Gonçalo Amaral, el exinspector de Policía del caso McCann que sigue defendiendo la culpabilidad de los padres

Gonçalo Amaral ha vendido 170.000 copias en Portugal (JORGE PARÍS).
Gonçalo Amaral, inspector jefe apartado del caso McCann.
JORGE PARÍS
Gonçalo Amaral ha vendido 170.000 copias en Portugal (JORGE PARÍS).

El antiguo inspector jefe de la Policía Judicial portuguesa Gonçalo Amaral fue el coordinador de operaciones del caso Madeleine McCann durante apenas seis meses, entre mayo y octubre de 2007, fecha en la que fue apartado de la investigación por sus críticas a la policía británica. Desde entonces el expolicía ha defendido insistentemente la culpabilidad de los padres en la muerte de la niña, en contra de la investigación oficial, cuyo principal sospechoso es el violador alemán Christian Brueckner, recientemente imputado.

El detonante para la destitución de Amaral como responsable del caso en 2007 fueron unas declaraciones a la prensa portuguesa en las que acusó a los investigadores británicos de favorecer a los progenitores de la niña desaparecida por seguir únicamente pistas que los excluían como sospechosos. Este señalamiento desencadenó una polémica que obligó al entonces ministro de Justicia luso Alberto Costa a asegurar que la cooperación entre los cuerpos policiales era fructífera y se saldó con la cabeza de Amaral.

Este movimiento, que acabó con la jubilación anticipada del investigador luso a los 48 años, se produjo poco antes de que el caso se cerrara por primera vez un año después de la desaparición de McCann. Lejos de zanjar la polémica, Amaral aprovechó su salida del cuerpo para publicar en julio de 2008 un libro titulado Maddie, la verdad de la mentira con detalles desconocidos sobre el caso, defendiendo siempre su teoría sobre la culpabilidad de Kate y Gerry McCann, padres de la pequeña.

Las 216 páginas del libro, que vendió 120.000 copias durante sus dos primeras semanas en las librerías portuguesas, apoyan la tesis de que los progenitores simularon el rapto de McCann y ocultaron su cadáver. "La niña murió accidentalmente", afirmaba en una entrevista concedida a 20minutos con motivo de la presentación del libro.

"Pudo darse un golpe, caer de un sofá... aunque la Fiscalía que lleva el caso habla de muerte por intervención de terceros", señaló el portugués, que en otras ocasiones ha añadido también la hipótesis de una sobredosis de Calpol, el somnífero que los padres dieron a la niña en la noche de la desaparición para dejarla junto a sus hermanos en la habitación de la urbanización turística en la que la familia McCann pasaba sus vacaciones en el Algarve portugués, mientras ellos salían a cenar fuera. Amaral apoya sus afirmaciones en el olor a cadáver y sangre de la pequeña que los perros especialistas traídos desde Reino Unido encontraron en la estancia.

Además, un matrimonio irlandés testificó haber visto a un hombre, identificado posteriormente como Gerry McCann, portando a una niña en brazos la noche de la desaparición, el 3 de mayo de 2007, cerca del apartamento en el que se alojaba la familia. Este testimonio, junto a las contradicciones de los padres, evidencian, según Amaral, la responsabilidad paterna en el caso, aunque el expolicía ha lamentado en múltiples ocasiones la pérdida de pruebas concluyentes por la falta de colaboración policial.

El libro, con el que el investigador luso pretendía lavar su nombre, desencadenó una intensa batalla judicial, pendiente ahora de una resolución del Tribunal Europeo de los Derechos Humanos. Kate y Gerry McCann demandaron a Amaral ante el Tribunal Supremo de Portugal, que llegó a prohibir la venta del libro y condenó al autor a pagar 500.000 euros en 2015 por los daños morales causados a la familia.

Tras casi diez años de silencio, Amaral ha vuelto a insistir en la culpabilidad de los progenitores después de que la policía alemana haya señalado como principal sospechosos al violador Christian Brueckner, imputado hace apenas diez días, quince años después de la desaparición de Madeleine McCann.

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