Díaz inicia el viernes su gira por España en un acto con los partidos pero al que ha pedido que no asistan Belarra, Garzón y Errejón

La vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, y la líder de Podemos, Ione Belarra.
La vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, y la líder de Podemos, Ione Belarra.
EFE
La vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, y la líder de Podemos, Ione Belarra.

Han sido meses de espera y varios retrasos sobre el calendario previsto, pero este viernes, 8 de julio, la vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, pone al fin en marcha su "proceso de escucha", la gira que realizará por España y que podría ser el embrión de su futura candidatura a las elecciones generales. Lo hará con un acto inaugural que tendrá lugar en el espacio Matadero de la ciudad de Madrid, que coincidirá -y no es casual- con la celebración del Orgullo LGTBI y al que Díaz invitará a una nutrida representación de los partidos a la izquierda del PSOE. 

Se trata de un guiño y una muestra de acercamiento evidente a unas formaciones que, si bien Díaz siempre ha dicho que no deben ser la base de su proyecto, sí serán imprescindibles -y también su potencia organizativa- para organizar una candidatura a las generales, si finalmente la vicepresidenta se decide a dar el salto. Eso sí: Díaz ha pedido a Podemos, IU, Más País y el resto de partidos que no envíen a sus líderes ni a dirigentes de primera línea para evitar que el evento se convierta en un desfile de siglas, precisamente lo que quiere evitar porque considera que las actuales marcas y cúpulas se encuentran desgastadas.

Así lo confirman tanto fuentes de los propios partidos como del entorno de la vicepresidenta. Aún no está claro quién acudirá al acto en representación de las principales formaciones a la izquierda del PSOE, pero seguro que no serán Ione Belarra, Alberto Garzón e Íñigo Errejón, los números uno de Podemos, IU y Más País, respectivamente. Tampoco estarán referentes como la alcaldesa de Barcelona y líder de En Comú Podem, Ada Colau, o la coportavoz de Más Madrid, Mónica García, con las que Díaz mantiene una relación mucho más fluida que con Belarra.

El formato del evento es aún una incógnita, aunque en él estará muy presente un término: "Sumar". Ese es el nombre de la plataforma que ha puesto en marcha la vicepresidenta, que este viernes lanzó a través de sus redes sociales su nueva imagen pública y su nuevo logotipo, además de un breve vídeo en el que aboga por "escuchar" y "dialogar" y en el que no hay ninguna referencia a los partidos, sino únicamente al liderazgo de Díaz. "El 8 de julio iniciamos el proceso de escucha para construir el país que queremos. Un encuentro abierto al que estáis todas y todos invitados", anunció la propia vicepresidenta.

Lo que parece descartado es que el acto del viernes vaya a celebrarse como un mitin al uso. Fuentes cercanas a Díaz señalan a 20minutos que la idea para los eventos venideros es centrarlos diferentes temáticas e invitar a los mismos a expertos, miembros de la sociedad civil o movimientos sociales, aunque es probable que en este primer acto de Madrid -la puesta de largo de Sumar- la intervención de la vicepresidenta sí sea más larga y centre el protagonismo del acto. La vicepresidenta, no obstante, ya ha hecho algún ensayo de un formato no centrado en ella: el pasado marzo, por ejemplo, se reunió en la Biblioteca Nacional con medio centenar de economistas a puerta cerrada y, tras una brevísima intervención inicial, se dedicó a tomar notas.

El deshielo con Podemos

La celebración del primer acto del "proceso de escucha" de Díaz junto a los partidos que quiere que la secunden en su proyecto se produce tras iniciarse el deshielo que de las relaciones de la vicepresidenta con Podemos, el partido con el que más choques ha registrado en el último año. En la campaña de las elecciones de Andalucía, Díaz compartió varios actos con Ione Belarra, con quien hacía muchos meses que no coincidía sobre un escenario y frente a un atril. Y hace unos días, la vicepresidenta acudió a un acto organizado por el Ministerio de Igualdad para reivindicar el Orgullo LGTBI junto a Belarra y la numero dos de Podemos, Irene Montero.

Asimismo, en las últimas semanas la vicepresidenta ha asumido como propias -y las ha defendido públicamente como forma de presión al PSOE, una actitud poco frecuente en ella- varias de las propuestas económicas de Podemos, como la instauración de un impuesto a las eléctricas o la creación de un cheque para familias vulnerables. El acercamiento también responde a que el espacio político que lidera Díaz -y que podría capitanear en las próximas elecciones- se encuentra tocado después del pésimo resultado que obtuvo en las elecciones andaluzas, que también ha salpicado a la propia vicepresidenta, dado que se implicó muy directamente tanto en la elección de la candidata como en la campaña.

No obstante, esa mayor sintonía no implica que los problemas de fondo entre Podemos y Díaz se hayan solucionado. La vicepresidenta busca tener las manos libres para diseñar su proyecto estando lo menos condicionada que pueda por los partidos que la apoyan, y Podemos quiere seguir manteniendo su condición de partido principal del espacio a la izquierda del PSOE, tener el mayor peso posible en las nuevas estructuras y ser un actor fundamental para determinar la estrategia política de Díaz. No hace ni dos meses que Belarra insistía: el partido morado sigue siendo "imprescindible".

La nueva línea política

Precisamente, el discurso político a seguir será una de las claves del pulso entre Díaz y Podemos. En los últimos meses, la vicepresidenta ha insistido en que quiere evitar que su proyecto se convierta en "marginal" y apele solo a quienes ya votan a la izquierda que se encuentra a la izquierda del PSOE, un espacio "muy pequeño". Esa declaración de intenciones evoca aromas del primer Podemos, que en sus inicios utilizó esta clase de discurso transversal para atraer a una parte del electorado que puede estar de acuerdo con propuestas progresistas, pero que no se siente atraída por los símbolos y términos habituales de la izquierda.

Quizá uno de los mejores ejemplos de por dónde podría ir ese discurso transversal del proyecto de Díaz lo dio la propia vicepresidenta hace unos meses, cuando argumentó que "la sanidad pública no es de derechas ni de izquierdas, sino de la ciudadanía española que paga impuestos". La estrategia, a grandes rasgos, consiste en eso: asumir que hay propuestas, como la defensa de la sanidad pública, que son grandes consensos sociales pero que, aunque tienen una raíz progresista, el grueso del electorado no identifica con la terminología, los símbolos o las posiciones de la izquierda. La conclusión de ese razonamiento es que es necesario abandonar estos símbolos y esta terminología para poder defender esas mismas propuestas de forma más eficaz.

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