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En qué consisten y para qué sirven los talleres de habilidades sociales: "Ayudan a desenvolverse y construyen autoestima"

  • El objetivo de un taller de habilidades sociales es proporcionar herramientas para relacionarse de manera asertiva.
Las habilidades sociales se suelen adquirir de manera natural a través de la interacción con los demás
Las habilidades sociales se suelen adquirir de manera natural a través de la interacción con los demás
Kampus Production / Pexels
Las habilidades sociales se suelen adquirir de manera natural a través de la interacción con los demás

Los seres humanos somos seres sociales por naturaleza, y las relaciones que mantenemos con los demás son muy importantes en nuestra vida e indispensables para nuestro bienestar emocional y nuestro desarrollo personal. Para relacionarnos con los demás, utilizamos lo que se conoce como habilidades sociales, un conjunto de conductas que nos permiten interactuar y relacionarnos con los demás de manera efectiva y satisfactoria.

En general, estas habilidades sociales se van adquiriendo de manera natural a medida que vamos creciendo e interactuando con el entorno y con los demás, y dependen mucho de las características personales de cada individuo y del entorno social y familiar en el que crezcamos.

Las personas que, por los motivos que sean (exceso de timidez, autismo, discapacidad intelectual, trastorno del déficit atencional, etc.), tengan problemas para adquirir esas destrezas, pueden encontrar apoyo en los talleres de habilidades sociales, una terapia en la que les ayudarán a relacionarse, a interaccionar con otras personas y a manejarse en situaciones sociales.

Laura Arcos, psicóloga y Coordinadora del servicio de SAIDI de APHISA, asociación que atiende a personas con discapacidad intelectual y problemas del desarrollo y sus familias, explica en qué consiste en estos talleres y cómo pueden ayudar al desarrollo integral de estas personas.

Para quién están pensados los talleres de habilidades sociales

Puesto que somos seres sociales, a cualquier persona le puede ser útil un taller de habilidades sociales, "a través de las destrezas sociales, aprendemos a resolver conflictos, a iniciar y mantener interacciones, a expresar opiniones, a defender nuestros derechos... Adquirir estas competencias nos va a permitir tener un mejor manejo de la situaciones y mejorará la calidad de nuestras relaciones", asegura Laura.

Sin embargo, este tipo de talleres están especialmente pensados para aquellas personas que tengan problemas a la hora de establecer relaciones con los demás o que lo hagan de manera poco funcional, "las habilidades sociales se adquieren de manera natural, a lo largo de la vida en las interacciones con los demás. Sin embargo, en personas que presentan dificultades en la reciprocidad social, como es el caso de las personas con trastorno del espectro autista, es necesario realizar esta enseñanza de manera explícita e intencionada". 

A través de las destrezas sociales, aprendemos a resolver conflictos, a iniciar y mantener interacciones, a expresar opiniones, a defender nuestros derechos...

Las personas con autismo son, por tanto, firmes candidatos a beneficiarse de este tipo de talleres, pero no son los únicos. También, por ejemplo, personas que muestren timidez o aquellas que, para relacionarse, emplean conductas más impulsivas, "existen tres niveles de comunicación: inhibido, asertivo y el denominado agresivo. El estilo asertivo es el ideal y es el que, a través de las diferentes dinámicas, potenciamos en los talleres que realizamos", explica Laura. 

Qué se hace en un taller de habilidades sociales

El objetivo de un taller de habilidades sociales es dotar a las personas de las herramientas para relacionarse de manera asertiva con los demás, "para ello, lo que se hace es proporcionar experiencias de aprendizaje en un contexto dirigido, utilizando a los iguales como modelos con el fin de ganar una mayor espontaneidad, ya que muchas situaciones surgen de manera natural. Se entrenan y se practican cada una de las habilidades sociales con el fin de que se generalice a otros contextos", explica. 

Muchas de estas habilidades se trabajan a través del juego, "jugando aprenden a respetar el turno, a esperar, a participar de manera activa...". En la infancia, y según van creciendo, se usan también mucho lo que se conoce como juegos de roles o Role-playing, "en este tipo de juegos, se les asignan distintos papeles y ellos tienen que participar en esa interacción metiéndose en el rol que les toca. Representamos una situación, los niños son como actores. Y en ese contexto, a través de instrucciones y de modelado, les vamos dirigiendo hacia una comunicación asertiva. Así, por ejemplo, a la hora de pedir una cosa, vamos introduciendo habilidades sociales básicas, como decir 'por favor' o dar las 'gracias'" explica.

