La relación de Feijóo y Abascal: los caldos de cultivo de dos hombres que tensan la misma cuerda

  • No será este martes en Valladolid cuando se tome la primera foto entre ambos líderes, algo que acabará llegando.
  • Feijóo ha sido una de las dianas recurrentes de Vox desde su nacimiento, acusado de "nacionalista gallego"..
Abascal y Feijóo
Abascal y Feijóo
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Abascal y Feijóo

No será este martes en Valladolid, en la toma de posesión del nuevo gobierno de la Junta de Castilla y León, el trato de mayor calado entre Partido Popular y Vox hasta la fecha. "Lo importante es que esté [Alfonso Fernández] Mañueco", resbalaban desde el equipo de Feijóo esta semana. Pero el primer apretón de manos, las primeras palmadas en las espaldas, las primeras fotos entre Alberto Núñez Feijóo y Santiago Abascal acabará llegando. 

Es conocido que durante más de una década el discurso medido de Feijóo y la obstinación de Abascal convivieron bajo las mismas siglas. Hasta que el 22 de noviembre de 2013 el presidente de Vox publicara una carta con su nombre en el remite y el de Mariano Rajoy como destinatario donde lo acusaba de haber traicionado las "ideas y principios" del PP. Por entonces, Feijóo surfeaba por su segunda mayoría absoluta y consolidaba su poder tentacular en Galicia. Abascal se integró en el éxodo de esos populares vascos que no pudieron asegurar durante décadas que quien llamaba a la puerta de madrugada fuera el lechero, según la definición de democracia de Churchill, y descontentos con Rajoy abandonaron. Feijóo pertenecía a esa parte de España donde (casi) siempre triunfó la derecha. Abascal cultivó en su interior y a través de la fundación Denaes, la probeta ideológica de Vox, la imagen del PP como un partido pusilánime y desmemoriado. 

"Que quisieran matarme por algo tan importante como España es una suerte que no todo el mundo ha tenido. Yo ahora miro atrás y lo veo así, como una medalla que tengo en el pecho", escribía Abascal en No me rindo (La esfera de los libros, 2014). Un sentimiento de resistencia inmutable que ha marcado su personalidad, la de un joven de Amurrio cuyos caballos fueron grafiteados por los cachorros de ETA. "Abascal, te queda poco ya", el mensaje en spray verde válido tanto para él como para su padre. 

"Ha nacido Jordi Feijóo"

Resuenan frívolas por ello las palabras de quien fuera candidata al Congreso de los Diputados en 2019 por Orense, Begoña Conde, tía de Abascal, que tras ser increpada al grito de 'fascista' por un grupo de exaltados durante la campaña electoral, dijo que aquello le recordó a los "años de plomo del País Vasco", que la Galicia de Feijóo se trataba de un "avispero" donde quedaba mucho por hacer para "vivir en libertad". 

Para las autonómicas de julio de 2020, Abascal llegó a grabar a su abuela gallega criticando la gestión de Feijóo. Vox obtuvo entonces 27.000 votos, el 2% del escrutinio, y quedó fuera del parlamento gallego.

Abascal llegó a referirse a Pablo Casado como "ese becario de Núñez Feijóo que preside el Partido Popular". Porque el presidente gallego fue siempre uno dirigentes populares que más cruzado han tenido desde Vox. "Feijóo, que afirma que Galicia es una 'nación sin Estado', usa la vieja táctica del separatismo catalán que convertía las críticas a Pujol en ataques a Cataluña. Ha nacido Jordi Feijoó", respondió Abascal a Feijóo en 2019, cuando dijo que Vox no era "bueno" para los gallegos. "No tengo ningún interés ni compromiso de pactar con Vox y no lo haré", sentenció el presidente de la Xunta.

Pero ahora todo es una guerra fría donde los bloques acercan poco a poco posiciones. Que el poder desgasta más por su ausencia lo dijo Giulio Andreotti. Y Feijóo, un político acostumbrado a la plaza y mando, es consciente de que echar a Pedro Sánchez de la Moncloa pasa, muy probablemente, por el apaciguamiento de su derecha.

