Borja Terán Periodista
OPINIÓN

¿Por qué dejaron de funcionar los programas musicales en televisión?

Britney Spears en el plató de 'Música sí'
Britney Spears en el plató de 'Música sí'
RTVE
Britney Spears en el plató de 'Música sí'

El éxito de audiencias de Eurovisión recuerda que la música en televisión funciona cuando se plasma con creatividad. La desaparición de los programas musicales empezó en el día en el que se cayó en la inercia del playback. Las actuaciones se dejaron de cuidar. Se lanzaban sin ensayo y sin puesta en escena. Y, con la llegada de YouTube, dejó de tener sentido ver a cantantes moviendo la boca en el escenario del ‘Música Sí’ de turno, sin ni siquiera una mínima propuesta de puesta en escena diferenciada. Y, claro, en cuanto hubo posibilidad, el espectador apagó la tele. Para qué esperar a la emisión, si con sólo un clic puedes ir a buscar el videoclip bien producido del artista y disfrutarlo cómo y cuándo se quiera.

Ahí empezó todo. Desaparecieron los programas musicales y se extendió la creencia de que las actuaciones bajan la audiencia. Los cantantes como mucho a ser jurado de un talent show, donde interesan más las emociones que las canciones. Pero la música no bajaba la cuota de pantalla, los espectadores se iban de las actuaciones musicales porque no se les aportaba nada nuevo de calidad y calidez. Habíamos olvidado una de las claves de la televisión: atreverse a crear.

Porque hubo un tiempo, muy lejano, en el que la televisión huía del intérprete atado a un básico pie de micro para crear de cada número musical un imaginativo espectáculo, que pretendía narrar una buena historia sensitiva que despertara la curiosidad del espectador. 

Lo hacían emblemáticos programas de TVE como ‘Escala en Hi-Fi’ o ‘Galas del Sábado’ con Joaquín Prat y Laurita Valenzuela. Con ellos, los directores y realizadores Enrique de las Casas y Fernando García de la Vega inventaron la televisión acontecimiento, que reunía a la familia frente al receptor para disfrutar de programas que constituían un generador de estímulos. Toda una experiencia para el televidente. 

Emulando a películas musicales,  ‘Escala en Hi-Fi’ apostaba por trazar una creativa trama a través de las canciones. Con su suspense, con sus requiebros de guion, con un hilo argumental sin temor al surrealismo. TVE empezaba a versionar canciones en televisión. Porque en Escala en Hi-Fi se daba vida televisiva a las músicas que venían de la radio a través de actores y bailarines. No teníamos a los artistas originales, nos los inventábamos creando una historia con sus éxitos.

Un salto más allá daba ‘Galas del Sábado’, donde se sucedían los giros rocambolescos con el fin de atrapar a una audiencia que conectaba con el programa para sorprenderse y ver a las estrellas del momento. Porque aquí ya empezaron a venir a presentar sus trabajos los grandes artistas, también internacionales. La gente dejaba de ir al teatro o al cine, pues se quedaba esperando la propuesta de TVE con este programa de varietés. Desde el Estudio 1 de Prado del Rey, cualquier aventura era posible: aparecían los presentadores escondidos como espías, junto al resto de artistas que actuaban esta noche –Massiel incluida–, detrás de unos tebeos. No podías dejar de verlo. No sabías quién estaba escondido detrás del periódico y sólo se asomaba cuando le tocaba cantar.

También por aquel programa apareció Carmen Sevilla bailando una coreografía entre maniquíes, por supuesto inmóviles. Ríete de las películas de miedo. El choque entre el movimiento de Carmen y la rigidez tétrica del maniquí. Sin olvidar a Marisol, que se transformó en habitual de aquellas 'Galas del Sábado' y que incluso llegó a romper la cuarta pared de la televisión de entonces y pasear por la trastienda de los decorados, encendiendo ella misma las luces del Estudio 1 y mostrando las tripas de aquellas casas de cartón piedra de los espacios dramáticos de la Televisión Española de los años 60. Porque lo de salir por los pasillos de la tele no lo ha inventado Sálvame, 'Galas del Sábado' ya mostraba hasta la mítica puerta de su estudio. Así se creaba iconografía. Así se incidía en la magia de una factoría televisiva. Todo podía pasar en una televisión que suplía su imagen en blanco y negro con una explosión de imaginación que llegaba más lejos que cualquier gama cromática de colores chillones.

Y los artistas jugaban y se prestaban a la aventura sin complejos, porque salían ganando. No sólo iban a cantar, acudían a interpretar. Sus canciones se quedaban en la memoria colectiva porque contaban una historia.

La música no dejó nunca de funcionar en televisión. El problema estuvo en cuando la televisión descuidó la música, la consideró un trámite promocional y se olvidó que la tele no va de repetir, va de crear. Del arte de atreverse a crear. Con la música, también.

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