Ataques al corazón, gota... así afectan los fenómenos meteorológicos a nuestra salud

A Coruña Borrasca Barra Viento y lluvia en el paseo marítimo 08/12/2021 Foto: M. Dylan / Europa Press
Imagen de un día de lluvia.
M. Dylan
A Coruña Borrasca Barra Viento y lluvia en el paseo marítimo 08/12/2021 Foto: M. Dylan / Europa Press

Hay personas cuyo estado de salud se ve muy afectado por el tiempo. Aunque parezcan cuentos de abuelas, sí que es cierto que determinadas condiciones meteorológicas interfieran en nuestro bienestar.

Aunque las más comunes son los dolores articulares con los cambios de ambiente, hay otros problemas de salud relacionados con nuestro estado físico, tal y como recoge en un reportaje The Sun.

Vientos fuertes

Cuando sopla un vendaval, el cuerpo puede reaccionar como si estuviera bajo un ataque y producir los llamados reflejos de lucha o huida, como un ritmo cardíaco acelerado y emociones intensas.

Además, las condiciones del viento pueden desencadenar jaquecas. Una de las razones es el efecto sobre el hipotálamo, el área del cerebro que controla las funciones del cuerpo; puede conducir a la constricción o inflamación de los vasos sanguíneos en la cabeza, lo que puede causar el dolor asociado con la migraña.

Lluvia torrencial

Un equipo de la Universidad de Aberdeen, en Escocia, descubrió que el clima húmedo y lluvioso dificultaba que las personas que hacían dieta perdieran peso. Descubrieron que las personas con sobrepeso tenían niveles más bajos de vitamina D, que se crea cuando el cuerpo se expone a la luz solar.

La cantidad de vitamina D en la sangre influye en el funcionamiento de una hormona llamada leptina, que le dice al cerebro cuándo el estómago está lleno. Los obesos producían una décima menos de vitamina D que los de peso medio.

Por otro lado, quien tenga cicatrices significativas tampoco disfrutará de la lluvia. Cuando cae la presión exterior, puede causar que el tejido normal se expanda y se contraiga. Pero debido a que el tejido cicatricial no es elástico, sino más bien denso y rígido, no puede adaptarse al cambio de presión, lo que da como resultado una sensación de tirón que puede provocar un dolor intenso.

Y como afirman las abuelas, el clima húmedo parece empeorar el dolor en las articulaciones y la osteoartritis.

Esto puede deberse a los receptores de presión (barorreceptores) en la articulación que detectan la caída de la presión atmosférica cuando el clima cambia de seco a lluvioso. El nivel de líquido en la articulación fluctúa en respuesta a estos cambios, lo que podría desencadenar dolor en los nervios.

Tormentas eléctricas

El cambio en la presión atmosférica justo antes de una tormenta eléctrica a menudo provoca dolores de cabeza. Cuando la presión cae, las células cerebrales y nerviosas comienzan a interactuar de manera diferente, causando dolor de cabeza.

Muchos asmáticos también encuentran que su condición empeora si hay una tormenta eléctrica cuando los niveles de polen son altos. El clima racheado que precede a una tormenta puede levantar el polen. Mientras tanto, la carga eléctrica generada por la tormenta puede afectar el tiempo que el polen se retiene en los pulmones, lo que podría provocar un ataque.

Calor extremo

El clima más cálido aumenta el riesgo de suicidio, según el Instituto Británico de Psiquiatría. Los científicos encontraron un aumento del 3,8 % en las tasas de suicidio por cada aumento de 1 °C en la temperatura promedio por encima de los 18 °C.

No obstante, los suicidios a menudo ocurren cuando las personas están un poco borrachas y es más probable que lo estén cuando hace calor, sugiere la psiquiatra Jan Wise, y más aún en Reino Unido.

Frío extremo

Se estima que 20 000 personas mueren cada año en el Reino Unido como resultado de derrames cerebrales y ataques cardíacos relacionados con una caída drástica de la temperatura; se cree que las temperaturas frías hacen que las arterias se estrechen, lo que restringe el flujo sanguíneo y reduce el suministro de oxígeno al corazón.

El clima frío también hace que el corazón trabaje más porque se necesita más oxígeno para mantener el calor corporal. Esto podría provocar un ataque al corazón en personas vulnerables como los ancianos.

Investigadores alemanes también descubrieron que solo cinco días consecutivos de clima más frío que el promedio llevaron a un aumento en los niveles sanguíneos de dos sustancias químicas en la sangre que pueden causar inflamación en el sistema vascular.

También es más probable que ocurra un accidente cerebrovascular, según un informe de la Universidad John Moore de Liverpool, porque la sangre se espesa en climas fríos, lo que aumenta el riesgo de trombosis coronaria y cerebral.

Y nos resfriamos más en el invierno porque el enfriamiento de la nariz provoca una ralentización de las células que combaten las infecciones, según una investigación del Centro de Resfriado Común de la Universidad de Cardiff.

Además, científicos del Instituto Nacional de Salud de EE UU creen que los virus respiratorios tienden a atacar en climas fríos, porque durante las bajas temperaturas se forma una capa dura y gomosa alrededor del virus, lo que le brinda la protección que necesita para pasar de una persona a otra.

Humedad pegajosa

La infección del oído externo, u otitis, se vuelve más común cuando la humedad es alta, ya que es más probable que el canal auditivo se humedezca. Esto crea el ambiente cálido y húmedo perfecto para que las bacterias florezcan.

La otitis es una inflamación de la piel que recubre el canal auditivo y puede causar picazón y secreción. La investigación en el Hospital Nahdha en Omán reveló que las personas que viven en áreas con alta humedad tenían el doble de probabilidades de tener problemas con la cera del oído debido a estas bacterias.

Por otro lado, los ataques de gota son más frecuentes en días de mucha humedad, posiblemente debido a los efectos de la deshidratación, encontró un estudio de la Universidad de Boston.

Cielos despejados

Si bien todos deberíamos saber a estas alturas los peligros de sentarse al sol sin protección UV, los rayos solares en realidad puede ayudar a proteger contra otros tipos de cáncer.

Un estudio realizado por el Instituto para la Investigación del Cáncer en Oslo examinó lo que les sucedía a las personas diagnosticadas con cáncer y descubrió que el riesgo de morir dentro de los tres años posteriores al diagnóstico de cáncer de próstata, mama, colon o pulmón, o con linfoma de Hodgkin, era de hasta 50% más bajo para los diagnosticados durante el verano y el otoño en comparación con el invierno.

Una explicación podría ser que la vitamina D puede ayudar a detener el crecimiento de tumores.

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