Violencia intrafamiliar

Si bien por sus lados opuestos, uno y otro tiran ahora de la misma cuerda. Feijóo para imprimirle al partido ese carácter de centralidad que espante la ciclotimia de la dirección anterior, virada por los temores al naufragio electoral. Abascal para acabar con el legado legislativo de Zapatero y Sánchez y centralizar el Estado. El acuerdo de gobierno de Castilla y León introduce algunos de los conceptos con los que pretenden soterrar la legislación socialista. Como el de violencia intrafamiliar: vincular toda violencia bajo un mismo patrón doméstico, sin distinción de género.

"Nosotros no buscamos con esto un guiño, todo lo contrario. Nosotros no nos movemos ni un pelo de lo que hemos dicho hasta ahora", defendieron entonces desde el entorno de Feijóo a este periódico sobre una polémica que consideraron artificial. "Si le tenemos que ganar votos a Vox, no será utilizando esas políticas; al revés, en todo caso intentaremos atraer a Vox hasta nosotros". El gallego aclaró finalmente su posición, la de incluir la violencia vicaria como una expresión más de violencia machista, con ese componente de género como agravante. 

Pero a Feijóo ya le salpicó el pringue: la sintonía con la derecha radical, acechada por unos ciertos internos y por la extrema fiscalización de la otra trinchera ideológica amenaza con ponerlo todo perdido mientras el todavía presidente de la Xunta trata de marcar diferencias. 

"Santiago Abascal es un dirigente de un partido político con el que yo discrepo. Santiago Abascal habla mucho del PP y yo también: él para criticarlo y yo, para ensancharlo. Si Santiago Abascal tiene algún interés en hablar conmigo yo no tengo ningún inconveniente en hablar con el presidente de Vox. Es que he hablado con el señor Iglesias cuando estaba", declaró el nuevo líder del PP a Abc en una entrevista reciente. Abascal contestó a través de la cuenta de Twitter de Vox con un pantallazo de la respuesta y un "¿cuándo aprenderán?".

Próxima parada: Andalucía

Después de enfriarse tras la tibia victoria en Castilla y León, se vuelve a hablar de un adelanto electoral en Andalucía. Subido en la ola de eso que llaman 'efecto Feijóo' Juanma Moreno, presidente de la Junta de Andalucía y el barón con más peso en el nuevo PP, podría convocar los comicios para junio. Como ocurrió en Castilla y León, ahora los días de Ciudadanos como socio de gobierno en Andalucía parecen contados. 

Fue allí, en noviembre de 2018, donde los 12 diputados obtenidos por la formación alumbraron un nuevo fenómeno político. El de unos recién llegados que subidos a caballo y con la banda sonora de El Señor de los Anillos pretendían romper el orden establecido modulando la frecuencia de la alt-right con reminiscencias carpetovetónicas. Algo que para Feijóo era entonces una "extrema derecha" sin ambajes y que ahora se difumina en una especie de populismo. 

Nació entonces la manera de animar a un partido político como a un equipo de fútbol y llenar mítines como conciertos. Los mensajes que inspiraban a la Lega, a Steve Bannon, al lepenismo. España se acostumbró a que hubiera políticos cuyo discurso parecía sacado de West Point como poco antes lo había hecho con un discurso de una izquierda apolillada.

La diputada Macarena Olona, uno de los pesos pesados del partido, es la mejor postulada para concurrir como candidata. El Centro de Estudios Andaluces (Centra) dio en su última encuesta una mayoría holgada para Moreno, que obtendría entre 43 y 44 escaños. Con la mayoría absoluta en 55, serían indispensables los 22 que sacaría Vox.

"Constituye una gran esperanza para millones de españoles que están observando este gobierno como una posible alternativa para toda España", apuntó Abascal el pasado lunes desde Valladolid, presente en el discurso de investidura de Mañueco. "Ni nos beneficia, ni nos perjudica", dijo Elías Bendodo, coordinador general del PP, sobre una posible foto de Feijóo junto a Abascal, esquivada esta semana, pero que acabará llegando.

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