La 'metamorfosis' de la Puerta del Sol a lo largo de la historia: de cruce de caminos extramuros a ágora de Madrid

Gráfico interactivo sobre la Puerta del Sol.
Gráfico interactivo sobre la Puerta del Sol.
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Gráfico interactivo sobre la Puerta del Sol.

En marzo de 1502, la princesa Juana "la Loca", y su marido, Felipe "el Hermoso", llegaron a Madrid en su camino hacia Toledo, donde iban a ser nombrados príncipes de Asturias. La villa, que apenas contaba entonces con 15.000 habitantes, se engalanó para tan insigne ocasión y se llevaron a cabo incluso obras específicas como la reforma de la puerta más oriental de su cerca, conocida como la puerta del Sol, "tapiada y almenada y la puerta grande que quepan dos carretas juntas".

Se trata de una de las descripciones más antiguas de este espacio, que entonces no era mucho más que la intersección entre el camino que llevaba hacia Alcalá de Henares y otro que se dirigía hacia el sudeste. En apenas unas décadas, Madrid se convertiría en la capital del Imperio de los Austrias y la población se dispararía hasta los 100.000 habitantes, desbordando los antiguos límites de la villa y convirtiendo ese cruce de caminos en el centro geográfico de la ciudad.

Desde entonces, la Puerta del Sol no ha abandonado esa centralidad, aunque su aspecto no ha parado de cambiar, hasta el punto de que, en palabras del historiador Pedro Navascués, "lo único que ha permanecido inalterable a través de los siglos es su nombre". Tras una larga lista de intervenciones, la Puerta del Sol afronta una nueva y quizás definitiva reforma cuyo comienzo el alcalde José Luis Martínez-Almeida situó en "los próximos meses".

La propuesta ha generado la misma controversia que todas las anteriores, como era de esperar en un espacio que pasó de ser un cruce de caminos en el extrarradio al ágora central en torno al que se articula la capital y ciudad más poblada de España.

A la sombra de la Plaza Mayor

Cuando Felipe II instaló definitivamente su corte en Madrid, en 1561, el centro geográfico era Sol, pero aún faltaban varios siglos para que también recayera allí el centro político y social de la ciudad. Ese honor lo ostentaba la entonces conocida como Plaza del Arrabal y cuya remodelación sería encargada por el propio monarca al arquitecto Juan de Herrera, pasando a ser conocida desde entonces como Plaza Mayor.

"La Plaza Mayor, hasta el siglo XIX, es la que reúne a la gente en las manifestaciones populares y todo tipo de actividades lúdicas y no la Puerta del Sol", declara Pedro Montoliú, cronista oficial de la Villa de Madrid. "Era el centro neurálgico de la ciudad". A la muerte del monarca, allí fue proclamado rey su hijo, Felipe III.

A escasos metros, Sol carecía ya de la puerta que le había dado nombre y era un angosto espacio culminado en su extremo oriental -donde hoy se ubica la tienda de Apple- por la iglesia del Buen Suceso, que alojaría siglos después "el reloj que nunca marcaba bien la hora". Los restos de la iglesia pueden verse desde la estación subterránea de Cercanías. En el otro extremo, donde hoy podemos encontrar un McDonald’s, estaba el monasterio de San Felipe el Real, famoso por alojar el mentidero más famoso de la villa.

"En lo que podríamos llamar sus gradas había unas escalinatas y a su alrededor se situaba el mentidero más famosos de Madrid, un lugar donde se juntaba la gente a contarse los chismes de lo que ocurría", describe Pedro López Carcelen, autor del libro Atlas Ilustrado de la Historia de Madrid. Como casi todo el entorno de Sol, el monasterio no sobreviviría al ansia renovadora del siglo XIX y sería derribado en 1839. 

Dibujo de la desaparecida Iglesia y Convento de San Felipe el Real, ubicada junto a la Puerta del Sol hasta 1839.
Dibujo de la desaparecida Iglesia y Convento de San Felipe el Real, ubicada junto a la Puerta del Sol hasta 1839.
José María Avrial y Flores / Archivo del Ayuntamiento de Madrid

Las reformas decimonónicas

La primera muestra de los vientos de cambio que llegaban de la mano del monarca ilustrado Carlos III -conocido a la postre como el mejor alcalde de Madrid- a la vieja y deslucida Puerta del Sol fue el edificio de la Real Casa de Correos, actual sede del Gobierno de la Comunidad de Madrid, levantado en 1768. Su famoso reloj, no obstante, no se incorporaría hasta 1865.

La consagración de Sol como el escenario donde ocurrirían los principales acontecimientos históricos de la ciudad hasta nuestros tiempos sería la jornada del 2 de mayo de 1808, cuando la población de la ciudad combatiría contra la guarnición francesa en una acción que quedaría inmortalizada por Francisco de Goya en su famosa obra La lucha con los mamelucos.

"Desde principios del XIX el protagonismo de la Plaza Mayor pasa a la Puerta del Sol y, a partir de ese momento, cobra una tremenda fuerza de tal forma que todos los movimientos políticos y ciudadanos tienen lugar allí", explica el cronista Montoliú. "Por eso precisamente el Ayuntamiento plantea la reforma que culminará en 1859".

