Perfil

Letizia, la reina que nadie esperaba

La reina Letizia durante su visita a Japón en el 2017.
La reina Letizia durante su visita a Japón en el 2017.
GTRES
La reina Letizia durante su visita a Japón en el 2017.

Quién sabe qué es lo que Letizia Ortiz Rocasolano pensaba el 1 de noviembre de 2003, cuando la Casa Real anunció su compromiso con el entonces príncipe Felipe. Entonces era una joven periodista de 31 años que ya despuntaba en su carrera profesional y quizá hasta solo unos meses antes lo que tenía claro es que su propósito era hacer de sí misma una buena comunicadora. La vida quiso que un heredero al trono se cruzara en su camino y que ella le eligiera también, pero lo que ha quedado patente 19 años después es que su objetivo tornó a convertirse en la mejor reina posible.

Este 15 de septiembre, Letizia Ortiz cumple 50 años transformada en una profesional de la que es su ocupación desde hace ocho años. Como princesa de Asturias se preparó a conciencia, pero ha sido este tiempo como reina de España cuando ha ido perfilando una figura institucional que es más que una mera acompañante del jefe del Estado y la madre de la heredera de la Corona. Letizia ha definido su propia personalidad, ha ido poco a poco dando a su cometido un sentido y ha hecho de su papel como consorte su profesión.

"Mire, Ortiz, yo no sé qué va a ser de su vida, pero desde luego a pesada no tiene rival". Se lo dijo un profesor de Ciencias de la Información de la Complutense de Madrid, donde estudió Periodismo en los noventa. Y lo recordó ella cuando volvió a las aulas hace unos meses, en uno de sus discursos más personales. En ese hábitat mostró su cara más natural frente a la disciplina y contención que marcan sus intervenciones públicas. Lejos quedan las imágenes de su pedida de mano y sus palabras espontáneas a su prometido:"Déjame terminar". Esa persistencia y tenacidad que llamó la atención de ese profesor son algunos de los rasgos de su personalidad que la han llevado a ser lo que es hoy. Contenida en los actos públicos, se entrega a su ocupación con intensidad. Se aprende cada tema como la ‘empollona’ que dicen los más cercanos que fue durante los años en que estudiaba, y se muestra muy comprometida con causas en las que cree y a las que, ella lo sabe, nadie mejor puede darles visibilidad.

Durante sus primeros años en la Casa Real tuvo que emplearse para encontrar su sitio. Lógico, tenía que adaptarse a un entorno y unas responsabilidades muy distintas, por mucho que fuentes de Zarzuela dijeran a su llegada: "Sabe perfectamente dónde se mete".

No nació formando parte de la realeza, había crecido en una familia de clase media de Asturias, estudió en el colegio La Gesta de Oviedo y más tarde en el instituto Ramiro de Maeztu de Madrid. Y se había casado por lo civil unos años antes de su matrimonio con el príncipe Felipe en la Almudena en 2004. Había trabajado en varios medios de comunicación y era reciente propietaria de un piso en un barrio obrero de Madrid. Era, y es, una mujer de su tiempo que ha sabido encontrar el equilibrio entre su nueva ocupación y sus orígenes; ser reina sin olvidar tampoco de dónde viene.

Ella, en realidad, forma parte de un proyecto que es la nueva monarquía más cercana y útil que el rey Felipe VI, desde que fue proclamado en 2014, está empeñado en moldear y en la que domine la ejemplaridad. Letizia es pilar fundamental de ese objetivo: una reina que la mayor parte de su vida no había pisado moqueta y con la que se ha tenido que enfrentar a años convulsos en los que los escándalos en torno a su familia –primero, su hermana Cristina; después, su padre, Juan Carlos I– han dominado buena parte del mandato del rey. Ciertos roces con su familia política, en concreto con doña Sofía, delante de las cámaras en Palma, son ejemplo de las pocas máculas que se le han atribuido a la figura de la reina y el arte.

Perfil propio en las causas sociales que apoya

Siempre se dijo que tenía en su antecesora un ejemplo a seguir en su nuevo papel como consorte. Y en este sentido sí ha heredado una tradición de la reina emérita, como son los llamados viajes de cooperación, que salvo en el tiempo de pandemia ha cumplido año a año sin faltar a la cita. América Latina y África han sido los destinos en los que ha podido conocer de primera mano proyectos españoles de cooperación al desarrollo y darles así también visibilidad.

