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Prejuicios y formación, las barreras laborales para las personas con discapacidad: "Que trabajen genera miedo entre muchas familias”

  • Su tasa de actividad el del 34%, 42 puntos por debajo de la de las personas sin discapacidad. 
Una persona con una discapacidad, en su puesto de trabajo.
Una persona con una discapacidad, en su puesto de trabajo.
FUNDACIÓN ONCE
Una persona con una discapacidad, en su puesto de trabajo.

En España, según datos del INE, la tasa de actividad de las personas con discapacidad es del 34% -casi 42 puntos por debajo de las personas sin discapacidad-, y la de empleo todavía es inferior, de menos de 27%. Se trata de cifras que, aunque van mejorando poco a poco, continúan siendo muy bajas, sobre todo si las comparamos con la media de la Unión europea, donde la tasa de empleo de las personas con discapacidad es del 40%, más de 13 puntos por encima de nuestro país.

Los prejuicios a la hora de contratar, de las propias familias o la falta de formación son algunas de las causas que podrían estar de detrás de estas cifras, como nos contaron dos expertos en el tema: Álvaro Galán, Coordinador del proyecto Alianzas con el Talento de la ONCE, y Begoña Bravo Coordinadora nacional de Integración de la Fundación Adecco, que nos hablaron, además de posibles soluciones.

Poca formación y poco ajustada a la realidad

La baja tasa de empleo de las personas con discapacidad es un problema complejo y en el que influyen muchos factores, pero tanto Álvaro Galán como Begoña Bravo coinciden en que dos causas claras: la falta de una formación adecuada para las personas con discapacidad y los prejuicios que rodean el empleo de estas.

En cuanto a la formación, por un lado, las personas con discapacidad se encuentran con una falta de apoyos que les impide desarrollar todo su potencial, "al tener menos acceso a la formación superior, tienen menos oportunidades para encontrar trabajo y la brecha salarial aumenta", apunta Álvaro Galán.

Por otro lado, como asegura Begoña Bravo, existe un desajuste entre lo que pide el mercado laboral y la formación que se les da a las personas con discapacidad, "las empresas suelen solicitar personas con discapacidad con formaciones muchas veces muy elevadas, cuando la realidad es que entre las personas con discapacidad el porcentaje de personas con estudios superiores es bajo. De hecho, casi no hay paro entre las personas con discapacidad con estudios superiores como ingenieros, por ejemplo".

Ya hay demasiadas personas con discapacidad formadas en jardinería

La solución, por tanto, pasa por favorecer la formación de estas personas y eliminar las barreras que les impiden acceder a estudios superiores o más especializados, "ya hay demasiadas personas con discapacidad formadas en jardinería, tantas que el mercado laboral, no las puede absorber", nos cuenta Begoña, "lo que debería hacer la administración pública sería invertir más en la educación personalizada, con apoyos, adaptaciones curriculares…".

Prejuicios y sobreprotección de las familias

En torno al empleo de las personas con discapacidad continúa habiendo muchos prejuicios, pero no solo entre los empleadores, también entre las familias, cuyo afán de protección les disuade muchas veces en la búsqueda de empleo, "la sobreprotección es una variable muy importante a tener en cuenta. Por ella, muchos jóvenes con discapacidad no tienen la seguridad ni la confianza necesaria para abordar el reto de la búsqueda activa de empleo", observa Álvaro. 

Este proteccionismo, presente sobre todo entre las familias de personas con discapacidad intelectual y enfermedades mentales, juega mucho en su contra, pues les impide pensar que pueden llegar a ser autónomos, "antes, las familias que tenían hijos con discapacidad casi ni les dejaban salir de casa, y todavía queda mucho desconocimiento al respecto. La posibilidad de que trabajen genera miedo entre las familias, piensan que no van a poder, que se van a reír de ellos… Sobre todo, muchos abuelos, que no entienden que los ‘niños’ tengan que ir a trabajar cuando hay familia que puede cuidarle". 

La posibilidad de que trabajen genera miedo entre las familias, piensan que no van a poder, que se van a reír de ellos… 

Esto, a la larga, es muy dañino para ellos, pues, como apunta Begoña, "les aboca a que cuando sus padres no puedan ocuparte de ellos o no estén, acaben internos en centros cuando, por suerte, cada vez hay más opciones para que esto no sea así: hay formaciones adaptadas, oposiciones para personas con discapacidad intelectual…". Para eliminar estas barreras, Begoña propone formar a las familias, "hacerles ver que también pueden tener un empleo para ayudarles a eliminar miedos, prejuicios… que normalicen la discapacidad de sus hijos".

Los siguientes prejuicios a eliminar son el de las empresas, como la falsa creencia de que van a cogerse muchas bajas laborales o que "va a dar más trabajo, que van a tener que adaptar mucho el puesto…". Para poder eliminar estas barreras, en primer lugar, tienen que estar implicados los responsables de las empresas, pero también el resto de empleados, "hay que intentar eliminar los prejuicios, y esto se puede hacer de muchas maneras, como favoreciendo que los empresarios y los empleados estén en contacto con personas con discapacidad para romper barreras, darles formación, promover voluntariado… Tiene que haber un compromiso por parte de empresa, pero luego hay que ir bajando", aconseja Begoña.

También, que desde las administraciones se fomente la colaboración público-privada para favorecer la contratación, "es cierto que hay bonificaciones, pero, por ejemplo, los servicios públicos de empleo podrían apoyarse mucho más en entidades privadas. Además, creemos que es importante el trasvase de centros especiales de empleo a centros ordinarios. Los centros especiales son una primera parada para las personas con una discapacidad más acusada, pero si no se mueven de ellos, no llegamos nunca a una inclusión completa. La administración tendrá que ver qué apoyos le da a la empresa ordinaria para facilitar ese trasvase", recomienda Begoña.

Además de que intervenir en los entornos para que participen en la sociedad, hay que aportarles seguridad y confianza

Álvaro Galán va un paso más allá y asegura que habría que hacer, además, cambios más profundos en la sociedad, "las necesidades de las personas con discapacidad no son especiales, son las mismas que el resto de la gente, son universales, la única diferencia es la forma de poder satisfacerlas. Lo que determina mi discapacidad no solo son mis características personales, como no poder andar o hablar de una manera determinada, sino, por ejemplo, que haya barreras, ya sean arquitectónicas, en el transporte o prejuicios que no vean mi talento". 

Para esto no sea así aboga por "abrazar el principio de la psicología humanista, que es creer por encima de todo en la potencialidad del ser humano. Y para ello, además de que intervenir en los entornos para que cada vez las personas con discapacidad intervengan más en la sociedad, hay que aportarles seguridad y confianza en que puede ser personas autónomas a interdependientes, como cualquier otra".

Begoña, pese a todo, cree que se van dando pasos importantes, "falta mucho por hacer por parte de todos, España lleva pocos años trabajando esto, pero avanzamos. Por ejemplo, ahora hay muchas empresas permiten el empleo con apoyo, que es que un preparador ayude a la persona en el inicio. Esto hace unos años era impensable. El índice va subiendo, así que bueno, yo soy optimista", concluye. 

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