Del "alivio y la liberación" al "miedo y la inseguridad": así afectará a la población el fin de las mascarillas obligatorias

La noticia del fin de las mascarillas en los exteriores no ha acabado de convencer a todos y son muchos los que se lo pensaran antes de quitársela en la calle. Además, seguirá siendo obligatoria cuando no haya metro y medio de distancia o en grandes eventos al aire libre, donde los aerosoles pueden traer el peligro. No la olvidaremos tan fácilmente porque tendremos que seguir llevándola en todos los interiores. Lugares como bares, restaurantes, peluquerías o el transporte público. También en centros educativos, comercios, gimnasios, iglesias, teatros o cines habrá que seguir protegiéndose.
Las mascarillas dejarán de ser obligatorias en interiores el 20 de abril
La noticia del fin de las mascarillas en los exteriores no ha acabado de convencer a todos y son muchos los que se lo pensaran antes de quitársela en la calle. Además, seguirá siendo obligatoria cuando no haya metro y medio de distancia o en grandes eventos al aire libre, donde los aerosoles pueden traer el peligro. No la olvidaremos tan fácilmente porque tendremos que seguir llevándola en todos los interiores. Lugares como bares, restaurantes, peluquerías o el transporte público. También en centros educativos, comercios, gimnasios, iglesias, teatros o cines habrá que seguir protegiéndose.

Dos años lleva la mascarilla convertida en un elemento más de la cotidianidad de los españoles y, ahora, su uso obligatorio tiene los días contados. Transformada en un complemento esencial desde los primeros compases de la pandemia de COVID-19, el decreto de 'nueva normalidad' impuso su empleo preceptivo el 20 de mayo de 2020 y el próximo 20 de abril los ciudadanos ya no necesitarán utilizarla en interiores. A falta de unas jornadas para la entrada en vigor de esta nueva norma, la sociedad acoge la medida de diferentes maneras.

Alegría, incertidumbre, miedo, alivio, inseguridad... Son algunas de las emociones a las que experimentará la población el próximo miércoles en el momento de decir adiós a la mascarilla, de acuerdo con los psicólogos. Algunos expertos estiman que un sentimiento inicial de desasosiego e inquietud llevará a los españoles a mantener esta protección en interiores al menos al principio, mientras que otros apuntan que la "gran capacidad de adaptación" de las personas relegará a este complemento a un cajón de manera casi inmediata.

"Es difícil saber cómo va a reaccionar la gente y las consecuencias, pero cabe esperar varias cosas. Al principio, puede haber cierto miedo, temor al contagio, como ocurrió con la retirada en exteriores. Aunque hay muchas ganas de quitarse la mascarilla, existirá una incertidumbre, una inseguridad, y la usarán hasta pasado algún tiempo", considera el psicólogo clínico Manuel Oliva, de Center Psicología. Esta preocupación, cree, puede redundar en que la población esté más pendiente de posibles síntomas y acabe por recurrir a más pruebas de antígenos.

Algo más optimista se muestra María Paz García Vera, catedrática de Psicología Clínica de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), que destaca la "enorme capacidad" de los seres humanos para adaptarse a las situaciones nuevas, "especialmente a las positivas". "A la gente se le podrá hacer raro, pero maravillosamente raro, ir sin mascarilla. Se acostumbrarán a estar sin ella muy pronto, porque es algo bueno y no habrá ningún problema", sostiene.

Diferentes acogidas

Ahora bien, no todo el mundo reaccionará del mismo modo. En tres categorías divide a la ciudadanía el profesor colaborador de los estudios de Psicología y Educación de la Universitat Oberta de Catalunya José Ramón Ubieto según la acogida de la retirada de la mascarilla en espacios cerrados. Si bien subraya que "la casuística es muy diversa", señala un primer grupo de personas que experimentarán "alivio" con este fin de la obligatoriedad: "Se sentirán más libres, menos restringidas en su manera de estar y hacer".

"Habrá personas que experimentarán alivio, se sentirán más libres, menos restringidas en su manera de estar y hacer"

En un segundo colectivo engloba a quienes se encontrarán "incómodos" con la retirada de la mascarilla porque ven en ella "un refugio, una protección, una sensación de seguridad". "Estas personas necesitarán un periodo de adaptación, tendrán que ir ajustando su percepción de riesgo al hecho de que no haya rebrotes. Conforme vayan aceptando que eso es así, se irán desprendiendo de este elemento", añade.

En una tercera y última categoría, el psicólogo agrupa a quienes tendrán más dificultades para aceptar este cambio. "Son personas que probablemente restrinjan su asistencia a algunos eventos en interiores tras la entrada en vigor de la medida. Serán pocos, gente que se ha habituado a la mascarilla y constituye una segunda piel para ellos, individuos para los que la percepción de riesgo al eliminarla es inasumible", agrega.

En este último colectivo más reticente a abandonar esta protección, remarca, se hallarán las personas "con patologías y aquellas más hipocondriacas, más obsesivas". "Tal vez también quienes tengan un problema con su propia imagen y quienes hayan padecido una COVID grave o hayan perdido familiares, todos ellos se mostrarán más escépticos", coincide Oliva, miembro del Colegio de Psicólogos de Madrid.

Precisamente sobre este grupo se pronuncia también García Vera, que considera que supondrá "una pequeñísima parte de la sociedad" y estará integrada por "personas que ya tenían problemas". "La gente que presente estas dificultades tendrá que abordarlas desde el punto de vista de la psicología y es importante hacerlo, pero no tiene nada que ver con la respuesta de la mayoría de la población", ahonda.

¿Qué es el síndrome de la cara vacía? ¿Existe realmente?

Cuando las autoridades comenzaron a debatir el fin de las mascarillas en exteriores hace meses, algunos psicólogos y psiquiatras acuñaron el término "síndrome de la cara vacía", sobre el que no todos los profesionales están de acuerdo y que hace referencia a la angustia de algunas personas ante el fin de esta protección facial. 

"Estamos acostumbrados a no ver nada más que los ojos, a ocultar ciertos rasgos facial.  Puede aparecer una sensación de extrañeza, de cierta irrealidad, al destaparse"

"Ahora se le pone nombre a todo. Se trata de dibujar posibles problemas al quitarse la mascarilla. ¿Existe? Bueno… Estar tanto tiempo con la mascarilla puede servir como una especie de refugio. Estamos acostumbrados a no ver nada más que los ojos, a ocultar ciertos rasgos faciales, y no sabemos bien quién está detrás. Sí puede aparecer una sensación de extrañeza, de cierta irrealidad, al destaparse", valora Oliva. Descarta, no obstante, que se trate de una patología y llama a no darle "demasiada importancia".

El psicólogo clínico resalta que esta sensación se producirá en individuos "más vulnerables, más inseguros, con baja autoestima o que, de alguna manera, detrás de la mascarilla hayan escondido algún rasgo que no les gustase". Sin embargo, excluye que vaya a ser algo generalizado y confía en que, con el tiempo, esas personas volverán "a la normalidad también en su propia autoimagen".

Por su parte, Ubieto y García Vera rechazan el término, al considerar que "no conviene asustar a la población con síndromes que no existen" y que "no responde a nada serio, sino a una manera de hablar". "No hay que dar ninguna relevancia a estas invenciones que no son problemas reales", dice la catedrática de la UCM. "Debemos pensar en las ventajas y lo maravilloso de volver a ver la sonrisa de la gente, sus caras, sus expresiones y de tener todo eso, que es un tesoro. Tener todo eso, que es un tesoro y dejar de ver patologías donde no las hay", profundiza.

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