracional que se espera de la televisión de hoy. Pasar de la oscuridad actual a la luminosidad de la verdad. Eso no quiere decir que no se vuelva a hablar de Rocío Carrasco o de Ortega Cano. Volverán cuando la relevancia informativa lo demande, está claro. 

Pero Telecinco debe recuperar su imagen de entretenimiento travieso que no es lo mismo que corrompido, pues lleva un tiempo enredada en unos determinados tertulianos y personajes que dan de qué hablar a un público muy fiel del canal aunque, a la vez, saturan y expulsan al resto de la audiencia que considera al canal un lugar inseguro para disfrutar en familia. No se los cree, los ve enquistados en la avaricia de una fama superada. La audiencia ya está inmune a las mentiras de personajes que se creen resabiados de la cizaña que hay que dar a la televisión para que te sigan llamando. Qué equivocados están. La tele ya no es así, la sociedad tampoco. La cadena necesita referentes, no mercenarios.

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