Juan Carlos Blanco Periodista y consultor de comunicación
OPINIÓN

Demagogia ambulatoria

Vista de una de las cabeceras de la manifestación en defensa de la sanidad pública convocada este domingo en Madrid.
Vista de una de las cabeceras de la manifestación en defensa de la sanidad pública convocada este domingo en Madrid.
EFE/ Zipi
Vista de una de las cabeceras de la manifestación en defensa de la sanidad pública convocada este domingo en Madrid.

Por poner en contexto: 1. La sanidad pública universal no es de izquierdas ni de derechas, sino que es un derecho que asiste a todos los españoles desde hace casi cuatro décadas. 2. La sanidad pública no está en entredicho porque unos se la quieran cargar para favorecer a sus amigos de la privada o porque otros la quieren usar como ariete de sus intereses electorales. Y 3. Lo que ha reventado no es en sí toda la sanidad pública española, sino los ambulatorios de toda la vida. Y si han explotado es porque hemos sufrido una pandemia que ha esquilmado los recursos y porque ser médico de familia en un centro de salud en España se ha convertido en una profesión estresante y de alto riesgo que te condena a vivir con un sueldo muy bajo en comparación con el del resto de los colegas sanitarios y dedicándole a los pacientes una décima parte del tiempo que realmente necesitan.

Con esto de nuestra sanidad, nos hemos pasado unos cuantos hospitales a la hora de ponernos demagógicos. Se equivocan la presidenta Díaz Ayuso y los suyos cuando deslegitiman las manifestaciones –¿Se piensan que todo el que protesta es un rojo peligroso cuyo único objetivo es derrocarla en las urnas?– y se equivoca el presidente Sánchez cuando habla de los recursos de la sanidad como si él fuera el presidente de Tanzania o de Nueva Zelanda y no tuviera nada que ver con lo mal que se paga a los médicos en España.

La sanidad pública no es gratis. Cuesta unos 90.000 millones de euros al año y la pagamos entre todos los españoles a través de nuestros impuestos. Si queremos que siga funcionando razonablemente bien, hacen falta más recursos y menos proclamas. Más política y menos politiqueo. Más coordinación y menos guerracivilismo. La sanidad pública nos unía. Ya está bien de manosearla y de reventarla.

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