Chema R. Morais Redactor jefe
OPINIÓN

Las cámaras de Saura

El director español Carlos Saura.
El director español Carlos Saura, siempre con su cámara en la mano.
Jorge París
El director español Carlos Saura.

Era Carlos Saura un hombre a una cámara pegado. No es un tópico asociado al de director de cine. Es literal. El artista todoterreno llevaba siempre colgando del cuello una cámara, pero no de esos aparatos gigantescos que hacen travelings y planos cenitales, sino una pequeña máquina de fotos, de esas que empezaron a desaparecer con el florecimiento del móvil. 

De esta forma, nunca dejó de retratar aquello que le interesaba. Y era hombre de curiosidad infinita. Por eso, en su cine no solo se tocaban los grandes temas, sino también lo más cercano. La tierra y el folclore le inspiraron de tal manera que a ellos dedicó gran parte de su filmografía. 

Genio audiovisual y de figura muy reconocible, su pérdida para el cine es tan dolorosa como el hecho de que nos deje solo unas horas antes de unos premios Goya que le iban a rendir merecido homenaje. Y lo iban a hacer en Sevilla, él que rodó películas sobre Flamenco y Sevillanas, en una edición donde hay muchas cintas en liza deudoras de su legado. 

Hace solo unos años sí pudo recoger el premio de honor de una gala de los premios Forqué que se celebraba en Zaragoza, en su Aragón natal. Y ejerció de aragonés: “Estaba angustiado, pensé que al final se lo iban a dar otro”, bromeó en un photocall a unos espléndidos 88 años. De la mano de su hija Anna, quizá fuera el invitado que más sonrió. Y, mientras era retratado por miles de cámaras, él utilizaba la suya. Para no perderse ni un detalle. 

"Espero que el año que viene me den otro premio, para continuar viviendo con este entusiasmo que tengo por la vida y por el trabajo". No eran palabras vacías. Muy activo hasta el final, uno de sus últimos trabajos fue llevar a la pantalla Los fusilamientos del 3 de mayo, de ese otro genio aragonés que fue Goya, y al que ya había dedicado una cinta de su etapa en Burdeos. 

No ha podido cumplir los 100 años que sí celebró la mamá que llevó a la gran pantalla. Tampoco crio cuervos más allá de su obra maestra audiovisual. En muchas ocasiones comentó que siempre hizo las películas que quiso. Una libertad creativa que compartió con su hermano Antonio, el excelente pintor que falleció ya hace 25 años, y que nos deja momentos memorables y cintas que siempre nos acompañarán. Hoy se apagan las luces, pero nos queda todo lo que retrató con su cámara.

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