El 'reino' de los incendios de sexta generación: así ha sido su evolución hasta las 'tormentas de fuego' que arrasan España y Europa

Ilustración de Henar de Pedro sobre los incendios de sexta generación.
Ilustración de Henar de Pedro sobre los incendios de sexta generación.
HENAR DE PEDRO
Ilustración de Henar de Pedro sobre los incendios de sexta generación.

España sufre este verano de 2022 la peor oleada de incendios en más de una década. Se les llama incendios de 'sexta generación'. Eso significa que son muy virulentos, prácticamente inextinguibles y la prioridad tiene que ser evacuar a la población. Los expertos aseguran que cuando coinciden grandes incendios es posible que haya interacción entre ellos.

Hablamos de "generación" porque el comportamiento de los incendios ha ido evolucionando durante el siglo XX y, especialmente, durante las últimas décadas. Al abandono forestal, presente desde que a mediados del siglo pasado tuviera lugar el éxodo rural, en el tránsito al siglo XXI se le ha sumado el cambio climático. Esa mezcla, lo de explosiva es en este caso literal, genera fuegos cada vez más intensos y violentos.

Son los incendios de sexta generación, tan potentes que hasta pueden modificar la meteorología, generando sus propias nubes (los pirocúmulos). Este tipo de fuegos son tan intensos que contra ellos es prácticamente imposible luchar. Los expertos señalan que la única forma de combatirlos es la prevención porque cuando son un hecho, sólo cabe la defensa y decidir qué se quiere (puede) salvar.

La mezcla de abandono forestal y cambio climático genera fuegos cada vez más intensos y violentos

Como explica Greenpeace en su informe Protege tu casa, protege el bosque, "los megaincendios forestales suponen un fenómeno global". El último informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), de febrero de este año, prevé un aumento mundial de los incendios extremos de hasta un 14% para 2030, un 30% para finales de 2050 y un 50% para finales de siglo.

Seis generaciones de incendios

Los incendios forestales no son como antes, han ido evolucionando en lo que ya se consideran generaciones. Son seis, como detalla el estudio The changing face of wildfires (El rostro cambiante de los incendios forestales), de Marc Castellnou y M. Miralles.

Primera generación

De 1950 a 1960

Se inician con los cambios socioculturales sobre el uso y el aprovechamiento de los montes y tierras agrícolas. Las tierras de cultivo "ya no sirven de interrupción del combustible". Son fuegos de superficie principalmente impulsados por el viento y queman entre 1.000 a 5.000 hectáreas.

Segunda generación

Años 1970 a 1980

Nacen del abandono de los entornos rurales. La acumulación del combustible permite incendios más rápidos y emisiones de chispas. Tienen mayor velocidad de propagación, tanto que supera las líneas de defensa (saltos). Son incendios de 5.000 a 10.000 hectáreas, impulsados por el viento y la topografía.

Tercera generación

Años 1990

Tienen mucho que ver con la mayor presencia de núcleos residenciales en áreas forestales (IUF) vinculada al boom de las segundas residencias. La acumulación del combustible resulta en focos de copa y grandes columnas. De intensidad muy elevada, son fuegos ubicados fuera de la capacidad de control o con muy pocas oportunidades de ser controlados. El calor extremo alimenta estos incendios, que acaban con entre 10.000 a 20.000 hectáreas.

Cuarta generación

Desde 2000

Su contexto es la consolidación del abandono rural en favor de entornos urbanos, esas Interfaces Urbano-forestales (IUF). Se ven cada vez más afectados por incendios forestales los polanígonos residenciales e industriales. Queman más de 1.000 hectáreas.

Quinta generación

Desde 2000

Se definen ya como megaincendios. Rápidos y extremadamente intensos, provocan el colapso del sistema de emergencias en muchos casos. Tienen lugar principalmente durante las olas de calor y afectan a las IUF, que pueden verse amenazadas simultáneamente por incendios grandes.

Sexta generación

Desde 2016

Son también megaincendios, pero ya como consecuencia del cambio climático y la aridez extrema. Liberan tanta energía que además de tener una atmósfera que les favorece, la aprovechan y la modifican, generando lo que los técnicos llaman tormentas de fuego.

Los incendios de sexta generación tienen como base el ambiente "precalentado" que crea el cambio climático. Parece que cobraran vida propia y quedan fuera de la capacidad de extinción. Sólo acaban cuando no hay combustible o cuando el tiempo cambia y llegan lluvias.

A ese contexto se suman otros dos factores. Uno son las repoblaciones hechas con especies no estrictamente autóctonas, ajenas al desarrollo de un determinado ecosistema. Pinos o eucaliptos son productivos en términos económicos, pero no en términos ecológicos. Arden con facilidad y al no permitir el desarrollo de otras especies (es decir, de bosque) facilitan la propagación del fuego.

WWF reclama paisajes cortafuegos para prevenir incendios de sexta generación en Doñana
WWF reclama cortafuegos para prevenir incendios de sexta generación en Doñana
20M EP

El otro factor, consecuencia también del cambio climático, es que "llueve peor". Las lluvias son cortas e intensas, provocando inundaciones, pérdida de suelo y problemas de absorción del agua.

El incendio crea su propia tormenta de fuego

Hemos visto que los incendios de sexta generación liberan tanta energía que son capaces de modificar la atmósfera, generando tormentas de fuego (tormentas eléctricas que se forman encima de la columna de humo de un incendio). Es decir, que pueden llegar a cambiar la meteorología. Como explica la Oficina de Meteorología de Australia, "los incendios pueden crear su propia meteorología, generando nubes pirocumulonimbos y tormentas".

Los incendios pueden crear su propia meteorología, generando nubes pirocumulonimbos y tormentas"

El intenso calor del incendio hace que el aire ascienda rápidamente con la columna de humo. Este aire caliente es muy turbulento y va enfriándose conforme asciende, leemos en la BBC. Cuanto más arriba llega, menor es la presión atmosférica, lo que provoca que esta columna se extienda y siga enfriándose.

Trabajos de extinción del incendio en la Sierra de la Culebra.
Trabajos de extinción del incendio en la Sierra de la Culebra.
Emilio Fraile / EP

Si se enfría lo suficiente, la humedad que contiene la columna se condensa y forma un cúmulo, los llamados "pirocúmulos". Y aun más: la nube se puede calentar, ascender aún más y, si choca con partículas de hielo, crear cargas eléctricas que liberan chispas y rayos.

Son los pirocumulonimbos, nubes que pueden generar tormentas eléctricas y destructivas lluvias torrenciales. al tiempo, los rayos, son capaces de provocar nuevos focos de fuego.

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