Borja Terán Periodista
OPINIÓN

Supervivientes: por qué sigue enganchando en plena crisis de la tele-realidad de Telecinco

La típica prueba del barro.
La típica prueba del barro.
Mediaset
La típica prueba del barro.

En un momento en el que la tele-realidad vive horas bajas, 'Supervivientes' ha regresado y está revitalizando la programación de Telecinco. No logra los épicos datos de audiencia de antaño, pero sí que ha aupado el interés por la parrilla de Mediaset. El espectador ya no quiere realities de encierro. Bastante confinados hemos estado ya con la pandemia. 'Supervivientes' representa lo contrario: la amplitud visual de una isla paradisiaca en la que se puede hacer alguna trampa de guion pero donde está claro que los concursantes viven una aventura fuera de la confortabilidad del hábitat de platós que tan bien controlan.

A diferencia de otros concursos, en 'Supervivientes' sí existe una evolución física de los participantes, que muestran su cansancio y su deterioro físico con el paso de los días. El 'retiro' en la isla los deja transparentemente hechos polvo a ojos del espectador, con abundantes kilos de menos, más patas de gallo por tanto sol, melenas asalvajadas, barbas indómitas, nervios a flor de piel y miradas de hastío que evidencian que la dureza del concurso no es una falacia. Por supuesto, el programa fuerza esta estética, por eso cuando vuelven a España siguen caracterizados de 'Robinsones'. Pero la delgadez no es maquillaje, es real. 

En épocas en las que los realities contienen cada vez menos realidad, la gran baza de 'Supervivientes' sigue siendo que irradia mucha más verdad que artificio. Sin decorado, desde un luminoso paraje idílico que sería digno de postal de viaje aspiracional. De hecho, el propio estudio de Telecinco en Madrid ha dado un giro al decorado del predecesor reality 'Secret Story' para romper con su oscuridad y llevar todos los fondos escénicos a la luz que transmite viva amplitud. 

Y siempre planeando en el guion del programa un infalible punto de humor, que relativiza la crudeza y reconforta al espectador. Lo pone Jorge Javier Vázquez con sus ironías en directo y también determinadas pruebas físicas planteadas como puntos de inflexión para remover el conflicto del show, además de desatar el jocoso meme que visibiliza más el show.

Los juegos son esenciales para que fluya con más espontaneidad la convivencia. De ahí que 'Supervivientes' no descuide las pruebas, que han ido ganando ritmo, vistosidad y barro con los años. Las hay de todo tipo, y algunas recuerdan a las pringosas eliminatorias del ‘Un, dos, tres… responda otra vez’ o 'El Gran Juego de la Oca', aunque también hay apneas... Así, las pruebas siempre cumplen su función:  comprobar la vulnerabilidad física de unos concursantes ensuciados y agotados pero capaces de cualquier cosa por una recompensa que a veces son cinco aceitunas o un trozo de carne que devorarán ávidamente y sin vergüenza ante las cámaras. Que el hambre es muy mala.

Todos están literalmente fuera de su zona de confort y, a medida que avanza el show, se quedan despojados de máscaras y estrategias, cuales indefensos conejillos de indias de un show insaciable que les pide más y más. Y la audiencia lo disfruta: qué sufran, que para eso están ganando sus miles de euros a la semana. Y que lo veamos con detalle para asegurarnos de que el sufrimiento no es impostado.

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