Así se desmonta un fraude del siglo XII: la clave estaba en el (hasta ahora) legajo más antiguo del Archivo Histórico de la Nobleza

Documento falsificado por los monjes del Monasterio de Cardeña en el siglo XII.
Documento falsificado por los monjes del Monasterio de Cardeña en el siglo XII.
Sonia Serna
Documento falsificado por los monjes del Monasterio de Cardeña en el siglo XII.

Nueve siglos después de que se presentase como prueba para evitar una expropiación, se desmantela el fraude realizado por parte de los monjes del Monasterio de Cardeña gracias a la falsificación de un documento, hasta ahora considerado como el más antiguo del Archivo Histórico de la Nobleza en Toledo.

Lo ha descubierto el investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Julio Escalona que, sorprendido con este escrito, decidió estudiarlo. 

Un estudio que ha compartido con investigadora y profesora de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Burgos, Sonia Serna, quien ya había realizado con anterioridad un estudio sobre el pueblo de Cardeña. 

Serna señala a este diario que la primera impresión que provoca este legajo es el de "un documento original del siglo X, en el que el Conde de Castilla Asur Fernández y su esposa Guntroda deciden donar a los monjes de Cardeña el término en lo que se llamaría Fuente Adrada y la iglesia que sería la de Santa María de Cuevas".

Sin embargo, tras el estudio, la principal conclusión a la que llegan los investigadores, es que no es un documento original, sino "una falsificación" que se llevó a cabo con una intencionalidad: la pretensión de "construir una verdad desde el punto de vista jurídico que fuese auténtica y creíble".

Origen del documento falsificado

Serna cuenta como, a finales del siglo XII, el Monasterio de Cardeña se enfrentó a un "pleito jurisdiccional" en el que los pueblos de alrededor, Peñafiel y Castrillo de Duero (actualmente en la provincia de Valladolid), reclamaban la propiedad de la Iglesia de Santa María de Cuevas.

"Para evitar la expropiación y probar sus derechos, los monjes del monasterio debían presentar un documento que afirmase que la propiedad les pertenecía", según datos de la investigadora.

En ese momento, el documento que se reclamaba no existía, por lo que "deciden elaborar, de forma expresa, una falsificación, para dejar demostrados sus derechos" e, incluso, " dos monjes hacen un juramento ante el Conde que presidía el juicio".

A partir de este momento, "el documento falso se convierte en verdadero, utilizado de nuevo en el siglo XIII", cuando, según la investigadora, se envía una copia al rey Fernando III, consiguiendo así el éxito deseado.

Es entonces, continúa Serna, cuando "Cardeña se deshace de la propiedad y acaba en manos condales hasta llegar a los Duques de Osuna", que como propietarios conservan el pergamino en su archivo y que, finalmente acaba en el Archivo Histórico Nacional de Toledo.

Anomalías en la falsificación

Tras un análisis tanto del contenido del documento, como de la grafía y el soporte, la investigadora descubre "algunas anomalías que justificarían la premisa de que el documento se trata de una falsificación". 

"La primera impresión es de un documento bueno, bien estructurado y con buena tipografía haciendo uso de la visigótica redonda", la más usual en aquella época en Castilla, según la profesora de la Universidad de Burgos. 

Sin embargo, mediante un análisis más exhaustivo, Sonia Serna comienza a ver diferentes anomalías, como "el sistema abreviativo, que no se asemeja al del siglo X, pero sí al del XII, con símbolos más ornamentados típicos de la visigótica cursiva". Así como los posesivos, más propios del estilo carolino, "que no había llegado a España durante el siglo X". 

Parte del documento en el que se aprecian las anomalías del pautado.
Parte del documento en el que se aprecian las anomalías del pautado.
Sonia Serna

Además, "se reconoce un doble pautado, algo poco habitual en el siglo X, lo que lleva a suponer que el escriba de entonces utilizó un pergamino ya pautado," ha afirmado la investigadora. 

Dentro del contenido, explica Serna, "la anomalía principal se refiere a la imagen de un becerro, presente en todos los documentos del Monasterio de Cardeña". Entre su cartulario -donde se reúnen los archivos más importantes-, se encuentra uno datado en 943, que "se coteja con el referente al de la donación de Osuna". Dicha comparación advierte que "el documento declarado como falso, no contiene el becerro, común en los documentos del siglo X". 

Manipular y reescribir el pasado

Estos han sido, según Sonia Serna, "los dos elementos fundamentales en los que se ha basado esta falsificación". El objetivo de Cardeña era demostrar que la iglesia les pertenecía, por lo que "recurrieron a la manipulación de documentos del pasado para reescribir la historia pasada a partir de otro momento, en este caso del siglo XII" y conseguir sus propósitos con éxito. 

Una necesidad generada del conflicto entre los diferentes pueblos que reclamaban esta propiedad, que, "a día de hoy, se desconoce a quien pertenecía realmente". 

Por ello, tal y como reconoce la investigadora, este hecho se trata como "un procedimiento habitual en esta época a la hora de demostrar la posesión de una propiedad territorial, descartando que sea un suceso aislado". 

Los detalles de esta investigación realizada por Sonia Serna y Julio Escalona se hará pública durante este mes de diciembre

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