Y con el paso de los años, la actual reina ha ido marcando perfil propio, muy expresamente a través de las causas sociales a las que apoya. Empezó, todavía como princesa, volcándose en la lucha contra el cáncer, para después poner en el foco también las enfermedades raras, la formación profesional o la discapacidad y colabora con la Fundación FAD Juventud.

Sus intereses no han quedado ahí. En los últimos años, se ha implicado muy especialmente en la lucha contra la violencia machista y la explotación sexual de las mujeres. La directora de la Asociación para la Prevención, Reinserción y Atención a la Mujer Prostituida (Apramp), Rocío Mora, destaca que el trabajo de la reina es "un altavoz enorme".

Con el paso del tiempo, los españoles hemos podido escuchar a la reina cada vez más ocasiones. En los actos públicos a los que acude, dentro de la contención que caracteriza a sus discursos y forma de expresarse, deja claro su punto de vista. Domina el inglés, lengua en la que también ha tenido oportunidad de hablar en foros internacionales.

Esa faceta internacional es la que quiere potenciar ahora la reina. Como ejemplo, su papel como anfitriona de las parejas de los asistentes a la cumbre de la OTAN, en la que estableció una conexión especial con la primera dama de Estados Unidos, Jill Biden, a través de sus inquietudes comunes por la educación y la salud mental, y en la que profundizarán en el próximo viaje de doña Letizia a ese país. Un hito de especial relevancia es su reciente nombramiento como defensora para la Salud Mental de la Infancia y    Adolescencia por Unicef, en cuyo nombre intervendrá en la sede de Naciones Unidas (Nueva York).

No es un secreto que poco después de dejar su carrera periodística por la que iba a ser su nueva faceta personal y profesional, Letizia fue consciente de que ella, más que el entonces príncipe, iba a acaparar todas las miradas. Su estilismo, sus expresiones, hasta su pelo, su forma de caminar o sus retoques estéticos han sido escrutados con todo detalle. Su empeño, cada vez con más resultado, ha sido dotar de mayor visibilidad a todas esas causas que apoya y así lo mantiene casi dos décadas después de su aterrizaje en el Palacio de la Zarzuela.

Entregada a su ocupación y celosa de su intimidad

A pesar de la atención que despierta, la reina consigue pasar desapercibida en sus escapadas de ocio. Le gustan el cine, el teatro y la música, y siempre que puede intenta dedicar tiempo a estas aficiones, que también comparte con sus dos hijas. Además, sigue pasando algo de tiempo con sus amigos de siempre, ya sea en una cena o tomando algo por las calles de Madrid.

Se sabe el centro de todos los focos, pero intenta mantener una parte de su intimidad para sí misma; sirva como ejemplo las reservas y la protección con las que ha llevado siempre la educación de Leonor y Sofía, a las que –hasta ahora– ha expuesto lo menos posible, separando su vida familiar de los actos públicos, cada vez más frecuentes, de la princesa y de la infanta.

Pero ¿quién es la reina para la gente? A pie de calle, pueden encontrarse opiniones dispares. Puesto que los Reyes no conceden entrevistas, el juicio se efectúa a través de la imagen y de los hechos. En las distancias cortas, según los colaboradores que han tenido la oportunidad de trabajar con ella codo con codo, aparece una mujer entregada a su ocupación, interesada por todos los asuntos que atañen a su país, que no duda en preguntar acerca de todo lo que le inquieta y dar su opinión, y cercana en el trato.

Protocolaria en los actos públicos, en los momentos más distendidos muestra su cara más directa y su sentido del humor. Puede bromear con otros padres acerca de la intensidad de los grupos de WhatsApp del colegio o contestar a una mujer que le aconsejó teñirse las canas porque la hacían mayor en la Feria del Libro de Madrid: "Sí, señora, pero usted lea", replicó.

El año que viene se cumplirán veinte años desde que Letizia salió a la palestra y comenzó una vida radicalmente distinta a la que llevaba hasta entonces, con especial atención a la formación de sus hijas para el papel que están llamadas a desempeñar, en especial Leonor, heredera de la Corona y futura jefa del Estado.

A diferencia de otras Casas Reales, y en línea con el perfil de discreción por el que han optado los Reyes, no se organizará una celebración pública. Sí habrá fiesta en familia y seguramente habrá recibido felicitaciones previas en los actos que han marcado la semana, y que profundizan en el mensaje que quiere transmitir: la educación, la investigación

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