Narcisismo y dominancia, las razones por las que algunas personas optan por tener perros robustos y de aspecto fiero

El presidente ruso, Vladimir Putin, juega con su perro Akita "Yume" en el Kremlin.
El presidente ruso, Vladimir Putin, juega con su perro Akita "Yume" en el Kremlin.
EFE/ARCHIVO
El presidente ruso, Vladimir Putin, juega con su perro Akita "Yume" en el Kremlin.

¿Alguna vez te has preguntado por que algunas personas escogen como su raza favorita perros grandes y de aspecto fiero como Pitbulls o Rottweilers? Hay mecanismos psicológicos que explican estas preferencias y que, en efecto, demuestran que hay una tendencia, sobre por parte de los hombres, a la hora de elegir este tipo de razas.

La psicóloga experta en comunicación no verbal Alicia Martos explica que diversos estudios científicos demuestran que escogemos a una mascota que tenga similitudes con nosotros o, más bien, con la versión que tenemos de nosotros mismos o queremos proyectar. "Normalmente esto ocurre porque, cada vez más, consideramos a nuestras mascotas como un miembro más de la familia y, con ello, buscamos que comparta 'nuestros genes' de alguna forma, es decir, que tenga características y similitudes con nosotros", detalla.

"No solo ocurre con las características físicas como el tamaño, músculo o la fuerza, los dueños pueden llegar a parecerse a sus perros en algunos rasgos físicos. En este sentido, somos un poco narcisistas, ya que preferimos cualquier cosa que nos recuerde a nosotros mismos, tal y como nos ocurre también cuando buscamos pareja y hasta con la compra de un coche, esperamos que encajen con nuestra personalidad", explica Martos.

Pero, ¿qué quieren conseguir este tipo de personas llevando a su lado a un enorme perrazo a su lado? Según la psicóloga, como animales que somos, intentamos impresionar al otro mostrando poderío y dominancia, especialmente los hombres, debido a la testosterona. 

La mascota del presidente ruso, Vladimir Putin, durante el recibimiento a la canciller alemana, Angela Merkel, en la reunión en Sochi, Rusia, a orillas del Mar Negro, en enero de 2007.
Uno de los perros del presidente ruso, Vladimir Putin, durante el recibimiento a la canciller alemana, Angela Merkel, en la reunión en Sochi, Rusia, a orillas del Mar Negro, en enero de 2007.
Sergei Chirikov / EFE

"Y funciona" -asegura Martos- Hay estudios que afirman que determinadas mujeres tienen preferencia por hombres que tienen mascotas, especialmente si son razas fuertes y poderosas, ya que, inconscientemente, esas mujeres buscan un referente protector y dominante, alguien con la responsabilidad de cuidar a otra persona, es decir, alguien que pueda ser el padre de sus hijos. Si pueden cuidar de un perro, podrán hacerse cargo de un bebé".

Además, el poseer un perro con las características de fuerza y poderío como las razas ya mencionadas, también intenta ser un reflejo de la personalidad del dueño, es decir, cuando se escogen estos tipos de perro, se espera que se haga una relación entre las características del perro y su propietario, según explica la psicóloga.

"El mecanismo psicológico que actúa en estos casos es el de la familiaridad. Para crear un vínculo emocional con un animal, al cerebro le va a resultar más fácil hacerlo con un animal compatible con nosotros en cuanto a rasgos físicos o de carácter, es exactamente el mismo mecanismo que usamos para elegir pareja", cuenta Martos.

Aunque no se debe generalizar, la psicóloga admite que "las estadísticas oficiales y estudios científicos realizados afirman que los hombres tienen predilección por razas peligrosas y más grandes, mientras que por lo contrario, las mujeres optan por razas más manejables, pequeñas y esbeltas". "Además, las mujeres adoptan más, por lo que eligen mascotas que no son de raza pura, son más solidarias y empáticas en ese sentido con las razas cruzadas", concluye.

Por último, no sobra recordar que estos perros de apariencia poderosa pueden tener un carácter perfectamente equilibrado y ser estupendos compañeros. De hecho, demasiados permanecen en protectoras de toda España a la espera de una segunda oportunidad que nunca llega o tarda en hacerlo por los prejuicios hacia estas razas o las dificultades que impone la legislación de cara a su tenencia. 

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