Tan apasionantes como su leonino aspecto son las hipótesis acerca del origen de esta raza norteamericana de la que tenemos conocimiento desde mediados del siglo XIX.
Una de ellas incluye a un capitán inglés, Charles Coon, que tenía el extravagante capricho de llevar gatos solo de pelo largo en sus barcos para mantener a raya la presencia de ratas. Algunos escaparon en el puerto de Maine y se cruzarían con los gatos locales, dando lugar a estos enormes felinos de espesa corona de león alrededor de sus cuellos.
Otra de las leyendas los asocia a la reina consorte María Antonieta, quien, ya consciente de la imparable Revolución francesa y el riesgo al que se exponía, embarcó a sus seis gatos domésticos en un barco con destino a las costas de Estados Unidos y librarles, así, del violento conflicto social y político por el que fue finalmente ejecutada. En realidad, y por mis investigaciones de documentación, los gatos que hacían perder la cabeza a la histórica reina eran los angoras turcos.
La tercera conjetura, esta sí desmentida científicamente pero también la más divertida, apunta a una delirante y tórrida noche de frenesí sexual entre gatos y mapaches, raccoon en inglés, que no solo les darían su apellido sino que también les habrían transmitido los anillos negros en la cola en su variedad de color tabby.
Y la cuarta, más realista y práctica, alude a la llegada de los exploradores nórdicos y escandinavos a las entonces ignotas tierras norteamericanas, con sus ejemplares de gatos de raza bosque noruego en los barcos, de los que tenemos constancia por escrito que ya existían como poco desde 1550, y con los que comparten algunos atributos físicos que apoyan esta hipótesis.
Carismático, juguetón, y víctima de modas
Esta raza ocupa el quinto puesto en el podio de las más populares en los hogares de su país de origen, el séptimo en Reino Unido y el primero en Australia. La presencia en España sigue siendo considerablemente más moderada, pero tenemos el Club español del maine coon para localizar criadores oficiales e informarnos con más detalle de la compatibilidad con esta raza si decidimos compartir con uno de ellos nuestro tiempo y nuestro hogar.
Debido a esta popularidad y que implica una demanda despiadada de gatitos a la que los criadores oficiales no pueden hacer frente, esta raza es víctima de camadas entre particulares sin garantías de salud y con el consabido riesgo a que padezcan enfermedades congénitas como cardiomiopatía hipertrófica felina, el pectum excavatum, artritis o displasia.
Esta última debido a que se busca tener ejemplares cada vez más grandes y largos, y la anatomía de un felino doméstico no es algo que esté preparada para tolerar. La mayoría de maine coon que superan los 8-10 kg de peso es por obesidad y falta de ejercicio y estimulación ambiental.
Otra particularidad a tener en cuenta y que comparten con más razas de gatos y perros de gran tamaño es la maduración lenta, alcanzando su tamaño definitivo alrededor de los 3 años.
En cuanto a su personalidad, un maine coon bien sociabilizado y criado en un entorno apropiado es cariñoso pero no dependiente, seguro de sí mismo y curioso con el entorno, apropiado para convivir con niños y otros animales, y a los que, así aseguran los propietarios, les apasiona jugar a la caza persiguiendo cualquier cosa.
Como raza de abundante pelo semilargo, requiere cuidados habituales de cepillado y baño para mantenerle en un estado óptimo y evitar nudos o que trague demasiado pelo muerto al practicar sus tareas de acicalamiento.
Sea o no un maine coon, todos los gatos tienen una personalidad única, preciosos en sí mismos y capaces de brindarnos compañía y horas de diversión, entretenimiento y aprendizaje de su cautivador mundo felino, como Leo, que a juzgar por los anillos de su cola, también tiene un mapache entre sus parientes lejanos.
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