Johnson y una derrota en diferido: los precedentes con Thatcher y May no le benefician y sus críticos siguen moviéndose

Johnson bebe agua en una reunión con su Gobierno.
Johnson bebe agua en una reunión con su Gobierno.
EFE
Johnson bebe agua en una reunión con su Gobierno.

Cuenta Fintan O'Toole en su libro Brexit, un fracaso heroico que una de la maniobras más rocambolescas de Boris Johnson cuando era corresponsal en Bruselas fue contar que la UE tenía previsto prohibir las patatas fritas con sabor a cóctel de gambas. Lo hizo antes de la salida del Reino Unido de la Unión, situación que fue la que realmente terminó por auparle al poder. Ahora, tres años después de lograr el mejor resultado electoral de los conservadores en 40 años, el primer ministro británico atraviesa su peor momento político. Superó la moción de censura presentada por los suyos, pero tiene al 41% de los diputados en contra, por lo que para muchos la votación ha supuesto una derrota en diferido para el líder tory.

Fue el escándalo del partygate, con la veintena de fiestas celebradas en Downing Street durante el confinamiento, lo que ha situado a Johnson en el disparadero. El primer ministro ha sido incluso multado por ello, pero tras conocer el resultado de la moción considera que el margen a su favor es "convincente" para seguir adelante. Pero los precedentes no son halagüeños para él pues tanto Theresa May en 2018 como Margaret Thatcher en 1990 superaron sendas mociones internas y pocos meses después dimitieron fruto de la presión de sus críticos.

Johnson está incluso en una situación más delicada. Ha encontrado el respaldo del 59% de sus filas, mientras que su predecesora tuvo el 63% y la Dama de Hierro un 55%, pero en su caso hubo un 4% de abstenciones. De los últimos seis tories que han pasado por Downing Street solamente ha habido uno que no se ha tenido que enfrentar a una rebelión de sus filas: David Cameron, que utilizó la convocatoria del referéndum del brexit como analgésico para calmar al ala más euroescéptica del partido.

Tras el resultado de este lunes, los diputados no pueden convocar otra moción de censura durante al menos un año, aunque caben dos posibilidades: que el Comité 1922, formado por los diputados conservadores sin responsabilidades de Gobierno y que tiene la potestad de convocar las mociones, cambie las reglas para repetir la operación o que, como ha sucedido en anteriores ocasiones, la presión siga por otras vías hasta que el primer ministro caiga como sucedió en el pasado con May y Thatcher. Otro que superó una moción fue John Major en 1995. Él aguantó hasta las elecciones de 1997, donde acabó barrido por Tony Blair. 

Las maniobras para poder acortar los plazos y lanzar otra moción de censura a corto plazo ya parecen haber empezado. Voces críticas como el diputado Tobias Ellwood han advertido de que los desertores podrían aumentar dado que Johnson cuenta con poco tiempo para revertir los resultados de la votación y hacerse con más adeptos dentro de la formación. Ellwood avisa de que que "hay mucho que cambiar y que hace falta una reforma para introducir talento fresco" en el seno del Gobierno.

Guillermo Iñiguez, analista político y máster en Derecho Europeo por la London School of Economics explica a 20minutos que el resultado de la moción "es el peor posible para el partido conservador, no tanto para Johnson, que se ha salvado" y por tanto "el mejor que podía esperar el laborismo". ¿Por qué? "Johnson queda muy desacreditado pero sigue ahí". A corto plazo, Iñiguez no cree que vaya a "dimitir pronto" pero "no llegará a las elecciones de 2024 porque ya se ha pasado su momento electoral y político, es ya un cadáver político".

Es ingenuo pensar que ahora los conservadores van a esperar un año para echarlo

"Ahora hay que ver qué va pasando en las elecciones locales, y según cómo sean de malos los resultados para los conservadores podría lanzarse otro órdago contra él", sostiene el experto. "Se habla también de que incluso puede adelantar las elecciones generales para asegurarse otro mandato, pero no creo que lo haga con unas encuestas como las actuales que le colocan doce puntos por debajo de los laboristas", prosigue un Iñiguez que considera "ingenuo pensar que ahora los conservadores van a esperar un año para echarlo" porque "pueden hacer lo mismo que hicieron con May". Es muy rotundo en este sentido: "Es un partido que va a ganar y si ven que Johnson va a la deriva le echarán en tres, cuatro, cinco o seis meses".

Por su parte, Daniel Gil, de The Political Room, añade que "la estrategia de Johnson para ganar tiempo y remodelar el Gobierno para coger cierto impulso va a ser también complicada, porque va a tener que cuadrar nombramientos que calmen a las diferentes facciones. Ya no le vale con apoyarse solo en los brexiters más duros. Las bases de su poder se han tambaleado". Los tiempos, dice el analista, "no le benefician" porque "el partygate no ha terminado, todavía queda la investigación parlamentaria que trata de dilucidar si mintió o no al Parlamento".

El primer ministros tendría que seguir superando muchos obstáculos. "A finales de este mes hay dos elecciones importantes que pueden marcar su futuro", una de ellas en un bastión conservador que podría perder en favor de los liberales. Las citas con las urnas son en Wakefield y en Honiton y Tiverton: el primero representa el poder de Johnson en el llamado cinturón rojo, típica zona laborista que podría volver a teñirse de rojo tras la última victoria conservadora. El segundo siempre ha elegido tory, pero esta vez podría ser diferente a la vista de los sondeos. "Son dos símbolos de su poder de una forma u otra, y si pierde los dos queda dilapidado". Además, ya en octubre es la convención del partido. "Si consigue llegar a octubre seguramente los incentivos serán muy grandes para que alguien presente una alternativa", sentencia Gil.

Según la última encuesta de YouGov, el 60% de los británicos considera que, llegados a este punto, Johnson debería dimitir. Eso sí, un 61% de los votantes conservadores mantienen su confianza en el primer ministro. La clave en el futuro estará en si Johnson sigue siendo rentable electoralmente o no. Si no lo es y los resultados a corto plazo lo demuestran, a los tories no les temblará el pulso para enseñarle la puerta de salida. No es la primera vez que lo hacen.

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