La primera propuesta de reforma, aprobada 1854, proyectaba una plaza rectangular, pero un laberinto burocrático, acrecentado por la inestabilidad política de la época, impidió que las obras comenzarán hasta tres años después. La reforma definitiva se realizó ya con otro proyecto distinto que dotaba al espacio de su actual forma semi-elíptica tan característica. El aspecto general de los edificios de la Puerta del Sol no ha cambiado desde entonces.

No se puede decir lo mismo de los elementos que han formado parte del interior de la plaza. Sol se convirtió desde entonces en el laboratorio de innovación de la ciudad. Allí se instalaron los primeros urinarios públicos, las primeras farolas de luz eléctrica, de allí partieron los primeros tranvías que hicieron de la plaza su estación central -en 1925, llegaron a transitar por la plaza 6.216 al día- y, finalmente, en 1919, se inauguró allí la primera estación de Metro.

De barrio a área comercial

Montoliú nació en 1954 a escasos 100 metros de la Puerta del Sol. Describe la plaza y el laberinto de callejuelas que la circundan en esa época como “un barrio en el que abundaba el pequeño comercio y la vida vecinal”. En apenas un par de décadas, todo cambiaría.

Si hay un hito en la conversión del entorno de Sol en un área netamente comercial es la inauguración en 1943 de Galerías Preciados, el primer centro comercial de la ciudad, alojado en la calle que le daba nombre. En 1993 el edificio fue vendido a la empresa francesa Fnac.

Desde finales del pasado siglo, los pequeños comercios y los residentes en la zona han ido dejando paso a distintas superficies comerciales que son ahora las absolutas dominadoras en Sol y su entorno. "Va a ser difícil, yo diría que imposible, que estas transformaciones urbanas permitan recuperar esa vida vecinal que ya no existe", considera Montoliú.

Pero no solo fue el gran comercio el que irrumpió en Sol durante las últimas décadas del siglo, también lo hizo el elemento que, quizás, provocaría un cambio más radical en el uso y la distribución de la plaza: el automóvil.

"El coche, como utilitario que inundara la ciudad, no estaba previsto. La misma Gran Vía, que se inició ya a principios del siglo XX, en su primer tramo es mucho más estrecha que en los dos siguientes, que ya se hicieron pensando en el coche", explica López Carcelén.

Sin embargo, el extenso espacio abierto de la Puerta del Sol sí se pudo adaptar bien a las anchas vías que demandaba el automóvil, aunque fuera a costa de acorralar a los peatones en sus bordes. "Yo recuerdo que la plaza estaba toda llena de coches y autobuses y unas pequeñas aceras pegadas a los edificios para los paseantes y nada más que eso", declara Carcelén.

La invasión del coche empezó a revertirse, aunque muy lentamente, desde los años 80, con la reducción paulatina de carriles hasta que en 2009 se limitó a uno que atravesaba la plaza desde la calle Mayor a la carrera de San Jerónimo. El nuevo proyecto supondrá, finalmente, la peatonalización completa de la plaza.

Los coches invadieron la Puerta del Sol a partir de los años 60 del pasado siglo, arrinconando a los peatones en los bordes de la plaza.
Los coches invadieron la Puerta del Sol a partir de los años 60 del pasado siglo, arrinconando a los peatones en los bordes de la plaza.
Archivo del Ayuntamiento de Madrid

¿Vuelta al origen o espacio turístico?

La nueva reforma supondrá, además de la definitiva peatonalización de la Puerta del Sol y su entorno, una reordenación de los elementos que componen la plaza: la estatua ecuestre de Carlos III, la famosa osa y su madroño, los quioscos de prensa y las fuentes.

"Ahora mismo, hay una diversidad de elementos que se han ido colocando en la plaza sin rigor y no con una idea global del espacio", declara Ricardo Sánchez, arquitecto del estudio Linazasoro & Sánchez, encargado de la reforma. "La direccionalidad este oeste, que está relacionada con la forma inicial de la plaza, la reforzamos alineando estos elementos desde el edificio de La Mallorquina hasta el de Apple. El resto, se deja vacío para que la Puerta del Sol se refuerce como un foro, un ágora donde se pueden hacer un montón de actividades".

Esa naturaleza de ágora, como designaban los antiguos griegos a la plaza central de las polis, fue descrita por el periodista y escritor de libros de viajes italiano del siglo XIX Edmondo De Amicis en 1872: "Es una plaza digna de su fama; no tanto por su grandeza y su belleza cuanto por la gente, por la vida y por la variedad del espectáculo que presenta a todas horas del día".

"Es una plaza digna de su fama; no tanto por su grandeza y su belleza cuanto por la gente, por la vida y por la variedad del espectáculo que presenta a todas horas del día"

El proyecto, como decíamos al comienzo, no ha estado exento de críticas, fundamentalmente por la crónica falta de vegetación que hacen de la Puerta del Sol, especialmente en los meses de verano, un espacio poco amable para el encuentro público y más propicio para el tránsito de turistas y clientes de los grandes almacenes de la zona.

"Al final, lo que se plantea es una plaza dura, eso ya lo sabemos, muy ordenada, que propone soluciones desde una perspectiva monumental y homogénea", declara Ángela Peralta, socia de la oficina de planificación urbana Paisaje Transversal. "Pero existe el riesgo de pasar de un lugar en el que siempre ha podido pasar cualquier cosa a un espacio que se convierta en un destino turístico vacío, una plaza donde no suceda nada o donde haya usos muy medidos y excluyentes. Eso se verá con el futuro de la plaza".

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