Jugando aprenden a respetar el turno, a esperar, a participar de manera activa… se trabajan muchísimas habilidades sociales

Otro tipo de actividades son las basadas en la comunicación no verbal, "a través de juegos de mímica podemos, por ejemplo, jugar a expresar esa emoción y que el compañero la adivine, les enseñamos a utilizar y a interpretar gestos… En definitiva mucho juego, porque a través de él se trabajan numerosas habilidades sociales".

Si es necesario para favorecer la comprensión, "se hacen sesiones adaptadas a las necesidades de todos los participantes, empleando paneles anticipatorios, pictogramas, vídeos, historias sociales, marionetas, cuentos…", añade.

En SAIDI, estos talleres son de 45 minutos, están formados por grupos pequeños -4 o 5 personas para que todos participen- y los imparten dos profesionales: una psicóloga y una maestra de audición y lenguaje (AL), "de la psicóloga van a aprender toda la parte socioemocional, de comunicación no verbal, el manejo de las emociones…, y la maestra de audición y lenguaje les ayuda a que la comunicación sea más eficaz, a cómo nos dirigimos hacia la otra persona… Las dos disciplinas pueden aportar mucho a la hora de mejorar las habilidades sociales".

Adaptados a todas las edades y necesidades

Los talleres de habilidades sociales pueden llevarse a cabo en todas las edades, pero la forma de trabajar estas habilidades se adapta en función de la edad y de las necesidades de los participantes, "a partir de los cuatro o cuatro años y medio es una buena edad para empezar, pues el niño ya va teniendo una mayor conciencia social, de los otros, de lo que puede conseguir con su comportamiento, va jugando en grupos, parejas…".

A partir de entonces, se van creando grupos en función de su edad, sus necesidades y su nivel de desarrollo. Una vez creados los grupos por ‘iguales’, se adaptan las habilidades a trabajar y las actividades. "En unos niveles más iniciales, se trabajan habilidades sociales más básicas, como la escucha activa, los turnos en el juego, la espera, facilitar ayuda al compañero, mostrar sentimientos hacia los otros…".

También se trabajan las habilidades conversacionales, "que vayan aprendiendo a saludar, a preguntar qué tal estás, qué has comido… y tienen que hacerlo por turnos, una vez pregunta uno, otro tiene que responde…". Todo esto contribuye a que, poco a poco, los niños vayan creando vínculos, desarrollando la empatía, reconociendo las emociones, tolerando la frustración si pierden o no juegan a lo quieren, la negociación -a veces unos quieren jugar a unas cosas y otros a otras-, a que aprendan a resolver conflictos… "se trabajan muchos aspectos que contribuyen al desarrollo de su autoestima y a la adquisición de una serie de valores necesarios para que el niño se desenvuelva socialmente en su día a día, en su vida", explica Laura. 

Con unas buenas habilidades sociales, se tienen más oportunidades de interacción, de vivir experiencias… y eso repercute de manera muy positiva en el desarrollo socioemocional

Cuando van siendo mayores, y una vez adquiridas las habilidades básicas, se trabajan otras, como "aprender a expresar opiniones, quejas, saber decir que no, a negociar, participar en un debate, realizar una petición…". 

Aumenta también, así, la complejidad de los talleres, que tienen que adaptarse a sus intereses, "en la adolescencia, por ejemplo, se les invita a que hablen de sus planes, qué han hecho, qué van a hacer, se invita al resto a que pregunten después, etc. es un trabajo continuo". 

Las personas que lo necesiten o que quieran, pueden realizar estos talleres durante toda su vida, pues, como cuenta Laura, son actividades que les suele gustar mucho, "es una actividad que disfrutan, que les apetece hacer… En estos talleres, además de aprender, están jugando, sienten la cercanía de sus compañeros… todos somos seres sociales y la tendencia a relacionarnos con los demás es algo innato". 

Es algo que, además, necesitamos para desarrollarnos como personas, "si las personas tienen unas buenas habilidades sociales, tienen más oportunidades de interacción, de vivir experiencias… y eso repercute de manera muy positiva en su desarrollo socio emocional y, por qué no decirlo, en su felicidad".

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