Sarah Morris Corresponsal británica en España
OPINIÓN

La mentira de la "teoría de gobernanza de los buenos tíos"

Boris Johnson saliendo del 10 de Downing Street.
Boris Johnson saliendo del 10 de Downing Street.
EFE/EPA/ANDY RAIN
Boris Johnson saliendo del 10 de Downing Street.

Cuando el actual primer ministro del Reino Unido estaba en la Universidad de Oxford formaba parte del Bullingdon Club, una asociación elitista, fundada en 1870, exclusivamente de hombres y conocida en la época Boris Johnson por destrozar restaurantes y los inmuebles de la universidad, además de chulear e intimidar a mujeres y personas de la clase trabajadora. “La cultura fue emborracharse a nivel extremo y vandalizar,” contó una mujer a The Observer que buscaba socios para ellos y conocía bien a Johnson 

Johnson ha traído aquella cultura a la sede del gobierno en Downing Street, donde había fiestas a pesar de las restricciones Covid que él mismo impuso. Se consumía alcohol en exceso hasta la madrugada, algunos acabaron vomitando, dos personas se metieron en peleas y rompieron una puerta y el columpio en el jardín. Había “múltiples ejemplos de una falta de respeto y mal trato hacía los empleados de seguridad y de limpieza”, concluyó la funcionaria Sue Grey en una investigación interna.

Ningún otro premier hubiera permitido aquel comportamiento, sobre todo cuando las normas no dejaban entonces a los británicos despedir a sus parientes que morían de Covid, dice Gavin Barwell, un político conservador que fue jefe de gabinete de Downing Street con la exprimer ministra Theresa May.

“Este premier no cree que él tenga que respectar a las reglas”, escribe. “Ha creado una cultura que permitía a otros a comportarse como si las reglas no fueran con ellos tampoco”, escribía en The Financial Times antes de que Johnson sobreviviera a una votación de confianza de sus diputados, preocupándose por la caída de ética en la vida pública.

Johnson va minando a la fe del público en los políticos, cosa que da alas al populismo y debilita a las instituciones británicas. El gobierno está dando más poderes al ejecutivo en varias áreas, quitado competencias por ejemplo de la Comisión Electoral, que vigila las finanzas de los partidos y que ha investigado a participantes de la campaña para el Brexit, apunta la periodista Camilla Cavendish en el Financial Times. 

Algunos analistas han planteado que el daño que ha hecho Johnson ha sido más intenso dado la falta de una Constitución escrita que marcaría más claramente los límites al premier y su equipo. Para Andrew Rawnsley, de The Observer, Johnson ha mostrado la mentira de la “teoría de gobernanza de los buenos tíos”, frase empleada por el historiador Peter Hennessy, que argumentaba que las convenciones, aunque no estuvieran redactadas, bastaban porque la política británica estaba compuesta de personas de honradez. “Ahora necesitamos ‘una teoría de gobernanza de tíos malos’, que parte del supuesto que algunos políticos se comportarán de forma espantosa a menos que unas leyes rigorosas, aplicadas fuertemente, se lo impidan”.

Johnson ha sobrevivido una votación de censura de su partido, pero tiene más retos por delante, incluyendo dos elecciones para escaños del Parlamento Británico en Yorkshire y en Devon que el Partido Conservador podría perder y un informe del Comité de Privilegios del Parlamento sobre si mentía al Parlamento sobre las fiestas en Downing Street. Preguntado en un documental de 2013 por su participación en el Bullingdon Club, Johnson, como su predecesor David Cameron, se mostró avergonzado por lo que hacía siendo joven, diciendo que pensaba en aquel comportamiento con “un odio hacía uno mismo”.

Puede que Johnson sobreviva hasta el otoño o hasta las siguientes elecciones generales, dejando que el electorado británico decida si sus habituales disculpas son sinceras y si las reglas valen también para los hombres en el corazón del gobierno.

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